Una meditación sufi sobre el ser y la muerte

Quienes recuerdan al Señor, serán a su vez recordados por el Señor de Todos los Mundos

Corán & Sunna - 17/12/2007 9:16 - Autor: Muzaffer Ozak al Yerrahi - Fuente: Webislam

Etiquetas: meditacion, sufi, muerte, recuerdan, vez, recordados, mundos, momento, amante


El amante no debe olvidar nunca al Señor, ya sea que se encuentre de pie, sentado o acostado

Bismil-lâhir Rahmânir Rahîm
En el Nombre de Dios, Clemente, Misericordioso

Deben evitarse los defectos de carácter, que deshonran a Dios y a Su Mensajero. Entre éstos se cuenta la arrogancia, la hipocresía, el orgullo santimonioso, la búsqueda de fama y reputación, la envidia, la irascibilidad, la sensualidad, la avaricia en lo material, y la búsqueda de los status.

Arrogancia (kibr) significa pensar que se es superior a otros, tener indiferencia hacia la verdad y caer en la autoalabanza y la pretensión. Hipocresía (riya') significa hacer el bien, realizar acciones dignas de admiración, pero no con el fin de agradar a Dios, sino para ganar la aprobación y el aplauso general. Al hipócrita
ostentoso se le da el nombre de mura'i.

El orgullo santimonioso ('ujb), consiste en considerarse a sí mismo más piadoso que los demás; vanidad en la propia estima; actitud arrogante hacia la devoción de los demás y excesiva presunción de la propia piedad.

La búsqueda de fama y reputación (sum-a) significa exhibir una conducta admirable, más no con la intención de obtener la aprobación de Dios, sino con la esperanza de atraer la atención y adquirir popularidad entre la gente.

Envidia (hasad) es la condición de aquel que experimenta un resentimiento celoso hacia los méritos de otros y las bendiciones que le son conferidas y no tendría escrúpulos en anularlas su pudiera. A una persona tal se le llama hasid.

El simple deseo de poseer las mismas bendiciones que otros se denomina ghibta, que quiere decir envidia libre de malicia. Aunque esto es permisible desde el punto de vista de la Ley Sagrada, no es aceptable en el Camino Místico ni en la Realidad.

Irascibilidad (ghadab) es la tendencia a tener explosiones de carácter e inflamarse de ira ante la menor cosa, y comportarse muy mal cuando se está en tal estado de descontrol.

La irascibilidad -presteza para enojarse- es un defecto de carácter nefasto, que puede destruir a una persona espiritual y materialmente. Sensualidad (shahwa) es la esclavitud hacia el yo inferior, un anhelo por las cosas prohibidas por Dios; la persecución inescrupulosa e implacable de las ambiciones personales, anteponiendo los deseos egoístas a los mandatos y decretos de Dios. Quienes tienen la desgracia de aficionarse a la lujuria sensual, están dispuestos a sacrificarlo todo por ella, sin pensar en el Día de la Resurrección, sin detenerse a considerar de dónde vienen, ni si lo que hacen es correcto o equivocado.

Codicia material (hubb al-mal) es el atributo de los que se podrían llamar mundanos o materialistas. Tales personas vacían su corazón de cualquier otro sentimiento para llenarlo con el amor a la riqueza y las cosas de este mundo. "Ensucia" su corazón que debería ser el lugar de la visión Divina.

La búsqueda de status (hubb al-jah) es la persecución de rango y status. Los que son presa de este defecto no se paran ante ninguna maldad, no hay sacrificio que les parezca excesivo para lograr satisfacer sus ambiciones. Desafortunadamente, en el mundo de hoy podemos ver innumerables ejemplos de esto en todos los países. Todas estas características son atributos del Demonio.

Es nuestro deber liberarnos de ellos, trasformando la arrogancia en modestia, y humildad; la hipocresía en sinceridad; la santurronería en satisfacción con nuestros logros; la confianza exagerada en nosotros mismos, en confianza en Dios. Debemos asegurarnos de que hacemos las buenas obras, no por el prestigio que acarrean, sino sólo por la Verdad. La envidia debe rendirse a la gratitud y la conformidad con
lo que Dios nos ha dado. El temperamento violento debe dar lugar a la suavidad y la docilidad.

La sensualidad y el deseo egoísta deben subordinarse a los deseos y mandatos de Dios, Alabado sea. El amor a las cosas materiales y mundanas ha de convertirse en amor a Dios y a Su Mensajero. La búsqueda implacable de rango y status deben reemplazarse por el honor y la dignidad del servicio a la Verdad. No hay otro camino para salvarse de dichas cualidades negativas y de los peligros que originan
y los que no pueden limpiarse y purificarse de estos atributos satánicos no pueden llegar a ser derviches, ni siquiera considerarse verdaderos creyentes.

Una de las prácticas en el Camino Místico consiste en retirarse de la compañía de los demás para reflexionar y arrepentirse de los errores y faltas cometidos, implorando con lágrimas el perdón de Dios, Alabado sea.

En todo momento, el amante debe suplicar a Dios, Alabado y Glorificado sea, la fuerza para mantenerse firme en el Camino Recto. Al mismo tiempo, debe rezar por la salud y el bienestar de su guía para que sea elevado en el plano espiritual, para compartir con él el éxito en promover la causa de la Ley Sagrada y el Camino Místico y revivir el digno ejemplo del Profeta, para obtener la gracia de morir como verdadero creyente. Así mismo, el amante debe recitar el glorioso Sura al-Fatiha y el noble Sura al-Ikhlas por el descanso del alma que fue bendecida con revelaciones para el Profeta, que Dios lo bendiga y le dé la paz.

Después de esto, debe cerrar los ojos e imaginarse que ha muerto; que su cuerpo ha sido despojado de toda vestidura, tendido sobre una banca, lavado y amortajado, con las oraciones debidas y puesto finalmente a descansar en la tumba. Debe meditar cada uno de los pasos de este proceso, pues esta meditación que llamamos tazakkur al-mawt (recuerdo de la muerte), es una de las prácticas de las Ordenes Místicas. Ponderar la propia muerte no es atraerla, pero es perjudicial evitar el pensamiento de la muerte porque nadie puede escapar al fin seguro que le está destinado y que llaga tarde o temprano a todo ser mortal: la muerte.

Por tanto esta meditación es una necesidad esencial para el amante de Dios que cree que su guía lo acompaña siempre en su búsqueda de la Verdad, suplicando así: "Dios mío, Tú eres mi meta: lo único que deseo es el placer que Tú me das", así el derviche se vuelve hacia el espíritu de su guía y busca refugio en él, caminando con él y por medio de él hacia la unión con Dios, Alabado sea. Los que de esta
manera se acercan a la Puerta de Dios no se irán con las manos vacías de esa puerta.

Sabemos con absoluta certeza que quienes limpian su corazón de todos los cuidados y preocupaciones del mundo cuando tocan a la Puerta Divina, quienes proclaman la unidad de la Verdad con cada respiración, purificando su corazón de cualquier idea politeísta con la repetición de LA ILAHA, y la afirmación que le sigue de ILLA-LLAH; quienes en esta forma recuerdan al Señor, serán a su vez recordados por el Señor de Todos los Mundos y alcanzarán la unión mediante la mutua Remembranza del que recuerda y el que es recordado por la Gracia y la
Merced de Dios Todopoderoso.

El que recuerda a Dios debe comenzar con el nombre de la Majestad, diciendo: ALLAH, ALLAH..., a lo que el Señor de los Mundos responde "Aquí estoy, a tus órdenes, siervo mío (Labbayk, labbayk). Luego se continúa con el Nombre de la Esencia: HU... HU... HU... completando así la Unión, y de esa manera comienza la Remembranza. Esta condición es inseparable del júbilo de que hace la  remembranza. Mientras más tiempo permanece Allah en este estado mayor será su euforia y deleite. Si se mantiene inmerso en la Remembranza día y noche,
encontrará estímulo para su progreso y gozará de la merced que Dios otorga al amante.

Por todo esto, el amante no debe olvidar nunca al Señor, ya sea que se encuentre de pie, sentado o acostado. Debe recordar al Señor de los Mundos abiertamente o en secreto, de noche o de día, con la lengua o con el corazón, en público o en privado. La Remembranza nunca debe abandonar su corazón.

Cuando el amante se ha entregado a la Remembranza Divina con la palabra y desde las profundidades de su corazón, observando en su corazón la Palabra de la Majestad y la Manifestación Divina, puede llegar a encontrarse en un estado en el que sus labios permanezcan sellados y su lengua pegada al paladar, y con su solo corazón comienza a llamar ALLAH... ALLAH. En el lenguaje de los sufis, esta
Remembranza se llama walad al-qalb (el niño del corazón).

 




 

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