Religión
Cuando
hablamos de “creyentes” y “ no creyentes” ¿en que creemos que hay que creer o no
creer? Cuando hablamos de “cultura secular”, en contraposición a “fe religiosa”
¿a que “cultura” y a que “fe” calificamos? Cuando hablamos de cultura,
civilización, religión, opinión común o publica, política, guerra, paz, patria,
justicia, liberalismo, mundialización , terrorismo...
¿De qué hablamos?
¿Qué es lo que debatimos?
¿Por qué peleamos, bombardeamos y matamos?¿Por causa de la religión? ¿De qué
religión hablamos y con que fundamento, si ni siquiera sabemos que cosa es
religión?
Si de verdad queremos hacer algo en el camino de la paz en esta edad de plomo
que nos ha tocado vivir, una de las precauciones que debemos tomar, es lograr
que una masa crítica de personas de influencia, se de bien cuenta del grado de
confusión que se da en el debate público en torno a las grandes cuestiones que
abordan en los medios de comunicación de masas gentes que jamas han hecho la
menor reflexión sobre el significado de las palabras por las que disputan.
Una de las mayores groserías del debate mundial es el contraste que se da entre
la importancia humana de la actividad religiosa y el desconocimiento con que se
desprecia el hecho religioso.
Pero ¿No es esta la actividad de todos los fanáticos a la hora de considerar
cualquier religión fuera de la suya?¿No será que estos supuestos laicos son en
realidad creyentes de una religión solapada tras el mascarón de la política...?
En estos tiempos de ocultación de la realidad, la contribución que la tradición
musulmana puede desempolvar es la impecable tesis sobre el significado del
termino “religión”, que expuso en el Damasco del siglo X de la era común,
Alfarabi de Afganistán.
Alfarabius-que es el nombre latinizado con el que entró en la naciente
universidad europea- en su opúsculo “Kitab al Millat wa nusus ujra” –Tratado de
la Religión y otros términos- dice:
“La sociedad religiosa –Millat- y el compromiso vital –Din- son dos términos
casi sinónimos, y también lo son el código religioso -Shariat– y la norma
sancionada por la tradición –Sunna-. En la mayoría de los casos el código
religioso y la normativa tradicional indican y se aplican solamente a una de las
dos partes de la religión: las acciones prescritas. Pero también a veces las
opiniones admitidas pueden llamarse código religioso – Shariat-. Y en este caso
código, creencia y culto son términos sinónimos.
La “religión” pues consta de dos partes: definición de opiniones y determinación
de acciones...”
Alfarabi nos habla aquí de culto y creencia en el mismo sentido que J.P. Sartre
habló de “teoría y compromiso” respecto a la ideología comunista. Más adelante
analiza el contenido de la creencia:
“Las opiniones que deben ser compartidas en la sociedad religiosa –Millat- son
tres: una trata sobre el principio, otra sobre el final y la tercera sobre lo
que media entre ambas...”
A partir de esta magistral exposición de principios, fines y proyectos,
Alfarabius desentraña el significado correcto de los términos coránicos Millat y
Din. Que son los que indiferentemente se traducen como religión.
En términos comprensibles tomados del lenguaje de hoy día, podemos resumir la
percepción Alfarabiana del significado del término “religión”, de la siguiente
forma:
La creencia en que vivimos contiene tres elementos:
Un principio que llamaremos visión del mundo. Un fin que es alcanzar la
felicidad, y un medio que es el proyecto adecuado para lograr este fin.
Las formas de ver el mundo pueden ser tan numerosas como incontables son los
matices de la idiosincrasia humana.
Pero ante el caso de la creencia universal en la certeza de la muerte. Todas las
creencias se polarizan en torno a dos certezas que se contradicen mutuamente sin
posibilidad de síntesis. A no ser que la pretendida síntesis no sea otra cosa
que el autoengaño propio de los hipócritas.
Ante la rotunda verdad de la muerte sólo caben dos opiniones contrapuestas: una
es la de los que sólo creen en esta vida, otra la de los que creen en otra vida
ultramundana. Para los primeros el anhelo será tener lo mejor de este mundo,
para los segundos: obtener lo mejor de este mundo y también lo mejor del otro.
Siguiendo el método de Alfarabi podemos establecer ésta hipótesis:
Procurar la subsistencia y librarse de la ansiedad por la existencia son los dos
impulsos básicos de la actividad humana.
Pero tanto uno como otro empeño es lógico que se vean condicionados por la forma
particular en que ve el mundo cada individuo o grupo humano.
Ésta visión es la que determina la idea de la felicidad anhelada, que es la que
incita a imaginar los medios para librarse de la ansiedad de subsistir, ya sea
como intento de liberación personal o como proyecto social.
El proyecto social está supeditado a la peculiar visión del mundo y de la
felicidad predominante en cada lugar y clima conforme a la fase del proceso de
civilización en que se encuentran sus gentes y de acuerdo al poder de decisión
de sus dirigentes, la voluntad de sus elites y el conocimiento de sus sabios.
La creencia en que vivimos es el último elemento que da razón del carácter
social o individual de los humanos.
La creencia en que vivimos es la que crea el vínculo social que se manifiesta en
la forma de la organización social, el lenguaje, la ética, la estética, los usos
y costumbres y los ritos.
Los antiguos pueblos latinos llamaron a este entramado de relaciones vinculantes
“religión”. Los modernos europeos, quizás por su preferencia del culto sobre la
creencia “cultura” pero en esta hipótesis tanto religión como cultura deben
entenderse como el proyecto de bienestar social transmitido de generación a
generación bajo la forma de una firme creencia.
En esta transmisión tradicional se contiene la creencia en la que viven los
pueblos. Esta fe en los propios valores, se encuentra difusa de forma sutil y en
mayor o menor grado tanto en la mentalidad de las masas como en la racionalidad
de sus elites.
La continuidad de la creencia que justifica al proyecto social, se mantiene por
el recuerdo de mitos, por el sonido de cantos, por el cumplimiento de ritos o
por la lectura y relectura – re-legio- de los libros que cada pueblo cree que
contienen las razones de su forma de ser y su modo de estar en el mundo.
Estos recuerdos contienen o bien revelaciones, o bien fragmentos de memoria que
nos llegan del tiempo de los sueños. Pero en el caso de los libros canónicos
–revelados, jurídicos, históricos, clásicos, o simplemente consagrados por un
uso ancestral- hablamos de libros elegidos, re-leidos y re-elegidos que religan
sin ser sometidos a crítica ni a elección de parte. A la palabra religión se le
dieron estos tres sentidos: para Cicerón significaba re-ligar, para San Agustín
re-leer, para Santo Tomás re-elegir. La religión no soporta una re-visión.
La revisión de “los libros” anuncia el germinar de una nueva visión intelectual
del mundo que presagia un cambio revolucionario.
Los cambios decisivos en el rumbo de la historia solo acontecen tras un giro
total de la creencia en que vivimos. Los gentiles seguidores de Jesús hijo de
María, sobre ambos la paz, adoptaron el término judeo alejandrino “metanoia”
“cambio del yo” (nafs) para describir la experiencia de su conversión del
paganismo al monoteísmo mosaico. Sin esta metanoia, todas las mudanzas que se
puedan dar en el campo mental que ocupan las ideas sólo traerán revoluciones que
tras un cambio de elites políticas, retrotraen a la misma situación desesperada
que motivó el intento revolucionario.
Cada vez se hace más peligroso preguntar sobre el fundamento del ideal de
felicidad que justifica la presente degradación hasta la corrupción de las cosas
de este mundo.
Pero aún es más difícil responder con certeza, si este estado de bienestar bello
y perfecto que todos anhelamos es posible que se plasme en este mundo, en el
otro, en ambos, o en ninguno.
La respuesta adecuada depende de la pregunta correcta... Las visiones son
respuestas a la forma de mirar el mundo y la existencia.
Los anhelos son preguntas sobre el incierto destino de nuestra personalidad en
la esfera de la no existencia.
Las visiones y los anhelos forman la trama y la urdimbre de los proyectos
humanos.
De este entramado secular de ilusiones y deseos éticos depende la estética de
los realces, dibujos y colores, que confieren su estilo singular al abigarrado
tejido social en el que viven intrincados los caracteres y las conductas de los
seres humanos.
El Corán dice: “... es cierto que Allah no cambia lo que una gente tiene hasta
que ellos no han cambiado lo que hay dentro de si mismos...” (C XIII-12)
La definición “no religiosa” del termino “religión” es extremadamente
importante. Pero lo que parece difícil es sencillo si aplicamos el método
adecuado. Es necesario definir la “religión” desde fuera del debate religioso
evitando sobre todo la crítica dialéctica. Habrá que hacer un esfuerzo para
atestiguar los hechos mirando objetivamente la inveterada actitud religiosa de
los seres humanos.
En el ambiente social que produce la creencia en la que vive el hombre
deísta-consumista moderno, no existe una conciencia de este problema. Es
necesario un cambio en la percepción del mundo que permita abrir las mentes a la
comprensión de la necesidad de un cambio de la esfera político social que nos
agobia. Y es necesario que esta nueva percepción se convierta en historia. Para
lo cual esta conciencia que queremos salvar debe representar un valor para el
presente a fin de que su contenido se integre en el campo actual de la
existencia.
La utilidad de estas conferencias, en mi opinión, sólo se puede encontrar en la
defensa de los valores religiosos que pertenecen al acervo ancestral de todos
los humanos, frente a opiniones tan tendenciosas sobre la religión como las que
se pueden leer en los estúpidos panfletos “EL FIN DE LA HISTORIA” o “EL CHOQUE
DE CIVILIZACIONES”. Hacer frente común en defensa de la dignidad y la nobleza de
la tradición profética de la humanidad que hoy se ve relegada al desván de la
historia, significa trabajar en el camino de la paz que a todos nos atañe.
Y quiero despedirme con las palabras de un gran hispano musulmán del siglo XI,
Ibn Hazm el andalusí:
“Toda mi vida me he esforzado para encontrar una meta en la vida que todo el
mundo sin dicusión reconociera excelente y digna de que se luche por llegar a
ella. Sólo he encontado una: librarse de la ansiedad...disipar la ansiedad es el
objetivo en el cual todas las naciones concuerdan...cuando llegué a esta gran
pieza de sabiduría...empecé a buscar el camino que realmente me permitiera
disipar la ansiedad...yo la encontré en una sóla cosa: en la acción de volverse
a Allah Omnipotente y Sabio con buenas obras hechas con la mirada puesta en la
eternidad...”
“Por tanto debemos comprender que sólo existe un objetivo que merezca la pena de
hacer un esfuerzo por alcanzarlo. Y este es: acabar con la ansiedad; y sólo un
camino conduce a él y es el servicio a Allah Altísimo y Misericordioso. Todo lo
demás es equivocación y absurdo.”
“... no uses tu energía excepto en una causa más noble que tu ego. Tal causa
sólo puede ser encontrada en Allah mismo, el Todopoderoso: proclamar la verdad,
defender el derecho de la mujer, rechazar toda humillación que tu Creador no te
ha impuesto, ayudar a los oprimidos... Cualquiera que use su energía vital en
busca de las vanidades de este mundo es como el que cambia gemas por grava.
No hay nobleza en los hombres sin fe. El hombre inteligente sabe que el único
precio adecuado para vender su alma es un puesto en el paraíso.”
Granada, 21-Saban-1424.
18-octubre-2003.
http://www.mezquitadegranada.com/index.php?id=religion