La Esclavitud
Desde las Perspectivas Islámica y Occidental
Al·lâmah Saîied Said Ajtar Rizvî
Traducido del inglés por: Javier (Abdul Karim) Orobio
FUNDACIÓN ISLÁMICA KAUZAR
CALI-COLOMBIA
Dijo el Imam ‘Alî: “¡Oh Gentes!, ciertamente que Adán nunca procreó a un ser siendo esclavo o esclava, por lo tanto todos los seres humanos son libres.”
La esclavitud es uno de los males más antiguos que ha afectado a las sociedades. Las civilizaciones antiguas no pudieron erradicar la esclavitud por lo tanto se comprometieron con ella. Algunas de estas civilizaciones inclusive patrocinaron la esclavitud. Las iglesias Cristianas participaron en el comercio de esclavos; sus sacerdotes bendecían los barcos que transportaban cargas humanas y les aconsejaban a los esclavos la obediencia, pero nunca obligaron a los amos a ser misericordiosos con ellos. Entre todas las religiones solamente el Islam atacó las bases de este mal. Pero la ironía de la historia muestra que la gente que nutrió la esclavitud, la apoyó y lucró de ella, mucho tiempo después se convirtieron en “los campeones de su abolición.”
‘Al·lâmah Saîied Said Ajtar Rizvî, el difusor en Jefe de la Bilal Muslim Mission de Tanzania, muy hábil y cuidadosamente ha escrito este libro. Como investigador erudito que es, objetivamente ha tratado el tema en este libro. Ha organizado hecho tras hecho de la historia; ha citado del Corán, las tradiciones, y los escritores contemporáneos sobre este tema; y ha citado las leyes Islámicas y las leyes de la antigüedad. Clara y vívidamente ha mostrado que la civilización Occidental no es un gran héroe de la emancipación de esclavos como finge serlo. De hecho, este ensayo abrirá los ojos de aquellos que ciegamente aprueban la propaganda del Humanismo Occidental.
La esclavitud no fue una institución inventada por el Cristianismo o el Islam. Ha existido desde antes que aparecieran estas religiones. Solo para dar un vistazo a la esclavitud en la antigüedad podemos citar de Justice Amir Ali:
La práctica de la esclavitud es contemporánea con la existencia humana. Históricamente sus huellas son visibles en todas las épocas y en todas las naciones. Los judíos, los griegos, los romanos y los germanos de la antigüedad, los pueblos cuyas instituciones sociales y legales más han afectado las costumbres modernas, reconocieron y practicaron ambas clases de esclavitud, tanto la servidumbre de campo como la esclavitud casera. Con el establecimiento de los Bárbaros del Norte y Occidente sobre las ruinas del imperio Romano, aparte de la esclavitud personal, la servidumbre territorial, escasamente conocida por los romanos, se volvió general en todos los países nuevos establecidos. Los códigos bárbaros, como el romano consideraban a la esclavitud como una condición normal de la humanidad; y si se le daba alguna protección al esclavo, era principalmente como la propiedad de su amo, quien solo aparte del Estado, tenía el poder de la vida y la muerte sobre él.[1]
En Persia el palacio del Emperador tenía doce mil esclavas. Cuando el Emperador Bizantino se sentaba en el trono, miles de esclavos permanecían atentos a atenderlo y cientos de ellos se inclinaban ante él cuando se colocaba sus calzados. En Grecia, el número de esclavos era mucho mayor que el número de hombres libres, aunque Grecia había producido grandes defensores de la humanidad y la justicia. Cada ejército griego que penetraba con cabalgatas de victoria sobre el enemigo, era seguido por una hueste de esclavos. Aristóteles, el famoso filósofo de la antigüedad, al discutir el tema de si alguien por naturaleza nace o no destinado a ser esclavo dice: “No es difícil responder esta pregunta, basados en la razón y la realidad. El que unos deban gobernar y otros ser gobernados es algo no solamente necesario, sino algo dictaminado a la hora de su nacimiento; algunos están marcados para ser sometidos, otros para gobernar.”
Luego concluye:
“…algunos hombres son libres por naturaleza, y otros son esclavos, y para estos esclavos, es tanto conveniente como correcto”.[2]
Con el Imperio Romano, la esclavitud del mundo antiguo alcanzó su cenit, pero cuando el Imperio Romano comenzó a decaer, la situación de muchos de los esclavos comenzó a mejorar un poco. Pero el cáncer de la esclavitud era demasiado evidente. Había desbordado la capacidad de la legalidad romana así como había derrotado la sutileza de la filosofía griega. Ser compasivo con los esclavos no era considerado un sentimiento natural sino una idiosincrasia personal. El esclavo difícilmente era visto como un ser humano; no tenía derechos, no tenía alma.[3]
En la época del advenimiento del Islam, en el siglo séptimo, la esclavitud era creciente por toda la India, Persia, Roma, la Península Arábiga, Rumania, Grecia. La elite y la clase educada de estos países no le daban a los esclavos ni siquiera los más mínimos derechos de un ser humano. El esclavo era considerado como una pertenencia no más valiosa que un ganado.[4] Por lo general, era vendido a menor precio que una oveja o una cabra. En ocasiones sociales especiales los ciudadanos distinguidos del Estado solían reunirse con el Jefe de Estado para observar los juegos entre gladiadores en los cuales los esclavos eran obligados a pelear con espadas y escudos de la misma manera que se observaba una pelea de gallos en las antiguas sociedades feudales. La gente se emocionaba hasta que uno de los luchadores era asesinado. El auditorio luego aplaudía al ganador efusivamente.[5]
Por otro lado, la Península Arábiga estaba rodeada de países que aun portaban rasgos de la grandeza de la entonces decadente civilización Greco-Romana, y por otro lado, los países estaban arropados por la Religión Zoroástrica y el Hinduismo. Como se mencionó anteriormente, en todos estos países la esclavitud era una institución reconocida. Las Doce Tablas habían dado su sello oficial de aprobación a esta institución. La dificultad no mitigada y la crueldad con la cual eran tratados los esclavos no había disminuido; los esclavos ahora eran aceptados como animales cuyo destino era solo trabajar y morir por aquellos que los poseían.
En este ensayo no intento hacer una crónica de la inhumanidad que tuvieron que sufrir los esclavos, pero es suficiente decir que el hombre por siempre cargará en su conciencia un sentido de culpabilidad por haber practicado alguna vez la esclavitud.
Aunque la esclavitud ha sido una institución que se inició en la era prehistórica de la humanidad, con seguridad podemos decir que el volumen de este comercio alcanzó su cenit por medio de las Naciones Cristianas de Europa y América quienes, como era su naturaleza, la convirtieron en un comercio estricto y comenzaron a capturar esclavos en grandes cantidades. Antes de describir el nefario comercio de esclavos iniciado por los portugueses, los españoles y otras potencias marítimas del Occidente cristiano en sus recientes adquiridas colonias, veamos si el Cristianismo como sistema y como un credo, hizo algo en los inicios para aliviar el destino de estos esclavos.
Justice Amir Ali escribió acerca del tema:
La Iglesia cristiana encontró en la esclavitud una institución reconocida del imperio; adoptó el sistema sin ningún esfuerzo por mitigar su carácter nefasto; no prometió su abolición gradual, ni mejoró el estatus de los esclavos. Bajo la ley civil, los esclavos eran simples enseres. Así fueron considerados bajo la dominación Cristiana. Los esclavos fuesen nativos o foráneos, adquiridos en guerras o por compra, eran considerados simplemente como enseres. Sus amos tenían el poder de la vida y la muerte sobre ellos. El Cristianismo no pudo abolir ni aliviar los males de la esclavitud.[6]
Will Durant describe la posición de la Iglesia de la siguiente forma:
La Iglesia ortodoxa y la romana no condenaron la esclavitud. Los bárbaros, igualmente, asumieron la institución de la esclavitud como natural e indestructible. Las leyes paganas condenaban a la esclavitud a cualquier mujer libre que se casara con un esclavo; las leyes de Constantino ordenaban que la mujer fuera ejecutada, y el esclavo quemado vivo. El emperador Graciano decretó que un esclavo que acusaba a su amo por cualquier ofensa excepto la traición al Estado debía ser quemado vivo, sin ser llevado a juicio.[7]
La única solución prescrita por el Cristianismo se ve en la carta de San Pablo a un tal Filemón devolviéndole su esclavo, Onesimus, con una recomendación de tratarlo bien. Nada más. Es interesante ver que la palabra “esclavo” del original hebreo ha sido cambiada por la palabra “sirviente” en La versión Autorizada de la Biblia, y a “criado de confianza” en La Versión Estándar Revisada, porque, en palabras del comentario de la Biblia Concisa, “esta palabra (esclavo) se evita debido a lo que está asociada”.[8]
Uno se sorprende de ver cómo un traductor se toma el derecho de cambiar el significado original solo debido a las “asociaciones”.
Es interesante anotar aquí que la palabra “esclavo” es de origen europeo. Tuvo origen cuando los Francos solían suministrar de mercancía (esclavos) al mercado español con los “bárbaros”, y aquellos cautivos resultaban ser en su mayoría gente de origen turco de la región conocida como Eslovaquia. Estas personas son llamadas “Eslavos” y por lo tanto los cautivos llegaron a ser conocidos como “Slaves” en inglés, “Esclavos” en español.
La siguiente cita bosqueja la actitud del Islam y del Cristianismo con respecto al tema de la esclavitud y la raza:
“¡Llévense a ese hombre negro! No tengo nada que hablar con él”, exclamó el Arzobispo Cristiano Cirus cuando los conquistadores árabes enviaron una comitiva con sus hombres más capacitados para discutir los términos de la rendición de la capital de Egipto, encabezada por un hombre negro, ‘Ubaidah, siendo éste el más capacitado de todos. Para sorpresa del Arzobispo, le fue informado que este hombre había sido comisionado por el General Amr, y que los musulmanes no diferenciaban entre los blancos y los negros; la única diferencia yacía en el carácter moral y no en el color de la piel.[9]
Este episodio le da al lector una idea de lo que me propongo explicar con mayor detalle y amplitud en este libro.
Por lo general el Islam siempre ha sido presentado por los cristianos como una religión que no solamente toleró la esclavitud sino que la impulsó. Ésta es una grave acusación levantada en contra del Islam, y en este libro me propongo demostrar su falsedad y de qué forma solo ha sido consecuencia del prejuicio y malicia en contra del Islam.
Brevemente hemos mencionado la actitud del Cristianismo hacia la esclavitud, y al respecto se discutirá mas adelante. Aquí, para comenzar, echemos un vistazo al Islam y sus códigos.
En lo que a la esclavitud concierne, los árabes en la época pre-islámica eran tan culpables como sus vecinos. Los esclavos eran una mercancía comercial, y la esclavitud era una institución establecida. Era una fuente de sustento para miles, y una fuente de trabajo para otros. Para la elite, el número de esclavos en la casa era símbolo de estatus.
Ésta era la situación antes del Islam. La esclavitud ofendía el espíritu del Islam tanto como la idolatría. Pero en tanto que la idolatría tenía sus raíces en el espiritualismo y de aquí que pudiese ser combatida con la razón, la esclavitud tenía sus raíces en el comercio, en la estructura social, en la agricultura; y la razón era solo un arma endeble en contra de un enemigo tan insidioso y tan profundamente arraigado. ¿Cómo entonces sería erradicada la esclavitud?
El lector mal informado bien puede pensar que el Profeta del Islam pudo haber utilizado la fuerza. Pero la poca efectividad de la fuerza para tal propósito es bien reconocida por todos los imparciales estudiantes de sociología. La fuerza puede someter pero inevitablemente conlleva hostilidad, y por lo general la hostilidad es tan fuerte que muchas causas justas han sido perdidas cuando se ha empleado la fuerza para sus fines. La triste situación de los Negros en Norteamérica es solo una ilustración de qué tan inefectivo puede ser el uso de la fuerza cuando el objetivo es alcanzar una reforma social. La emancipación de los esclavos no cambió la actitud del amo blanco hacia el ex-esclavo; ¡y qué legado amargo de antipatía racial ha dejado! Toynbee escribió: “Los negros en los Estados Unidos, que fueron emancipados jurídicamente en 1862, sienten, con buena razón, ahora después de más de un siglo, que aun se les han negado muchos derechos humanos de parte de la mayoría blanca”.[10]
La guerra del Islam en contra de la esclavitud se enfocó a cambiar la actitud y la mentalidad de toda la sociedad, de tal forma que después de la emancipación, los esclavos se convirtieran en sus miembros en todo el sentido de la palabra, sin necesidad de demostraciones, huelgas, desobediencia civil y enfrentamientos raciales. Y el Islam logró este objetivo que parecía imposible sin ninguna guerra. Decir que el Islam no libró ninguna guerra sería algo falso. Una guerra, pero una guerra en la cual ni la espada fue utilizada, ni sangre fue derramada.
El Islam se propuso atacar las raíces de su enemigo y creó aliados haciendo surgir esos instintos nobles en sus seguidores.
* * *
En primer lugar, el Islam colocó restricciones en la adquisición de los esclavos. Antes del Islam, la esclavitud era practicada con desenfado, los deudores eran esclavizados, los prisioneros de guerra eran sentenciados a muerte o esclavizados. En las naciones más débiles, la gente era cazada como animales, asesinada o capturada y reducida a la esclavitud. El Islam, en términos claros, prohibió a sus seguidores esclavizar a la gente con cualquier pretexto. La única excepción era un enemigo idólatra capturado en una guerra que se daba en defensa propia o con el permiso del Profeta o sus sucesores bien guiados. Esta excepción, en las palabras de Amir Ali: “Para servir como garantía de la preservación de las vidas de los musulmanes que eran capturados”.[11]
Como lo ha descrito el gran sabio ‘Al·lâmah Tabâtabâ’î ampliamente, antes del Islam los poderosos, por todo el mundo, solían esclavizar a los débiles sin ninguna restricción. Entre las “causas” importantes de la esclavitud se encontraban los tres siguientes factores:
Cuando llegó el Islam, anuló y negó los dos últimos factores completamente. A ningún gobernante o progenitor le era permitido tratar a sus subordinados o descendencia como esclavos. A todos los individuos se les concedió derechos bien definidos; el gobernante y el gobernado, el progenitor y la descendencia tenían que vivir dentro de los límites prescritos por la religión; nadie podía transgredir esos límites y drásticamente restringió la esclavitud a la primera causa, es decir, la guerra, permitiendo la esclavitud solamente en una guerra que se librara en contra de un enemigo incrédulo. Las personas no podían ser esclavizadas de ninguna otra forma. Al mismo tiempo, el Islam elevó el estatus de la esclavitud a un estatus digno de libertad; y abrió muchas puertas para su emancipación.[12]
Antes de que comenzara la esclavitud a gran escala a manos de los occidentales cuando comenzó la colonización, en las guerras, únicamente los hombres eran hechos cautivos. Pero el Islam no permitió guerras de agresión, todas las batallas que se dieron en vida del Profeta (s.a.w.) fueron en defensa propia. No solamente esto, sino que también se introdujo una alternativa: (S. Corán; 47:4).
En las batallas que se le impusieron a los musulmanes, el Profeta (s.a.w.) había ordenado un trato muy humano para con los prisioneros que caían en manos de los musulmanes. Podían comprar su libertad pagando pequeñas sumas de dinero, y algunos de ellos eran liberados sin ningún pago. Todo dependía de la discreción del Profeta o de sus sucesores legítimos, teniendo en cuenta la seguridad de los musulmanes y el grado de peligro ante el enemigo. Los cautivos de la primera batalla islámica, Badr, fueron liberados pagando un rescate (en forma monetaria o trabajo como por ejemplo enseñándole a leer y escribir a diez musulmanes), mientras que los de la tribu de Tay fueron liberados sin pagar ningún rescate.[13]
Inclusive en tal forma de esclavitud se adhería una condición que decía que una madre no podía ser separada de su hijo, ni hermano de su hermano, ni esposo de su esposa ni un miembro de un clan podía ser alejado de su clan. El Profeta y el primer Imam de los musulmanes, ‘Alî ibn Abî Tâlib, prescribieron graves castigos a aquellos que esclavizaban a un hombre libre, cortando la mano del culpable.
Amir Ali escribe en su libro Muhammadan Law:
En las leyes coránicas la posesión de un esclavo estaba condicionada a una guerra legítima que se desatara en defensa propia, en contra de los enemigos idólatras; y era permitido para servir como garantía de la preservación de las vidas de los cautivos propios. Muhammad encontró esa costumbre en los árabes paganos, y lo que hizo fue minimizar el mal, estableciendo a la vez reglas tan estrictas que, si no fuera por la malicia de sus defensores, la esclavitud como una institución social habría dejado de existir a medida que se acababan las guerras en las cuales la nación musulmana se vio envuelta al comienzo.
La mutilación del cuerpo humano también fue prohibida por Muhammad, en tanto esta institución que florecía en Persia y en los Imperios Bizantinos fue denunciada en términos muy severos. La compra de esclavos era desconocida durante los reinados de los primeros cuatro califas, los Julafâ ar-Râshidûn, los califas “bien guiados” como son llamados por nuestros hermanos sunnitas. Al menos no existe registro auténtico de que algún esclavo haya sido adquirido por compra durante el ejercicio de sus funciones. Pero con la llegada al poder de los Omeyas se dio un cambio al espíritu del Islam. Mu‘âwîiah fue el primer gobernante musulmán que introdujo al mundo islámico la práctica de adquirir esclavos por medio de la compra. También fue el primero en adoptar la costumbre bizantina de proteger a sus mujeres con eunucos. Durante el reinado de los Abasíes, el Imam Ya‘far As-Sâdiq (a.s.) predicó en contra de la esclavitud, y sus puntos de vistas fueron adoptados por los Muta‘zilitas.[14]
Así vemos que el gran esfuerzo del Islam por evitar que sus adeptos adquirieran nuevos esclavos fue estropeado por los Omeyas. Y debo decir que en épocas posteriores, se ignoraron los preceptos del Profeta y los mandatos del Corán, participando los árabes también junto con los Cristianos Europeos en el abominable tráfico de esclavos del África Oriental. El tráfico de esclavos desde el África occidental estuvo totalmente en manos de los Cristianos Europeos.
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En segundo lugar, el Islam comenzó una campaña activa para emancipar a los esclavos. La emancipación de los esclavos fue declarada como expiación de un número de pecados. Este tema está relacionado con las leyes canónicas del Islam, pero enumeraremos unas cuantas de ellas para mostrar cómo por pequeños pecados de comisión el castigo impuesto era la manumisión de esclavos. Por ejemplo, si un hombre no ayunaba durante el mes de Ramadán sin una razón justificada, o si abandonaba el I‘tikâf o voto mientras lo cumplía, etc., este hombre tenía que liberar un esclavo por cada día que dejó de ayunar, además de tener que ayunar posteriormente. Igualmente tenía que ser liberado un esclavo por el rompimiento de cada promesa; por rasgarse las ropas como muestra de dolor ante la muerte de un familiar; si una mujer se golpeaba, se cortaba o jalaba sus cabellos como muestra de dolor por la muerte de alguien; o por un homicidio accidental, y en algunos casos, hasta por los crímenes intencionales.[15] A partir de estos ejemplos algunos de ellos triviales pero profundamente arraigados en la cultura árabe, uno puede ver cómo las leyes religiosas fueron promulgadas en pro de la emancipación de los esclavos y la total erradicación de la maldición de la esclavitud de la sociedad.
Se puede alegar que al prescribir la manumisión de esclavos como penitencia por los pecados, el Islam concebía la continuación de la esclavitud como una institución permanente. Esto no es así. Para cada situación en la que la emancipación de un esclavo era prescrita como una penitencia, también se prescribía una alternativa, lo cual indica claramente que el objetivo del Islam era crear con el tiempo una sociedad libre de esta institución tan perniciosa.[16]
El Islam también declaró que cualquier mujer esclava que diera a luz un hijo de su amo no podía ser vendida, y que al morir el padre, automáticamente ella se convertía en una mujer libre.[17]
Aun más; a diferencia de las costumbres antiguas, el Islam ordenaba que el hijo nacido de una mujer esclava con su amo tuviera el estatus del padre.[18] A los esclavos les era concedido un derecho a costear su propia liberación en pago de una suma acordada o al cumplimiento del servicio por un periodo acordado. El término legal para esto es mukâtabah.
Al·lâh dice en el Corán:
﴿ وَلْيَسْتَعْفِفِ الَّذِينَ لاَ يَجِدُونَ نِكَاحاً حَتَّى يُغْنِيَهُمُ اللَّهُ مِن فَضْلِهِ وَالَّذِينَ يَبْتَغُونَ الْكِتَابَ مِمَّا مَلَكَتْ أَيْمَانُكُمْ فَكَاتِبُوهُمْ إِنْ عَلِمْتُمْ فِيهِمْ خَيْراً وءَاتُوهُم مِّن مَّالِ اللَّهِ الَّذِي ءَاتَاكُمْ وَلاَ تُكْرِهُوا فَتَيَاتِكُمْ عَلَى الْبِغَآءِ إِنْ أَرَدْنَ تَحَصُّناً لِتَبْتَغُوا عَرَضَ الْحَيَاةِ الدُّنْيَا وَمَن يُكْرِههُّنَّ فَإِنَّ اللَّهَ مِن بَعْدِ إِكْرَاهِهِنَّ غَفُورٌ رَّحِيمٌ ﴾
«Que los que puedan no casarse observen la continencia hasta que Dios les enriquezca con Su favor. En cuanto a vuestros esclavos que requieran la mukâtabah (para emanciparse) otorgádselas, si es que observáis rectitud en ellos, y dadles de la hacienda que Dios os ha concedido. Si vuestras esclavas prefieren vivir castamente, no les obliguéis a prostituirse para procuraos los bienes de la vida mundanal. Si alguien les obliga, luego de haber sido obligadas Dios se mostrará Indulgente, Misericordioso.» (S. Corán: 24: 33)
La palabra Kitâb en el versículo se refiere al contrato escrito entre el esclavo y su amo conocido como mukâtabah -realización de contrato. El factor significativo en la mukâtabah es que cuando un esclavo deseaba entrar en dicho contrato escrito, el amo no podía rehusarse.[19] En el versículo citado anteriormente, Dios ha hecho obligatorio para los musulmanes ayudar a los esclavos a obtener su liberación. Cuando un esclavo quería liberarse, el amo no solamente tenía que aceptar, sino que debía ayudar al esclavo a lograrlo con su propia fortuna,[20] la única condición era apreciar el hecho de que el esclavo obtendría una vida respetable después de lograr su liberación. De esa forma hace casi 1400 años el Islam pudo darle, de una forma muy eficaz, un golpe mortal a la esclavitud.
También el Islam ordenaba que los esclavos que buscaban la libertad fueran ayudados con dinero del Tesoro Público (bait al-mâl).[21] Así, como último recurso, el Profeta y sus seguidores bien guiados ofrecían rescates por la libertad de los esclavos con dinero del Estado. El Corán reconoce la emancipación de los esclavos como uno de los gastos permisibles del dinero de la caridad. (Corán, 9: 60, 2: 177)
Vale la pena recordar que un esclavo automáticamente se convertía en un hombre libre si su amo lo torturaba, y si por ejemplo mutilaba una parte de su cuerpo, una oreja, sus ojos, etc.[22] También si los esclavos, que vivían en un Estado Islámico, aceptaban el Islam ante sus amos, automáticamente se convertían en hombres libres. Si el esclavo perdía su vista o era objeto de una discapacidad se convertía en un hombre libre.[23] Según el Imam Ÿa‘far As-Sâdiq (a.s.), si un esclavo era musulmán y había trabajado durante siete años, debía ser liberado. Obligarlo a trabajar durante más de siete años no era permitido.[24] Debido a esta tradición es que los sabios religiosos tienen la opinión de que liberar a un esclavo después de siete años era un acto de virtud muy recomendado.
Además de estos métodos de emancipación obligatorios, voluntariamente se declaraba la emancipación de los esclavos como la forma más pura de caridad. El Imam ‘Alî (a.s.) emancipó a miles de esclavos, comprándolos con su propio dinero.[25] Ese mismo número de esclavos fueron liberados por el Imam Mûsâ Al-Kâdzim. El cuarto Imam, ‘Alî ibn Al-Husein (a.s.), solía liberar a todos los esclavos de su casa en la víspera del ‘Îd (festividad de los musulmanes). Es importante anotar que en todos los casos anteriores, a los esclavos liberados se les daban los medios suficientes para ganarse la vida respetablemente.
El Islam fue la primera y única religión que prescribió la liberación de los esclavos como una virtud y una condición de la fe sincera en Dios. Ninguna religión aparte del Islam ha predicado y dispuesto mejor forma mediante la cual poder mostrar nuestro amor por nuestros hermanos seres humanos que se encontraban cautivos. En el capítulo 90 del Corán, se ha prescrito la liberación de un esclavo como una virtud esencial de la fe:
﴿ لَقَدْ خَلَقْنَا الإِنسَانَ فِي كَبَدٍ * أَيَحْسَبُ أَن لَن يَقْدِرَ عَلَيْهِ أَحَدٌ * يَقُولُ أَهْلَكْتُ مَالاً لُبَداً * أَيَحْسَبُ أَن لَمْ يَرَهُ أَحَدٌ * أَلَمْ نَجْعَل لَهُ عَيْنَيْنِ * وَلِسَاناً وَشَفَتَيْنِ * وَهَدَيْنَاهُ النَّجْدَيْنِ * فَلاَ اقْتَحَمَ الْعَقَبَةَ * وَمَآ أَدْرَاكَ مَا الْعَقَبَةُ * فَكُّ رَقَبَةٍ * أَوْ إِطْعَامٌ فِي يَوْمٍ ذِي مَسْغَبَةٍ * يَتِيماً ذَا مَقْرَبَ * أَوْ مِسْكِيناً ذَا مَتْرَبَةٍ ﴾
«Ciertamente que hemos creado a los hombres para que moren en la dificultad. ¿Cree que nadie tiene poder sobre él? Él dirá: “He gastado mucha riqueza”. ¿Cree que nadie le ve? ¿No le hemos dado dos ojos, una lengua y dos labios, y le hemos señalado los dos caminos? Pues nunca se ha puesto a subir la Cuesta, y ¿cómo sabrás qué es la Cuesta?... Es manumitir a un esclavo, alimentar en tiempo de hambre a un pariente próximo huérfano, a un pobre en miseria.» (S. Corán: 90: 4-16)
Debemos recalcar que el Islam siempre exhortó a la liberación de los esclavos. El Islam controló la esclavitud de una forma práctica y llena de gracia de tal forma que el poseer un esclavo se convertía en una gran responsabilidad para el amo, y a la vez encomendaba mucho cuidado y bondad hacia los esclavos, hasta tal punto que muchos cuando eran liberados no querían partir del lado de sus amos.
* * *
En tercer lugar, el Islam restauró la dignidad de los esclavos y elevó su estatus social. No hacía distinción entre un esclavo o un hombre libre, y todos eran tratados con igualdad. Fue este hecho el que siempre atrajo a los esclavos al Islam. Es doloroso ver que aquellos que nunca dejaron de vociferar su crítica injusta en contra del Islam no percibieron este principio de igualdad, cuando incluso en esta era civilizada hay países donde existen leyes para discriminar a la mayoría de la población y mantenerla en completo sometimiento.
El Islam no reconoce distinción de raza, entre blancos, negros, civiles o soldados, gobernantes o ciudadanos; son todos iguales, no solo en teoría sino en práctica. El primer mu’âdhdhin del Islam, un adepto devoto del Profeta y un discípulo querido, fue un esclavo negro. El Corán expresa el grado de superioridad en el versículo 13 del capítulo 49; se refiere a la humanidad, a toda la raza humana, y predica la hermandad natural del hombre sin distinción de tribu, clan, raza o color. Dice:
﴿ يَآ أَيُّهَا النَّاسُ إِنَّا خَلَقْنَاكُم مِن ذَكَرٍ وَاُنثَى وَجَعَلْنَاكُمْ شُعُوباً وَقَبَآئِلَ لِتَعَارَفُوا إِنَّ أَكْرَمَكُمْ عِندَ اللَّهِ أَتْقَاكُمْ إِنَّ اللَّهَ عَلِيمٌ خَبِيرٌ ﴾
«¡Hombres! Os hemos creado de un varón y una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más le teme. Dios es Omnisciente, está bien informado.» (S. Corán: 49; 13)
Este versículo muestra el punto de vista del Islam con respecto a la vida humana sobre la tierra. Dispone solo un criterio de superioridad y honor, que es la piedad, lo que significa obediencia completa a la voluntad de Dios, y elimina todas las distinciones artificiales creadas por el hombre, como las distinciones de raza y color que se encuentran actualmente en el mundo. Para explicar las cualidades de piedad, veamos lo que dice Dios:
﴿ لَيْسَ الْبِرَّ أَنْ تُوَلُّوا وُجُوهَكُمْ قِبَلَ الْمَشْرِقِ وَالْمَغْرِبِ وَلكِنَّ الْبِرَّ مَنْ ءَامَنَ بِاللّهِ وَالْيَومِ الاَخِرِ وَالْمَلآئِكَةِ وَالْكِتَابِ وَالنَّبِيِّينَ وَاتَى الْمَالَ عَلَى حُبِّهِ ذَوي الْقُرْبَى وَالْيَتَامَى وَالْمَسَاكِينَ وَابْنَ الْسَّبِيلِ وَالسَّآئِلِينَ وَفِي الرِّقابِ وَأَقَامَ الصَّلاَةَ وَاتَى الزَّكَاةَ وَالْمُوفُونَ بِعَهْدِهِمْ إِذَا عَاهَدُوا وَالصَّابِرِينَ فِي الْبَأْسَآءِ وَالضَّرَّآءِ وَحِينَ الْبَأْسِ اُوْلَئِكَ الَّذِين َصَدَقُوْا وَاُوْلَئِكَ هُمُ الْمُتَّقُونَ ﴾
«La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro hacia el Oriente o hacia el Occidente, sino en creer en Dios y en el último Día, en los ángeles, en la Escritura y en los Profetas, en dar de la hacienda, a pesar de quererla, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos, en hacer la oración y dar la caridad, en cumplir con los compromisos contraídos, en ser pacientes en el infortunio, en la aflicción y en tiempo de peligro. Esos son los hombres sinceros, esos los temerosos de Dios.» (S. Corán: 2; 177)
Este versículo muestra claramente por sí mismo que no hay una virtud específica al volverse hacia una dirección particular en la oración. (La unidad de la Qiblah indica la unidad de la fe, lo que lleva a una unidad espiritual y culmina en una armonía física). La creencia y práctica encomendada en el versículo son las virtudes reales, y aparte de ser encomendadas por Dios, son claras ante la razón humana. Por favor tengan en cuenta que «dar de la hacienda, a pesar de quererla, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos», es una de ellas.
En una tradición del Imam Muhammad Al-Bâquir (a.s.) se menciona que cuando una persona golpeaba a su esclavo o esclava, sin una justificación legal, la única forma de expiar este acto era dándole la libertad. En otra tradición, Zurârah le preguntó al mismo Imam acerca de la actitud de un amo hacia sus esclavos. El Imam respondió que “un acto realizado involuntariamente por los esclavos no merecía castigo”. Es de interés saber que un esclavo tenía el derecho de demandar a su amo. Una tercera tradición del mismo Imam dice que un hombre que poseyera las siguientes cuatro características sería perdonado y ocuparía un lugar especial en el Paraíso: 1. Aquel que cuide de un huérfano y le dé amor de padre o madre. 2. Aquel que sea bondadoso con los débiles. 3. Aquel que ayude económicamente a sus padres y sea cariñoso con ellos; y por último, 4. Aquel que no se enoje con sus sirvientes o esclavos, los ayude en los trabajos y se abstenga de encomendarles tareas que estén más allá de sus capacidades.
“El Islam ordenó que un amo debe tratar a su esclavo como si fuera un miembro de su familia; debe cubrir todas las necesidades que tiene en su vida. El Profeta solía comer junto con los esclavos y no vestía mejor que ellos ni los discriminaba de ninguna manera.
El Islam obligaba a los amos a no colocar en dificultades a sus esclavos; los esclavos no podían ser torturados, abusados o tratados injustamente. Se podían casar (con el permiso de su amo) con los hombres y mujeres libres. Podían aparecer como testigos, y participar junto con los hombres libres en todas las actividades. Muchos de ellos eran designados como gobernadores, comandantes o administradores.
Ante los ojos del Islam, un esclavo piadoso era mejor que un hombre libre que no fuera piadoso”.[26]
Se menciona en las narraciones fidedignas del Profeta que se debía alimentar al esclavo con lo mismo que el amo se alimentaba, y vestirlo con lo que el amo vestía. En su famoso sermón en ‘Arafât, el 9 del Dhul-Hiÿÿah, en el año 9 después de la Hégira, durante su última Peregrinación, el Profeta (s.a.w.) dijo: “...y sus esclavos, aliméntenlos con lo mismo que ustedes se alimentan y vístanlos con lo mismo que ustedes visten. Y si comenten un error el cual no puedan perdonarles, entonces libérenlos porque ellos son siervos de Dios y no pueden ser atormentados…”.[27]
Decir que el Islam trató a los esclavos sobre el fundamento de la igualdad, sería minimizar al Islam. Porque, de hecho, por un número de ofensas, el castigo para un esclavo era la mitad del castigo que se le imputaba a otros.[28]
Esto es contrario a la práctica establecida por todas las naciones para castigar a los esclavos en donde castigaban más severamente a los esclavos que a los hombres libres. El Profesor Davis escribe: “La ley criminal siempre era más dura para los esclavos que para los hombres libres”.[29]
El Profeta del Islam (s.a.w.) siempre exhortó a sus seguidores a tratar a sus esclavos como si fueran miembros de la familia. Él y los miembros de su familia siempre trataron a sus sirvientes de esa manera. Una sirvienta al servicio de Fátima (a.s.), la hija del Profeta, testifica que Fátima había establecido una norma al compartir todos los trabajos de la casa con ella, e insistió en que la sirviente debería tener días alternos de descanso en los cuales Fátima (a.s.) atendería el trabajo. De esa forma, se creaba una división equitativa del trabajo entre ella y su sirvienta.
Se ha dicho que una vez ‘Alî y su sirviente Qambar fueron a una tienda donde ‘Alî seleccionó dos vestidos, uno barato y rústico, y otro caro. ‘Alî le dio el vestido costoso a Qambar. Qambar se sorprendió y dijo: “¡Oh amo!, éste es el más caro y tú eres el líder de los musulmanes. Deberías tomar éste”. ‘Alî contestó: “¡No Qambar!, tú eres un hombre joven y los hombres jóvenes deben vestir ropas mejores”. ¿Puede este trato generar algún sentimiento de inferioridad en los esclavos? Era prohibido para los amos llamar a sus esclavos con apelativos degradantes; el Islam los exhortaba a llamarlos con palabras cariñosas como “mi muchacho” o “mi joven sirviente”. Tampoco una madre podía ser separada de su hijo, ni un hermano de su hermano, ni un padre de su hijo, ni un esposo de su esposa, ni un familiar de otro familiar.
Ahora refirámonos al Corán:
﴿ وَاعْبُدُوا اللَّهَ وَلاَ تُشْرِكُوا بِهِ شَيْئاً وَبِالْوَالِدَيْنِ إِحْسَاناً وَبِذِي الْقُرْبَى وَالْيَتَامَى وَالْمَسَاكِينِ وَالْجَارِ ذِي الْقُرْبَى وَالْجَارِ الْجُنُبِ وَالصَّاحِبِ بِالْجَنْبِ وَابْنِ السَّبِيلِ وَمَا مَلَكَتْ أَيْمَانُكُمْ إِنَّ اللَّهَ لاَ يُحِبُّ مَن كَانَ مُخْتَالاً فَخُوراً ﴾
«Servid a Dios y no le asociéis nada. Sed buenos con vuestros padres, parientes, huérfanos, pobres, vecinos parientes y vecinos lejanos, el compañero que te flanquea, el viajero (que se ha quedado sin recursos) y vuestros esclavos. Dios no ama al presumido jactancioso.» (S. Corán: 4: 36)
El Santo Profeta le regaló un esclavo a Abû Dharr Al-Ghiffârî y le dijo que cuidara de él de la mejor manera, que lo alimentara con lo mismo que él se alimentaba y lo vistiera con lo mismo que él vestía. Abû Dharr tenía un manto e inmediatamente lo partió en dos, y le dio una pieza a su esclavo. El Profeta dijo: “¡Excelente!”. Abû Dharr llevó su esclavo a casa y lo liberó. El Profeta se complació mucho con Abû Dharr y dijo: “Dios te recompensará por esto.”
Es bien sabido cómo el Imam Zain Al-‘Âbidîn (a.s.) trató a su sirvienta. Una vez mientras ésta le servía sus alimentos, accidentalmente derramó una sopa caliente sobre el Imam. Era consciente del dolor del Imam y temía que el Imam se hubiera enojado, por lo tanto recitó el versículo coránico que dice: «Aquéllos que reprimen la ira.»
El Imam contestó: “He reprimido mi ira.”
Luego la sirvienta dijo: «Y aquéllos que perdonan a la gente.»
El Imam dijo: “Te he perdonado.”
Por último ella dijo: «Y Dios ama a los que hacen el bien.»
El Imam contestó: “Te doy la libertad en procura de la complacencia de Dios.”
La sirvienta había citado esas palabras del versículo 133 del Capítulo 2 del Corán. A continuación mencionamos el versículo completo:
﴿ الَّذِينَ يُنْفِقُونَ فِي السَّرَّآءِ وَالضَّرَّآءِ وَالْكَاظِمِينَ الْغَيْظَ وَالْعَافِينَ عَنِ النَّاسِ وَاللَّهُ يُحِبُّ الْمُـحْسِنِينَ ﴾
«Aquéllos que dan limosna tanto en la prosperidad como en la adversidad, reprimen la ira, perdonan a la gente; y Dios ama a los que hacen el bien.» (S. Corán: 2: 133)
Una vez alguien mencionó que los esclavos del Imam Zain Al-‘Âbidîn (a.s.) no le temían en lo absoluto. Al escuchar esto, el Imam se prosternó ante Dios en agradecimiento y dijo: “Le doy gracias a Dios porque Sus criaturas no me temen.”
De lo que hemos dicho anteriormente debe quedar claro que los esclavos del Profeta (s.a.w.) y de los Imames de su Casa (a.s.) eran tratados con cariño y respeto así como aquellos que seguían los mandatos del Corán y los ejemplos dados por el Profeta y los Imames.
Con respecto a la actitud del amo musulmán con sus esclavos, Will Durant dice: “...los trataba con una gran humanidad, tal vez mejor que el trato que se le daba a un obrero del siglo XIX en Europa”.[30]
Al final del siglo XVIII, Mouradgea d´Ohsson (una fuente importante de información para los escritores occidentales sobre el imperio Otomano), dijo:
“Posiblemente no exista nación donde los prisioneros, esclavos, y los trabajadores en las galeras hayan sido tratados con más generosidad que entre los mahometanos”.[31]
P.L. Riviere escribió:
“Un amo tenía la obligación de compartir con su esclavo las bondades recibidas de Dios. Debe reconocerse que al respecto, la doctrina islámica reconoció tal respeto por la personalidad humana y mostró un sentido de igualdad que se busca en vano en la antigua civilización”.[32]
Y no solamente en las civilizaciones antiguas; incluso en la civilización cristiana moderna la arraigada creencia de la supremacía racial aún se manifiesta a diario. A.J. Toynbee dice en su libro Civilization on Trial:
“La extinción del tema racial como se dio entre los musulmanes es uno de los alcances sobresalientes del Islam, y en el mundo contemporáneo existe, efectivamente, una gran necesidad de la propagación de esta virtud islámica…”. Luego comenta que “en este peligroso asunto de la raza difícilmente se puede negar que (el dominio de los pueblos de habla inglesa) ha sido una desgracia”.[33]
Se narra que Napoleón Bonaparte con respecto a la condición de los esclavos en los países musulmanes, dijo:
“El esclavo hereda la propiedad de su amo y se casa con la hija del amo. La mayoría de los Pashas eran esclavos. Muchos de los grandes visires, todos los Mamelucos, Ali Ben Mourad Beig, fueron esclavos. Iniciaron sus vidas realizando los trabajos más bajos en las casas de sus amos y luego elevaron su estatus. En occidente, al contrario, el esclavo siempre estuvo por debajo de la posición de sirviente doméstico; ocupó la posición más baja. Los romanos emancipaban a sus esclavos, pero el emancipado nunca era considerado como igual al nacido libre. Las ideas de Oriente y Occidente son tan diferentes que tomó mucho tiempo lograr que los egipcios entendieran que todo el ejército no estaba conformado por esclavos que pertenecían al Sultán al-Kabir”.[34]
Para que tengamos una idea de cómo elevó el Islam el estatus de los esclavos y les dio un trato humano en lugar de considerarlos como bestias, que es la forma como eran vistos antes de la llegada del Islam, es bueno revisar la siguiente narración: Un día el Profeta (s.a.w.) se encontraba sentado junto a Salmân, Bilâl, ‘Ammâr, Suhaib, Jabbâb (todos habían sido esclavos) y junto a ellos también se encontraba un grupo de árabes musulmanes pobres; de repente, uno de los incrédulos que pasaba por ese lugar, al ver a estas personas “insignificantes” junto al Profeta, le dijo: “¿Has preferido a estas personas en vez de tu gente? ¿Quieres que los sigamos? ¿Dios les ha concedido Su Gracia, para que ellos crean y nosotros no? Es mejor que te apartes de ellos; si lo haces, entonces tal vez te sigamos”. El Profeta hizo caso omiso a su exigencia, y Dios le reveló el siguiente versículo:
﴿ وَلاَ تَطْرُدِ الَّذِينَ يَدْعُونَ رَبَّهُم بِالْغَدَاةِ وَالْعَشِيِّ يُرِيدُونَ وَجْهَهُ مَا عَلَيْكَ مِنْ حِسَابِهِم مِن شَيْءٍ وَمَا مِن حِسَابِكَ عَلَيْهِمْ مِن شَيْءٍ فَتَطْرُدَهُمْ فَتَكُونَ مِنَ الظَّالِمِينَ * وَكَذلِكَ فَتَنَّا بَعْضَهُم بِبَعْضٍ لِيَقُولُوا أَهَؤُلآءِ مَنَّ اللّهُ عَلَيْهِمْ مِن بَيْنِنَآ أَلَيْسَ اللّهُ بِاَعْلَمَ بِالشَّاكِرِينَ * وإِذَا جَآءَكَ الَّذِينَ يُؤْمِنُونَ بِاَيَاتِنَا فَقُلْ سَلاَمٌ عَلَيْكُمْ كَتَبَ رَبُّكُمْ عَلَى نَفْسِهِ الرَّحْمَةَ أَنَّهُ مَنْ عَمِلَ مِنكُمْ سُوءاً بِجَهَالَةٍ ثُمَّ تَابَ مِن بَعْدِهِ وَأَصْلَحَ فَاَنَّهُ غَفُورٌ رَحِيمٌ ﴾
«No rechaces a quienes invocan a su Señor mañana y tarde por deseo de agradarle. No tienes tú que pedirles cuentas de nada, ni ellos a ti. Y, si les rechazas, serás de los impíos. Así hemos probado a unos por otros para que digan: ¿Es a éstos a quienes Dios ha agraciado de entre nosotros? ¿No conoce Dios mejor que nadie a los agradecidos? Cuando vengan a ti los que creen en Nuestros signos, di: ¡Paz sobre vosotros! Vuestro Señor se ha prescrito a Sí Mismo la Misericordia, de modo que si uno de vosotros obra mal por ignorancia, pero luego se arrepiente y enmienda, Él es Misericordioso, Indulgente.» (S. Corán: 6: 54)
Salmân, Bilâl, ‘Ammâr y sus compañeros dijeron: “Cuando Dios reveló estos versículos, el Profeta se dirigió a nosotros; nos dijo que nos acercáramos y dijo: “Vuestro Señor se ha prescripto a Sí Mismo la Misericordia”. En esos días, cuando estábamos junto a él y quería marcharse, se ponía de pie. Luego Dios le reveló:
﴿ وَاصْبِرْ نَفْسَكَ مَعَ الَّذِينَ يَدْعُونَ رَبَّهُم بِالْغَدَاةِ وَالْعَشِيِّ يُرِيدُونَ وَجْهَهُ وَلاَ تَعْدُ عَيْنَاكَ عَنْهُمْ تُرِيدُ زِينَةَ الْحَيَاةِ الدُّنْيَا وَلاَ تُطِعْ مَنْ أَغْفَلْنَا قَلْبَهُ عَن ذِكْرِنَا وَاتَّبَعَ هَوَاهُ وَكَانَ أَمْرُهُ فُرُطاً ﴾
«No rehuyas estar con los que invocan a su Señor mañana y tarde por deseo de agradarle. No quites los ojos de ellos por deseo del ornato de la vida mundanal. No obedezcas a aquel cuyo corazón hemos hecho que se despreocupe de Nuestro recuerdo, que sigue su pasión y se conduce insolentemente.» (S. Corán: 18: 28)
Cuando se reveló esta aleya, a partir de ese momento el Profeta nos hacía sentar junto a él, de tal forma que nuestras piernas rozaban las suyas, y nunca se ponía de pie antes que nosotros. Cuando presentíamos que había llegado la hora de que partiese, nosotros nos poníamos de pie primero, y luego él se ponía de pie y se marchaba después de nosotros. El Profeta solía decirnos: “Le doy gracias a Dios Quien no me ha llevado de este mundo antes de haberme ordenado ser perseverante con cierto grupo de mi Ummah. Pasaré el resto de mi vida junto a ustedes, y después de la muerte, permaneceré con ustedes”.[35]
Quiero dar una breve lista de aquellos esclavos que ocuparon los niveles terrenales y espirituales más elevados en el Islam y en la sociedad islámica, desde los inicios del Islam.
Fue el hijo de un sacerdote zoroástrico en la provincia de Fars. Desde el comienzo quiso encontrar y practicar una religión que estuviera libre de las tergiversaciones del ser humano. Esto fue antes de la llegada del Islam. Se convirtió al Cristianismo y en su afán de adquirir el conocimiento divino estuvo al servicio de varios sacerdotes distinguidos. Después de pasar por muchas dificultades y sufrimientos, se unió a un monje en Antioquia, monje éste que en el momento de su muerte le anunció que era hora de la aparición del último Profeta del universo. Le dijo que partiera hacia el Hiÿâz, la provincia árabe donde estaba La Meca y Medina. En el camino fue esclavizado por una banda de guerreros y fue vendido de un amo a otro, pasando por las manos de diez amos. Finalmente, fue comprado por una judía en Medina. No es posible dar detalles de las torturas por las que tuvo que pasar durante su cautiverio, pero parece ser que el destino lo acercaba a su objetivo, porque fue en Medina donde conoció al Profeta del Islam. Después de algunas pruebas, Salmân reconoció en él los signos del Profeta referido en el Nuevo Testamento (Juan 1: 19-25). Salmân aceptó el Islam[36] y el Santo Profeta lo compró de su ama judía y lo liberó. Esto fue después de la batalla de Badr, la primera batalla del Islam, y antes de la batalla de Uhud.[37]
La fe de Salmân, su conocimiento, piedad y logros espirituales incomparables lo colocaron por encima de cualquier compañero del Santo Profeta (s.a.w.). Es considerado uno de los cuatro pilares del auxilio a la verdadera fe del musulmán junto con Abû Dharr al- Ghiffarî, Miqdâd y ‘Ammâr. Tiene la particularidad de haber sido incluido entre Ahl-ul Bait (La Gente de la Casa del Profeta) por virtud de su fe y su piedad. Las tradiciones demuestran su superioridad y es imposible narrar sus virtudes en este resumen. Sin embargo, cito algunas de ellas para darle al lector una idea del estatus de este hombre ante los ojos del Profeta y de sus sucesores.
Aunque ya había aceptado el Islam, Salmân no participó en la batalla de Badr debido a su cautiverio en ese entonces. Después de Badr, combatió en las demás batallas en defensa del Islam y de los musulmanes. Cuando los Quraishitas de La Meca, todos unidos con otras tribus incluyendo los judíos de Medina, sitiaron a Medina, fue Salmân quien le propuso al Profeta cavar un foso alrededor de Medina para evitar el ataque de los enemigos por los puntos débiles de la ciudad. Y es por esta razón que esta batalla se conoce con el nombre de la Batalla del Foso (Jandaq).[38]
Fue en esta batalla que se suscitó una discusión amistosa entre los emigrantes de La Meca (los Muhâÿirûn) y los nativos de Medina (los Ansâr). El tema: ¿Era Salmân un Muhâÿir o un Ansâr? Los Ansâr sustentaban que puesto que Salmân había llegado al Profeta en Medina, por lo tanto pertenecía al grupo de los Ansâr; los Muhâÿirûn argumentaban que como éste había dejado su familia, era un Muhâÿir.
Esta discusión amistosa también demuestra qué tan importante era Salmân para ellos puesto que cada grupo quería atribuírselo para sí mismo. Esta controversia fue llevada donde el Profeta, quien decidió a qué grupo pertenecía Salmân. Éste dijo: “Salmân minnâ ahlil bait” (Salmân es de nosotros Ahl-ul Bait)”.[39] Fue un gran honor que ha sido mencionado constantemente en narraciones y poemas. Dijo un poeta:
La piedad de Salmân fue su genealogía,
En tanto que no hubo afinidad entre Noé y su propio hijo.
El Santo Profeta (s.a.w.) también ha dicho: “Salmân es un mar que no se agota y un tesoro infinito. Salmân es de nosotros, la Familia del Profeta; se le ha concedido la sabiduría y la razón”.[40] Dijo el Imam ‘Alî (a.s.): “Salmân era como Luqmân el Sabio”.[41] Se ha narrado de muchos sabios islámicos que Luqmân podría haber sido un Profeta. El Imam Ya‘far As-Sâdiq (a.s.) dijo que Salmân tenía el rango de Luqmân.[42] El Imam Al-Bâquir dijo que Salmân era de los mutawassimîn (aquellos que conocen el interior de las personas).[43] Numerosas narraciones han sido relatadas donde se dice que Salmân tenía conocimiento de Ismu-l A‘dzam (el Nombre más Majestuoso de Dios);[44] y que era uno de los muhaddazîn (a quienes les hablan los ángeles).[45]
Para mostrar la grandeza de Salmân, es suficiente con lo que dijo el Profeta: “La fe tiene diez grados, y Salmân es el décimo grado (el más elevado); Abû Dharr es el noveno y Miqdâd el octavo”. Cada vez que llegaba el ángel Gabriel a visitar al Profeta solía pedirle que le diera sus saludos de parte de Dios a Salmân, y que le enseñara a conocer el futuro.[46] Salmân solía visitar al Profeta en las noches en un lugar donde el Profeta y el Imam ‘Alî le enseñaban el conocimiento de Dios, secreto de Dios que nunca antes había sido enseñado a nadie, porque nadie podría soportarlo. Es debido a esto que el Imam ‘Alî dijo: “Salmân obtuvo el conocimiento de lo primero y de lo último; es un mar que nunca se acaba y es de nosotros, la Familia del Profeta”.[47]
‘Al·lâmah Maÿlisî escribe en ‘Ain al-Haiât que se sabe a partir de las narraciones de los Shiítas y de los Sunnitas que, después de los ma‘sumîn (infalibles), ninguno de los compañeros del Profeta llegó a ser como Salmân, Abû Dharr y Miqdâd. El Imam Mûsa Al-Kâdzim (a.s.) dijo: “El Día de la Resurrección alguien de parte de Dios dirá: “¿Dónde están los Hawarîiun (los apóstoles) y los fieles compañeros de Muhammad ibn ‘Abdul·lâh, aquellos que permanecieron firmes en el camino que él les mostró y nunca quebrantaron su pacto?”. Luego se pondrán de pie Salmân, Miqdâd y Abû Dharr”.[48]
El Santo Profeta (s.a.w.) dijo: “Dios me ha ordenado amar a cuatro de mis compañeros”. La gente preguntó quiénes eran esos cuatro compañeros. El Santo Profeta dijo: “Alî bin Abî Tâlib, Salmân, Miqdâd y Abû Dharr”.[49] Según las narraciones, Dios enviaba regalos del Paraíso a Salmân; y el Paraíso esperaba ansiosamente su llegada.[50]
Una vez Mansûr bin Buzurg, de origen persa, le preguntó al Imam Ya‘far As-Sâdiq (a.s.) por qué éste recordaba tanto a Salmân. El Imam dijo: “No digas Salmân Al-Farsî (el Persa); di: “Salmân de Muhammad”. Debes saber que la razón por la que lo recuerdo tanto es por tres de sus especiales virtudes: Primero, hizo a un lado sus propios deseos para darle prioridad a los deseos del Imam ‘Alî. Segundo, amó al pobre y los prefirió en vez de la riqueza y las personas adineradas. Tercero, amaba el conocimiento y a las personas sabias. Ciertamente que Salmân fue un buen siervo de Dios, un musulmán puro y no fue de los politeístas”.[51]
En cierta ocasión algunos compañeros del Profeta (s.a.w.) hacían alusión a sus genealogías, mostrando orgullo por sus árboles genealógicos. Salmân estaba junto a ellos. ‘Umar, quien mucho después se convirtió en el segundo califa, se dirigió a Salmân y le pidió que describiera su árbol genealógico. Salmân le dijo: “Yo soy Salmân, hijo de un siervo de Dios. Era pobre y Dios me enriqueció a través de Muhammad (s.a.w.); era un esclavo y Dios me liberó a través de Muhammad (s.a.w.). Éste es mi estirpe y mi estatus, ¡oh ‘Umar!”.[52]
Se ha dicho que el mismo Abû Dharr era uno de los cuatro pilares del auxilio a la fe y el noveno en grados de la fe. Pero inclusive Abû Dharr no pudo entender apropiadamente a Salmân.
En una ocasión fue a la casa de Salmân. Salmân cocinaba algo en una marmita. Los dos amigos conversaban cuando de repente el recipiente cayó al suelo, pero maravilla de maravillas, ni una sola gota se derramó. Salmân colocó la marmita de nuevo en el fuego. Después de un rato ocurrió lo mismo. Ni una sola gota se derramó y Salmân tranquilamente la colocó de nuevo en el fuego.
Abû Dharr estaba impresionado. Rápidamente se marchó y se encontró con el Imam ‘Alî y le narró lo ocurrido. ‘Alî le dijo: “¡Oh Abû Dharr! Si Salmân te dijese lo que conoce, te maravillarías. ¡Oh Abû Dharr! Salmân es una puerta de Dios en la tierra. Todo aquel que lo acepte es un creyente, todo aquel que lo rechace es un incrédulo. Salmân es de nosotros, la Familia del Profeta”.[53]
Pienso que estas pocas narraciones veraces son suficientes para mostrar el elevado nivel de Salmân ante los ojos de Dios, del Profeta y del Imam ‘Alî y sus sucesores.
Salmân fue designado gobernador de Irán. Llegó a la región de Madâ’in, la capital en esa época. La gente de Madâ’in, muy acostumbrada al esplendor y la gloria de la corte imperial de los emperadores persas, salieron a darle la bienvenida al gobernador designado. Esperaban una caravana pomposa, pero se llevaron la sorpresa de que no llegó ninguna caravana. En lugar de una caravana, llegó un anciano, portando unas pocas pertenencias sobre sus hombros a pie. Le preguntaron a este anciano si había visto alguna caravana con el gobernador. El forastero dijo: “Yo soy el gobernador”. Este humilde hombre gobernó Madâ’in con tanto conocimiento, compasión, justicia y firmeza que en un corto periodo de tiempo toda Madâ’in estaba en sus manos. La conquista no fue hecha por un ejército, sino por el poder de su perfección espiritual, su piedad y su perseverancia.
Murió en el año 36 de la Hégira en Madâ’in. El Imam ‘Alî viajó desde Medina hasta este lugar en un lapso de medio día por medio de un carisma divino, únicamente para realizar los baños rituales de su amado compañero y hermano.[54] Fue una particularidad y distinción para Salmân. Su tumba en Madâ’in (actualmente en Irak) es visitada por cientos de peregrinos diariamente. La peregrinación (ziârat) prescrita para esta visita muestra su grandeza ante los ojos de Dios.
Zaid bin Hârizah bin Shurahil Al-Kalbî, joven árabe, fue raptado y vendido como esclavo. Este suceso tuvo lugar antes de la aparición del Islam. Hâkim bin Haizam bin Juwailid lo compró en el mercado de ‘Akkaz y lo llevó ante su tía, Jadîyah bint Juwailid quien a su vez se lo obsequió al Santo Profeta.[55]
El padre de Zaid lo buscaba incesantemente. Después de mucho tiempo supo que Zaid estaba en La Meca, por lo que se dirigió a La Meca y ofreció una gran recompensa para que éste fuera liberado. El Profeta dijo que si Zaid deseaba reunirse con su familia, no era necesario pagar nada; era libre y podía marcharse. Pero Zaid se rehusó a marcharse con su padre y prefirió permanecer junto al Profeta Muhammad. Hârizah, el padre de Zaid, se enojó demasiado y dijo: “¡Oh hijo!, ¿prefieres ser un esclavo a ser un hombre libre? ¿Prefieres a Muhammad antes que a tu padre y madre?”. Zaid dijo: “Lo que he presenciado en la vida de Muhammad me obliga a no abandonarlo por nadie”. De esa magnitud era la actitud de amor del Profeta que había capturado los corazones de todos aquellos que llegaban a conocerlo. Y fue esta única característica de generosidad la que hizo que toda Arabia aceptara el Islam en un periodo corto de 23 años.
De todas formas, Hârizah se sorprendió demasiado y anunció en la Ka‘bah que desde ese momento en adelante ni era el padre de Zaid, ni Zaid era su hijo. Fue entonces que el Profeta Muhammad anunció junto a la Piedra de Ismâ‘îl (junto a la Ka‘bah): “¡Declaro que desde este momento Zaid es mi hijo!”. Hârizah, al escuchar esto, regresó a su casa un poco más reconfortado.[56]
A partir de entonces, Zaid Ibn Hârizah fue llamado Zaid Ibn Muhammad, y así fue hasta cuando se reveló la siguiente aleya:
﴿ مَّا جَعَلَ اللَّهُ لِرَجُلٍ مِن قَلْبَيْنِ فِي جَوْفِهِ وَمَا جَعَلَ أَزْوَاجَكُمُ اللاَّئِي تُظَاهِرُونَ مِنْهُنَّ اُمَّهَاتِكُمْ وَمَا جَعَلَ أَدْعِيَآءَكُمْ أَبْنَآءَكُمْ ذَلِكُمْ قَوْلُكُم بِاَفْوَاهِكُمْ وَاللَّهُ يَقُولُ الْحَقَّ وَهُوَ يَهْدِي السَّبِيلَ * ادْعُوهُمْ لاِبَآئِهِمْ هُوَ أَقْسَطُ عِندَ اللَّهِ فَإن لَّمْ تَعْلَمُوا ءَابَآءَهُمْ فَإخْوَانُكُمْ فِي الدِّينِ وَمَوالِيكُمْ وَلَيْسَ عَلَيْكُمْ جُنَاحٌ فِيمَآ أَخْطَأْتُم بِهِ وَلَكِن مَا تَعَمَّدَتْ قُلُوبُكُمْ وَكَانَ اللَّهُ غَفُوراً رَحِيماً ﴾
«Dios no ha puesto dos corazones en el pecho de ningún hombre. Ni ha hecho que las esposas que divorciáis por la fórmula: “Eres para mí como la espalda de mi madre” realmente lo sean. Ni ha hecho que vuestros hijos adoptivos sean vuestros propios hijos. Eso es lo que vuestras bocas dicen. Dios, empero, dice la verdad y conduce por el Camino. Llamadles por su padre. Es más equitativo ante Dios. Y, si no sabéis quien es su padre, que sean vuestros hermanos en religión y vuestros protegidos. No incurrís en culpa si en ello os equivocáis, pero sí, si lo hacéis deliberadamente. Dios es Indulgente, Misericordioso.» (S. Corán; 33: 4-5)
Luego Zaid fue llamado de nuevo Zaid Ibn Hârizah.[57] El Profeta había casado a Zaid con su prima Zainab Ibn Yahash, hija de su tía Umaimah.[58] Cuando comenzaron las peleas entre esta pareja y Zaid decidió divorciar a Zainab, el Profeta, por mandato de Dios, desposó a Zainab. (En ese momento Zainab contaba ya con más de cincuenta años de edad.[59] Este dato es suficiente para despejar las historias maliciosas y malintencionadas que han tejido los enemigos del Islam en torno a este matrimonio).
Al·lâh dice en el Corán:
﴿ وَإِذْ تَقُولُ لِلَّذِي أَنْعَمَ اللَّهُ عَلَيْهِ وَأَنْعَمْتَ عَلَيْهِ أَمْسِكْ عَلَيْكَ زَوْجَكَ وَاتَّقِ اللَّهَ وَتُخْفِي فِي نَفْسِكَ مَا اللَّهُ مُبْدِيهِ وَتَخْشَى النَّاسَ وَاللَّهُ أَحَقُّ أَن تَخْشَاهُ فَلَمَّا قَضَى زَيْدٌ مِّنْهَا وَطَراً زَوَّجْنَاكَهَا لِكَيْ لاَ يَكُونَ عَلَى الْمُؤْمِنِينَ حَرَجٌ فِي أَزْوَاجِ أَدْعِيَآئِهِمْ إِذَا قَضَوْا مِنْهُنَّ وَطَراً وَكَانَ أَمْرُ اللَّهِ مَفْعُولاً ﴾
«Y cuando decías al que había sido objeto de una gracia de Dios y de una gracia tuya: “Conserva a tu esposa y teme a Dios”, y ocultabas en tu alma lo que Dios iba a revelar, y tenías miedo de los hombres, siendo así que Dios tiene más derecho a que Le temas. Cuando Zaid había terminado con ella, te la dimos por esposa para que no se pusiera reparo a los creyentes que se casan con las que han sido esposas de sus prohijados, cuando éstos han terminado con ellas. La orden de Dios se cumple.» (S. Corán: 33: 37)
Por medio de estos dos matrimonios se abolieron dos tabúes paganos; con el primer matrimonio (Zainab y Zaid), el concepto de la supremacía racial o la creencia de que el haber sido esclavo era un estigma y era destruida la dignidad de la persona.[60] En el momento en que una prima del Profeta pudo casarse con un esclavo liberado, ¿quién podría fruncir el ceño ante los futuros matrimonios que se suscitarían entre esclavos liberados y mujeres libres?
﴿ وَلاَ تَنكِحُواْ الْمُشْرِكَاتِ حَتَّى يُؤْمِنَّ وَلاَمَةٌ مُؤْمِنَةٌ خَيْرٌ مِن مُشْرِكَةٍ وَلَوْ أَعْجَبَتْكُمْ وَلاَ تُنْكِحُواْ الْمُشْرِكِينَ حَتَّى يُؤْمِنُوا وَلَعَبْدٌ مُؤْمِنٌ خَيْرٌ مِن مُشْرِكٍ وَلَوْ أَعْجَبَكُمْ اُولئِكَ يَدْعُونَ إِلَى النَّارِ وَاللّهُ يَدْعُواْ إلَى الْجَنَّةِ وَالْمَغْفِرَةِ بِإِذنِه ِوَيُبَيِّنُ ءَايَاتِهِ لِلنَّاسِ لَعَلَّهُمْ يَتَذَكَّرُونَ ﴾
«No os caséis con mujeres asociadoras hasta que crean. Una esclava creyente es mejor que una asociadora, aunque ésta os guste más. No os caséis con asociadores hasta que éstos crean. Un esclavo creyente es mejor que un asociador, aunque éste os guste más. Esos os llaman al Fuego, en tanto que Dios os llama al Jardín y al perdón con Su anuencia, y explica Sus aleyas a los hombres. Quizás, así, se dejen amonestar.» (S. Corán: 2: 221)
Y con el segundo matrimonio se destruía la creencia de que un prohijado era como un hijo de sangre. Cuando el mismo Profeta se casó con la esposa divorciada de su hijo adoptivo, ¿cómo podría fundamentarse que un prohijado era como un hijo de sangre? Fue así como esta creencia fue abolida en Arabia.[61]
Zaid fue la única persona entre los Compañeros del Profeta mencionado con nombre propio en el Sagrado Corán. Fue la tercera persona en convertirse al Islam después de Jadîyah y el Imam ‘Alî (a.s.). Zaid fue el Comandante del ejército islámico que fue enviado a combatir las fuerzas cristianas en la batalla de Muta. Después del martirio de Zaid, Ya‘far, el primo del Profeta, tomó el control y también fue martirizado.[62] El Profeta se entristeció mucho por estas dos pérdidas.[63]
Con su primera esposa, Umm Aiman, Zaid tuvo un hijo llamado Usâmah, quien tenía 19 años cuando el Profeta lo designó Comandante del ejército islámico, ejército constituido por los más famosos Compañeros del Profeta, incluyendo Abû Bakr, ‘Umar y ‘Uzmân. Cuando algunos de los Compañeros del Profeta se enojaron por esta decisión, el Profeta ofreció un discurso en el cual dijo: “Usâmah fue designado por vuestro Profeta para vengar la muerte de su padre en la batalla de Muta”.[64]
(Continuará… In sha’a Al·lâh)
[1] Amir Ali, Spirit of Islam (London: University Paper-back, 1965), pp.259-261; también ver Will Durant, The story of Civilization, vol. III (New York, 1944), p.397.
[2] Aristóteles, La Política, Libro I, capítulo 5. (New York: Modern Library, 1943), pp.58-60.
[3] Durant, W., Op. cit., vol. III, p.397; vol. IV (New York), p.29.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.
[6] Amir Ali, Op. cit., pp.260-261.
[7] Lecky, W.E., History of European Morals, vol. II (New York, 1926), p.61, como lo cita Will Durant, Op. cit., vol. IV, p.77.
[8] Clarke, Rev. W.K.L., The Concise Bible Commentary (London: S. P. C. K., 1952), p.976.
[9] Leeder, S.S., Veiled Mysteries of Egypt (London, 1912), p.332.
[10] Toynbee, A.J., Mankind and Mother Earth, (New York).
[11] Amir Ali, Muhammadan Law.
[12] Al-Tabâtabâ’î, Saîid Muhammad Husain, Al-Mizân fi Tafsîr al-Qur’ân, vol.16, 2º ed. (Beirut 1390-1971), pp.338-358.
[13] Al-Waqidi, Muhammad bin ‘Umar, Kitabul Maghâzî, ed. M. Jones, vol. I (London: Oxford University Press, 1966), p.129; Ibn Sa‘d, Al-Tabaqâtul Kabîr, vol. II:1 (Leiden: E. J. Brill, 1912), pp.11, 14.
[14] Amir Ali, Muhammadan Law, vol. 2, pp.31-2.
[15] Al-Ju’î, Saîid ‘Abdul Qâsim, Minhâÿ as-Sâlihîn, 3º ed., vol. II (Nayaf, 1974), pp. 328-331; ver también el Sagrado Corán, 4: 92, 5: 89, 58: 3.
[16] Ibíd.
[17] Al-Âmilî, Hurr, Wasâ’il ash-Shî‘ah, vol. 16 (Teherán, 1983), p.128.
[18] Ibíd.
[19] Al-Âmilî, vol.16, p.101.
[20] Ibíd., p.111.
[21] Ibíd., pp.121-122.
[22] Al-Hil·lî, Muhaqqiq, Shaÿar al-Islâm, (Kitab al-‘Itq); también ver: The Encyclopedia of Islam; vol. I (Leiden: E. J. Brill, 1960).
[23] Ibíd., pp.31-3.
[24] Ibíd., pp.43-4.
[25] Ibíd., p.3.
[26] At-Tabâtabâ’î, Op. cit., vol. 16, pp. 338-358.
[27] Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. II: 1, p. 133; Al-‘Âmilî, Op. cit., vol. 16, p. 21.
[28] Al-‘Amilî, vol. 18, pp. 401f, 527-8, 586-7; vol. 19, pp. 73, 154f.
[29] Davis, D.B., The Problem of Slavery in Western Culture (N.Y., 1969), p. 60.
[30] Hurgronje C., Mohammedanism, (N.Y., 1916), p. 128 como lo cita W. Durant, The Story of Civilization, vol. IV (N.Y., 1950), p. 209.
[31] Como ha sido citado en The Encyclopedia of Islam, vol. I, p.35.
[32] Riviere P.L., Revue Bleaue (Junio de 1939).
[33] Toynbee, A.J., Civilization on Trial (Nueva York, 1948), p. 205.
[34] Cherfils, Bonaparte et l'Islam (Paris, 1914).
[35] Al-Maÿlisî, M.B., Haiât-ul Qulûb, vol. II (Teherán: Ketabfurûshî-e Islamîiah, 1371 AH). Pp. 562-3; Abû Na‘îm Ahmad al-Isfahânî, Hiliat al-Awlîiâ’, vol. I (Beirut, 1967), pp. 146-7.
[36] Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. IV: I, p. 58.
[37] Al-Maÿlisî, Bihâr al-Anwâr; vol. 22 (Teherán, n.d.), p. 355: Abû Na‘îm, Op. cit., vol. 1, pp. 193-5; Ibn Haÿar al-‘Asqalânî, Al-Isâbah fi Tamîiz as-Sahâbah, vol. 3 (Calcuta: Asiatic Society of Bengal, 1853-88), p. 224.
[38] Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. II: 1, p. 47.
[39] Al-Maÿlisî, Bihâr, vol. 20, pp. 189, 198; Ibn Sa‘d, vol. IV: 1, p. 59, vol. VII: 2, p. 65.
[40] Al-Maÿlisî, Bihâr, vol. 22, p. 348.
[41] Al-Maÿlisî, Bihâr, vol. 22, pp. 330, 391; vol. IV: 1, p. 61; Abû Na‘îm, vol. 1, p. 187.
[42] Al-Maÿlisî, vol 22, p. 331.
[43] Ibíd., p. 349.
[44] Ibíd., p. 346.
[45] Ibíd., p. 327, 349.
[46] Ibíd., p. 347.
[47] Ibíd., p. 319; Ibn Sa´d, Op. cit., vol. IV: 1, p. 61: Abu Na‘îm, Op. cit., vol.1, p. 187.
[48] Al-Maÿlisî, Op. cit., vol. 22, p.342.
[49] Ibíd., p.321.
[50] Ibíd., p.325; Abû Na‘îm, vol. 1, p.190.
[51] Al-Maÿlisî, Op. cit., vol. 22, p.327.
[52] Al-Maÿlisî, Op. cit., vol. 22, p.327.
[53] Ibíd., p.374.
[54] Ibíd., p.374.
[55] Ibíd.
[56] Al-Maÿlisî, Op. cit., Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. III: 1, p.28; Ibn Haÿar, Op. cit., vol.2, pp. 45-6.
[57] Al-Maÿlisî, Op. cit., vol. 22, pp.314, 318; Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. III: 1, p. 28; Ibn Haÿar, Op. cit., vol. 2, pp.45-6.
[58] Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. 8, p.31; Ibn Haÿar, Op. cit., vol. 2, p.46, vol. 7, p.600.
[59] At-Tabâtabâ’î, Al-Mizân, 3º edición., vol. 4 (Beirut; 1974), p.195.
[60] Al-Âmilî, Op. cit., vol. 14, p.43; Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. VIII: I, p.71.
[61] Al-Maÿlisî, Op. cit., vol. 22, p.187; Ibn Haÿar, Op. cit., vol.7, p.600.
[62] También se transmitió que fue a la inversa: que Ÿa‘far era primero el Comandante y al ser martirizado asumió Zaid, tal como había sido estipulado por el Profeta (s.a.w.).
[63] Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. III: 1, p.32; Ibn Hayar, Op. cit., vol. 2, p.47.
[64] Ibn Sa‘d, vol. II: 2, pp.41-42; vol. IV:1, pp.46-7.
Desde las perspectivas Islámica y Occidental
(2ª parte)
Al·lâmah Saîied Said Ajtar Rizvî
Traducido del inglés por: Javier (Abdul Karim) Orobio
En la primera entrega de este artículo se hizo un repaso de la esclavitud durante la antigüedad, en el Cristianismo y el Islam. También se hizo una breve reseña de la vida de esclavos que se convirtieron en grandes personalidades del Islam.-
Fue uno de los compañeros del Profeta (s.a.w.) más respetados y fiel compañero del Imam ‘Alî (a.s.). Formó parte del grupo de aquéllos que fueron torturados brutalmente por defender al Islam. Participó en las dos hiyras (emigraciones), primero hacia Abisinia[1] y la segunda hacia Medina. Rezó hacia las dos qiblahs -Bait al-Muqaddas y la Ka‘bah-. Participó en todas las batallas del Islam[2] y fue martirizado en la batalla de Siffîn, el 9 de Safar del año 37 de la Hégira.
‘Ammâr y sus padres fueron de los primeros conversos al Islam. Su padre Iâsir pertenecía a la tribu de Qahtan en el Yemen. Él y sus dos hermanos llegaron a La Meca en búsqueda de un hermano perdido; sus hermanos regresaron a su tierra natal pero Iâsir se quedó en La Meca donde acordó un pacto con Abu Hudhaifah (de la tribu de Banî Majzûm) y contrajo matrimonio con la esclava de éste, Sumaîiah bint Jaîiât. Iâsir y Sumaîiah tuvieron dos hijos, Abdul·lâh y ‘Ammâr, quienes, según la costumbre de Arabia, eran considerados esclavos de Abu Hudhaifah.[3] Después de que éstos se islamizaran, Abû Ÿahl, con la ayuda de otros incrédulos, comenzaron a torturarlos sin compasión.
Colocaban herraduras ardientes sobre sus cuerpos desnudos y eran forzados a yacer en la arena ardiente del desierto. El calor del sol del desierto calentaba intensamente las herraduras por lo que sufrieron graves quemaduras en su cuerpo. Estas torturas eran incesantes hasta que se desmayaban a causa del dolor. Después les arrojaban agua para despertarlos.[4] El Profeta (s.a.w.) sufría por todo esto, pero no podía darles protección. De todas formas, solía acercarse para darles ánimo para que toleraran todo este sufrimiento. Les dio la buena nueva del Paraíso y les dijo: “¡Sed pacientes, oh familia de Iâsir, porque se os ha prometido un lugar en el Paraíso!”.[5]
Iâsir y Sumaîiah fueron torturados brutalmente por los incrédulos de Quraish bajo el liderazgo de Abû Ÿahl. Ésta es una gran distinción de esta noble familia: todos fueron martirizados por la Causa del Islam. Sumaîiah era muy piadosa y temerosa de Dios; fue la primera mujer mártir del Islam.
Cuando sus padres fueron asesinados, ‘Ammâr fingió repudiar al Islam para así salvar su vida. Se dirigió al Profeta llorando con mucha amargura por haber pronunciado palabras de incredulidad para así salvarse de la muerte. El Profeta (s.a.w.) le dijo que no se preocupara, puesto que estas palabras no habían salido de su corazón. Fue así como se reveló la siguiente aleya:
﴿ مَن كَفَرَ بِاللَّهِ مِن بَعْدِ إِيمَانِهِ إِلاَّ مَنْ اُكْرِهَ وَقَلْبُهُ مُطْمَئِنٌّ بِالإِيمَانِ وَلَكِن مَّن شَرَحَ بِالْكُفْرِ صَدْراً فَعَلَيْهِمْ غَضَبٌ مِنَ اللَّهِ وَلَهُمْ عَذَابٌ عَظِيمٌ ﴾
«Quienes descrean de Dios luego de haber creído -no aquel que fuera coaccionado en tanto su corazón permanece firme en la fe, sino quien abra su pecho a la incredulidad-, esos incurrirán en la ira de Dios y tendrán un castigo terrible.» (16: 106).[6]
Cuando ‘Ammâr describió las atrocidades cometidas en contra de la santa Sumaîiah, el Profeta dijo: “¡Paciencia, oh Abû Iaqzân! ¡Oh Dios, no castigues a nadie de la familia de Iâsir con el fuego del infierno!”. Cuando el Profeta (s.a.w.) llegó a Medina y fue construida su Mezquita, ‘Ammâr con mucho entusiasmo cargaba doble porción de piedras para esta obra. En ese momento comenzó a recitar algunos versos de poesías que llegaban hasta los oídos de ‘Uzmân (quien luego se convirtió en el tercer Califa), y éste pensó que ‘Ammâr lo estaba provocando. ‘Uzmân golpeó a ‘Ammâr en su frente y la sangre llegó a cubrir su rostro. Éste se quejó ante el Profeta, quien con sus propias manos limpió la frente de ‘Ammâr y cubrió su herida diciendo: “¡Bien, oh ‘Ammâr!, serás asesinado por un grupo rebelde; tú los invitarás al Paraíso y ellos te invitarán al Infierno”.[7]
La importancia y el honor de ‘Ammâr puede comprenderse a partir de las palabras del Profeta: “‘Ammâr está con la verdad y la verdad está con ‘Ammâr donde sea que se encuentre; ‘Ammâr es la piel entre mis ojos y mi nariz; y será asesinado por un grupo rebelde”.[8] También dijo: “‘Ammar está lleno de imân (fe)”.[9] Existen muchas otras narraciones del Profeta (s.a.w.) y de los Imames (a.s.) que hacen alusión al estatus de ‘Ammar.
‘Ammar fue uno de los compañeros que siempre siguió al Imam ‘Alî (a.s.). En el año 35 de la Hégira, cuando ‘Ammar junto a otros protestaron en contra del califa ‘Uzmân ibn ‘Affân (el tercer Califa) por la forma en que repartía el Tesoro Público, éste lo hizo azotar sin misericordia lastimando gravemente su abdomen y ocasionándole una hernia.[10] Puesto que su padre Iâsir había tenido nexos con la tribu de Banî Majzûm, llevaron a ‘Ammâr inconsciente a su casa y dijeron que si ‘Ammâr moría se vengarían de ‘Uzmân.
Como se mencionó anteriormente, el Profeta (s.a.w.) predijo que ‘Ammâr sería asesinado por un grupo rebelde; y así sucedió. ‘Ammâr fue asesinado en el año 37 de la Hégira por el ejército de Mu‘âwîiah ibn Abû Sufiân. Tenía en ese entonces 90 o 91 años. El día en el que fue martirizado, combatía valientemente en contra del ejército de Mu‘âwîiah, cuando un sirio, ‘Abdul Gahdîian al-Muzanî, lo hirió fatalmente en la cintura. Sus compañeros lo llevaron a un lugar seguro, él les pidió agua y alguien le dio un vaso de leche. Dijo: “Se ha hecho realidad lo que me predijo el Profeta”. La gente le pidió que explicara a qué se refería, a lo que contestó: “El Profeta me había dicho que lo último que consumiría en este mundo sería leche”. Luego bebió un poco de ella y posteriormente murió.[11]
Le informaron al Imam ‘Alî (a.s.) de esta tragedia, quien inmediatamente llegó y colocó la cabeza de ‘Ammâr sobre su regazo y recitó la siguiente elegía para su fiel compañero:
¡Oh muerte!, tú que llegarás a mí en cualquier momento,
Hazme descansar de una vez
Porque te has llevado ya a todos mis amigos.
Veo que conoces a todos mis amados,
Como si alguien te llevara hacia ellos con precisión.
Luego, recitando «ciertamente de Dios venimos y a Él retornaremos», dijo: “Aquel que no sienta gran dolor por la muerte de ‘Ammâr no tiene recompensa en el Islam. ¡Que Dios tenga misericordia de ‘Ammâr!”. El mismo Imam ‘Alî dirigió[12] la oración del fallecido y lo enterró con sus propias manos.
El martirio de ‘Ammâr generó un problema para Mu‘âwîiah porque un gran número de su ejército recordó los dichos del Profeta, y comprendieron que con su muerte ‘Ammâr había demostrado que Mu‘âwîiah y su ejército eran un grupo desviado y que no se encontraban en el camino correcto.
Para aplacar a su ejército, Mu‘âwîiah dijo que la muerte de ‘Ammâr era culpa de ‘Alî por haberlo llevado al campo de batalla. Cuando el Imam ‘Alî se enteró de esto, dijo: “¡Entonces fue el mismo Profeta el que mató a Hamzah por haberlo llevado al campo de batalla en Uhud!”.[13]
Hijo de Iahiâ, fue un esclavo comprado por el Imam ‘Alî (a.s.), pero pocas personas sabían que había sido esclavo porque el Imam ‘Alî lo emancipó y se convirtió en uno de los amigos íntimos de quien había sido su amo. Se le da el estatus de los Hawarîiûn, es decir “los Apóstoles”, como se les dice a los compañeros de Jesús, hijo de María (la paz sea con ambos).
El Imam ‘Alî (a.s.) le enseñó parte del conocimiento secreto Divino, y le informó de sucesos futuros. Sabía los detalles de su muerte y los sufrimientos del futuro, lo que algunas veces describía, por lo que la gente se burlaba por esto; pero siempre se cumplía lo que decía.
Cuando el Imam ‘Alî lo compró, fue llamado Salim. ‘Alî le dijo que había escuchado del Profeta: “Tu padre en Persia te llamó Maizam”. Maizam se sorprendió al escuchar esto, puesto que nadie en Arabia conocía su verdadero nombre. Luego ‘Alî le dijo que lo conservara; fue así como se convirtió nuevamente en Maizam y adoptó el apelativo de Abû Salim.[14]
Maizam era un hombre de mucha piedad. Se ha registrado que: “… Él -Dios tenga misericordia de su alma- fue uno de los piadosos, y su piel se pegaba a sus costillas como consecuencia del hambre ocasionado por el ayuno y las muchas oraciones”.
Abû Jâlid at-Tammâr dijo que una vez un día viernes navegaban en un bote por el Éufrates, cuando llegó una tormenta. Maizam miró y dijo que colocaran el ancla y aseguraran el bote porque esa tormenta se haría más violenta. Entonces dijo que Mu‘âwîiah acababa de morir. La gente registró la fecha, lo que después se corroboró.[15]
El Sheij Al-Kashshî narra que una vez Maizam at-Tammâr pasaba junto a un grupo de la tribu de Asad, cuando de repente se acercó Habîb ibn Madzâhir. Éstos hablaban entre sí, cuando Habîb dijo: “Me parece que hablo con un anciano calvo que vende dátiles y melones, quien ha sido capturado y sus enemigos lo han crucificado por su amor y fidelidad a la familia del Profeta; han abierto su estómago”. Todas éstas eran características de Maizam.
Maizam contestó: “Yo también miro a un hombre de rostro rojizo que vendrá a ayudar al hijo del Profeta; será martirizado y su cabeza será llevada a Kufa”. Se refería a Habîb Ibn Madzâhir. Luego tomaron rumbos separados. Las personas que escucharon esta conversación dijeron que no habían conocido a personas más mentirosas que estos dos. Precisamente cuando Rushaid al-Huiri (que también era de los amigos íntimos del Imam ‘Alî y que también se le concedió el conocimiento del futuro) llegó y preguntó si ellos habían visto a Habîb y a Maizal, la gente repitió la conversación burlonamente. Rushaid dijo: “Que Dios tenga misericordia de Maizam; se olvidó decir que el hombre que traería la cabeza de ese hombre de rostro rojizo obtendría cien dirhams más que los otros en recompensa”. Cuando Rushaid se alejó, la gente dijo que era mucho más mentiroso que los otros.[16] Poco después se cumplieron todas las profecías con toda precisión: Maizam fue crucificado, Habîb fue martirizado en Karbalâ’, y el hombre que trajo la cabeza de Habib a Kufa recibió cien dirhams más de recompensa.
El Imam ‘Alî (a.s.) le dijo a Maizam: “Serás capturado después de mi muerte y te crucificarán, te atravesarán con una espada; al tercer día saldrá sangre de tu nariz y boca, y tu barba se enrojecerá con tu propia sangre. Debes esperar a que esto ocurra. Te crucificarán en la puerta de ‘Amr ibn Huraiz junto con otras nueve personas; y tu cruz será la más corta, pero tu honor ante la presencia de Dios será el más elevado. Ven conmigo; te mostraré el árbol en el cual serás crucificado”. Luego le mostró a Maizam aquel árbol.[17]
Otra narración dice que ‘Alî ibn Abî Tâlib le preguntó a Maizam: “¿Cuál será tu posición cuando el maldito de los Omeyas (Ubaidul·lâh ibn Ziâd) te obligue a maldecirme y a blasfemarme?”. Maizam dijo: “¡Por Dios, nunca haré tal cosa!”. ‘Alî dijo: “¡Por Dios, te matarán y te crucificarán!”. Maizam dijo que soportaría toda esa tiranía y que ese sufrimiento no era mucha cosa en la Causa de Dios. Luego ‘Alî le dio la buena nueva: “¡Oh Maizam! Estarás conmigo en la otra vida en mi mismo rango”.[18]
Después del martirio de ‘Alî, Maizam solía ir y orar cerca de ese árbol, y decía: “Que Dios bendiga este árbol. ¡Oh árbol! He sido creado para ti, y tú creces para mí”. Cada vez que encontraba a ‘Amr ibn Huraiz, le decía: “Cuando vengo a tu vecindario, debes recordar mi derecho como vecino”.[19]
En el año 60 de la Hégira, Maizam fue a la Peregrinación Menor. En Medina visitó la casa de Umm Salamah, la esposa del Profeta. Cuando se le presentó a ésta, Umm Salamah dijo: “¡Por Dios!, fueron muchas las veces en las que escuché al Santo Profeta mencionarte y recomendarte a ‘Alî ibn Abî Tâlib en medio de la noche”. Maizam se enteró que el Imam Husein había salido de Medina para ver uno de sus jardines. Maizam estaba deprisa por lo que le dijo a Umm Salamah que saludara al Imam Husein en su nombre y le dijera que muy pronto se encontrarían ante la Presencia de Dios.
Umm Salamah le dijo a su sirvienta que frotara perfume en la barba de Maizam. Ésta era una señal de gran respeto en Arabia. Después Maizam dijo: “¡Oh Madre de los Creyentes! Has colocado perfume en mi barba, pero muy pronto ésta se teñirá de rojo con mi sangre por amor a ustedes, la Casa del Profeta”. Umm Salamah dijo que el Imam Husein lo recordaba mucho. Maizam le dijo: “Yo también lo recuerdo mucho; pero estoy deprisa, y hay un destino esperando por mí y por él también; y ambos lo alcanzaremos”.
A la salida se encontró con ‘Abdul·lâh ibn ‘Abbâs y le dijo que le preguntara lo que quisiera sobre la exégesis del Corán, puesto que “He leído el Corán de Amîr al Mu’minîn y sé tanto su revelación (tanzîl) como su interpretación (ta’wîl)”. Ibn ‘Abbâs pidió una pluma y algo en qué escribir y comenzó a escribir lo que Maizam le dictaba. El que a un hombre como ‘Abdul·lâh ibn ‘Abbâs no le molestara escribir lo que Maizam le dictaba es muestra del gran respeto que tenía Maizam en el círculo de los sabios de la comunidad musulmána.[20]
Luego Maizam dijo: “¿Qué sentirás, Ibn ‘Abbâs, cuando me veas martirizado junto a otros nueve?”. Al escuchar esto Ibn ‘Abbâs comenzó a rasgar el papel diciendo que Maizam se había convertido en un hechicero. Maizam dijo: “¡No rasgues el papel! Si ves que lo que he dicho no ocurre, entonces tendrás mucho tiempo para destrozarlo”.[21]
Luego de la Peregrinación Menor, regresó a Kufa. En su ausencia, Ubaidul·lâh ibn Ziâd se convirtió en gobernador de Kufa. Un día le preguntó a Mu’arrif (un informante local) de Kufa acerca de Maizam. Al enterarse que Maizam había viajado para realizar la Peregrinación Menor, le dijo al informante que si no lograba entregarle a Maizam, él sería asesinado en su lugar. Fue así como el informante fue a Qadisîiah a esperar a Maizam. Al llegar a este lugar, Maizam fue capturado y llevado ante Ibn Ziâd. La gente le dijo a Ibn Ziâd que Maizam era el más cercano de todos al Imam ‘Alî. Ibn Ziâd se sorprendió: “¿Acaso ‘Alî confiaba tanto en este ‘aÿamî (no árabe)?”. Luego tuvo lugar el siguiente diálogo:
- Ibn Ziâd: ¿Quién es tu protector?”.
- Maizam: “Está esperando a los tiranos y tú eres uno de ellos”.
- Ibn Ziâd: “¿Te atreves a hablarme de esa forma?”. Ahora solamente te queda una manera de salvar tu vida y es insultando a Abû Turâb (‘Alî)”.
- Maizam: “No sé quién es Abû Turâb”.
- Ibn Ziâd: “¡Insulta y maldice a ‘Alî ibn Abî Tâlib!”.
- Maizam: “¿Qué harás si me rehuso?”.
- Ibn Ziâd: “¡Por Dios que te mataré!”.
- Maizam: “Mi señor (‘Alî) me había informado que tú me asesinarías junto con otras nueve personas, en la puerta de ‘Amr ibn Huraiz”.
- Ibn Ziâd: “No lo haré, para demostrarte que tu señor era un mentiroso”.
- Maizam: “Mi señor no ha dicho ninguna mentira. Todo lo que dijo lo escuchó del Santo Profeta (s.a.w.), quien lo escuchó del ángel Gabriel y éste lo escuchó de Dios. ¿Cómo puedes probar que estoy equivocado? No solo esto, sé hasta la forma en que me martirizarás. Y sé también que mi lengua será cortada para evitar que hable”.
Ibn Ziâd encarceló a Maizam y a Mujtar ibn Abû Ubaidah az-Zaqafî. Maizam le informó a Mujtar que sería liberado y que vengaría la sangre de Imam Husain y mataría a Ibn Ziâd. Y sucedió que cuando Mujtar fue llevado para ser ejecutado, llegó un mensajero de Iazîd con otra orden para liberar a Mujtar.
Luego sacaron a Maizam y lo crucificaron en el árbol que estaba junto a la puerta de ‘Amr ibn Huraiz. Ahora ‘Amr comprendió lo que quería decir Maizam; y así le ordenó a su sirviente que encendiera incienso en su cruz y le quitara la tierra de su cuerpo.
Maizam convirtió esa cruz en un púlpito. Comenzó a decir narraciones del Santo Profeta (s.a.w.) exaltando las virtudes y la superioridad de Ahl-ul Bait, y también las narraciones que hacían alusión a la maldad de los Omeyas y cómo fueron maldecidos en el Corán y el Hadîz; y cómo al final serían destruidos. Le informaron a Ibn Ziâd de la valentía y el sacrificio de Maizam. Temía que el discurso de Maizam despertara a las masas en contra de los Omeyas y los humillara ante los ojos de la gente. Ordenó se le colocara una rienda en la boca a Maizam para evitar que hablara y después su lengua fue cortada.
Al tercer día, alguien lo hirió con una espada diciendo: “Te lastimo aunque sé que siempre ayunaste durante el día y permaneciste en adoración durante la noche”. En la noche comenzó a salir sangre de su nariz y boca, enrojeciéndose su rostro y su pecho y finalmente así partió de este mundo. Fue martirizado por la Causa del Islam, diez días antes de la llegada del Imam Husein a Karbalâ’, lo que significa que murió el 21 o el 22 de Dhul Hiÿÿah, en el año 60 de la Hégira. En la noche, siete vendedores de dátiles, a escondidas, tomaron su cuerpo y lo enterraron a orillas de un canal y borraron todo rastro de su tumba.[22]
Después, cuando ya había pasado el peligro, su tumba fue expuesta al público. Ahora existe un gran santuario sobre ella donde los fieles se dirigen a peregrinar.
Una de las Gracias de Dios sobre Maizam fue que el conocimiento y la piedad se mantuvieron en su progenie, generación tras generación. Sus hijos, nietos y bisnietos fueron los compañeros más respetados por los Imames de la Shî‘ah. Maizam tuvo seis hijos: Muhammad, Shu‘aib, Sâlih, ‘Alî, ‘Imrân y Hamzah. Todos fueron compañeros de los Imames cuarto, quinto y sexto.
Entre sus nietos, Ismael, Ia‘qûb e Ibrahîm (todos hijos de Shu‘aib) fueron compañeros de los Imames quinto, sexto y séptimo. ‘Alî ibn Ismael ibn Shu‘aib ibn Maizam se cuenta entre los teólogos más famosos del Shiísmo. Sus debates y disertaciones son muestra de su conocimiento, inteligencia y razonamiento.
Bilâl el abisinio fue el primer muecín del Profeta. Su padre era llamado Riâh, y su madre Ÿumânah; su apodo fue Abû ‘Abdul·lâh y Abû ‘Umar. Fue uno de los que aceptaron el Islam en sus comienzos. Participó en las batallas de Badr, Jandaq y otras.[23]
Bilâl fue el primer esclavo de Safwan ibn Umaîiah. Cuando era esclavo fue torturado inhumanamente debido a su fe. Fue colocado desnudo sobre la arena ardiente del desierto de Arabia mientras montaban una gran piedra muy pesada sobre su pecho. Y como si no fuera suficiente, hombres muy pesados saltaban sobre la piedra, tratando de estrujarlo hasta que muriera. A pesar de todo esto, la única palabra que salía de su boca era ¡Ahad! ¡Ahad! (¡Un Dios!, ¡Un Dios!).[24]
Al ver toda la barbarie que se cometía contra Bilâl, el Profeta se entristeció mucho. Abû Bakr lo compró y lo liberó. En el segundo año de la Hégira cuando se ordenó realizar el Adhân (llamado a la oración), le fue concedido a Bilâl este honor.[25] Después, varias personas sugirieron que este honor debería dársele a alguien diferente, debido a que Bilâl no podía pronunciar la letra shîn correctamente. El Profeta (s.a.w.) dijo: “La Shin de Bilâl es la Shîn que le gusta escuchar a Al·lâh. Al·lâh aprecia la pureza del corazón”.
Una vez Bilâl fue donde el Profeta y le recitó algunos versos de una poesía en su idioma, elogiando al Profeta (s.a.w.). El Profeta le pidió a Hassân ibn Zabit al-Ansârî que tradujera al árabe. Hassân dijo:
Cuando en mi tierra se han descrito los más bellos rasgos
Todos recaen sobre ti, y eres un modelo para nosotros.
Bilâl era devoto seguidor de Ahl-ul Bait. Dijo el Imam Ÿa‘far As-Sâdiq: “¡Que Dios bendiga a Bilâl!, nos amaba a la familia del Profeta, y era uno de los siervos de Dios con mayor piedad”.
Está escrito en Kâmil Bahâî que Bilâl no recitó el Adhân o Iqâmah para el gobierno de Abû Bakr,[26] y no le dio el juramento de fidelidad a Abû Bakr como califa. El Shaij Abû Ÿa‘far at-Tûsî narró en el libro Ijtiâr al-Riÿâl un informe en el que le comunicaba que Bilâl se rehusaba a darle el juramento de fidelidad a Abû Bakr; y ‘Umar dijo: “¿Es ésta la recompensa de Abû Bakr? ¡Te ha liberado y ahora te rehúsas a darle tu juramento de fidelidad!”. Bilâl dijo: “Si Abû Bakr me ha liberado por la complacencia de Dios, entonces que me deje solo con Dios; y si me ha liberado para que esté a su servicio, entonces estoy listo a someterme a sus servicios. ¡Pero no voy a dar mi juramento de fidelidad a una persona a la cual el Profeta no ha designado como su Sucesor!”.
‘Umar lo trató con rudeza y dijo: “¡No debes estar junto a nosotros!”. Es por eso que después de la muerte del Profeta, Bilâl no pudo permanecer en Medina y emigró hacia Siria.
Una de sus poesías sobre esta situación:
Por Dios, no me dirigí hacia a Abu Bakr.
Si Dios no me hubiera protegido,
Las hienas hubieran impurificado mis órganos.
Al·lâh ha sido bondadoso conmigo y me ha honrado.
Ciertamente hay una bondad infinita en Dios.
Nunca me verán siguiendo a un innovador,
Porque no soy un innovador, como ellos.
El autor de Al-Isti‘âb escribió: “Cuando murió el Profeta, Bilâl decidió ir a Siria. Abû Bakr le dijo que se quedara y trabajara para él y Bilâl le dijo: “Si me has liberado para ti, entonces esclavízame de nuevo; pero si acaso me has liberado para Dios, entonces déjame ir en la Causa de Dios”. Abu Bakr lo dejó en paz”.[27]
Bilâl murió en Damasco debido a una plaga en el año 18 o 20 de la Hégira y fue enterrado en Bab Saghîr.[28] Su tumba está en Damasco y es visitada por miles de fieles musulmanes cada año.
Fiddah an-Nubîiah (de la región Nubia, lo que en la actualidad es Sudán) también ganó inmortalidad por su devoción al Islam y su amor a Ahl-ul Bait. Primero estuvo al servicio de Fátima, la hija del Profeta (s.a.w.). El mismo Profeta organizó que un día Fátima (a.s.) se encargara de los asuntos domésticos en tanto que Fiddah descansara, y el día siguiente Fiddah trabajaría en tanto que Fátima descansaría.
Después de la muerte de Fátima (a.s.), ‘Alî casó a Fiddah con Abû Za‘labah al-Habashî. Le dio a luz un hijo; y cuando Abû Za‘labah murió Fiddah se casó con Mâlik al-Ghatani. Cierto día Malik se quejó de Fiddah ante ‘Umar. ‘Umar dijo: “Un pelo de la familia de Abû Tâlib es mas sabio que toda la tribu de ‘Umar (esto es, el clan de Adi)”.[29]
Fiddah crió sola a su familia y siempre fue fiel y devota a Ahl-ul Bait. Ella misma por voluntad propia acompañó al Imam Husein a Karbalâ’ y compartió con ellos todos los sufrimientos y agonías de la familia del Santo Profeta (s.a.w.).
Se sabe que tenía mucho conocimiento del Sagrado Corán, a lo que se narra que los últimos veinte años de su vida nunca pronunció una sola palabra que no fuera Corán, y siempre que hablaba recitaba versículos del Corán. A continuación ilustramos su conocimiento con la siguiente conversación:
Abûl Qâsim al-Qushairî narra de alguien confiable que una vez fue dejado por su caravana y tuvo que viajar solo. En el desierto vio a una mujer y le preguntó quién era, y la mujer recitó el versículo del Corán que dice:
﴿ وَقُلْ سَلاَمٌ فَسَوْفَ يَعْلَمُونَ... ﴾
«Y di Salam (¡Paz!) y pronto sabrán.» (48: 39)
El hombre comprendió su error (no haber dicho salâm, es decir el saludo islámico), y le preguntó: “¿Qué haces aquí?”.
- La mujer:
﴿ وَمَن يَهْدِ اللَّهُ فَمَا لَهُ مِن مُضِلٍّ ﴾
«Y aquel a quien Dios dirija nadie podrá extraviar...» (39: 37)
- El hombre: ¿Eres genio o humano?
- La mujer:
﴿ يَا بَنِي ءَادَمَ خُذُوا زِينَتَكُمْ عِندَ كُلِّ مَسْجِدٍ ... ﴾
«¡Hijos de Adán! Atended a vuestro atavío siempre que oréis…» (7: 31)
- El hombre: ¿De dónde vienes?
- La mujer:
﴿ أُوْلَئِكَ يُنَادَوْنَ مِن مَكَانٍ بَعِيدٍ ﴾
«… Esos son llamados desde un lugar lejano…» (41: 44)
- El hombre: ¿Hacia dónde te diriges?
- La mujer:
﴿ عَلَى النَّاسِ حِجُّ الْبَيْتِ مَنِ اسْتَطَاعَ إِلَيْهِ سَبِيلاً ... ﴾
«… (Dios) ha prescrito a los hombres la Peregrinación a la Casa, si disponen de medios…» (3: 97)
- El hombre: ¿Hace cuántos días que has estado separada de tu caravana?
- La mujer:
﴿ وَلَقَدْ خَلَقْنَا السَّمَاوَاتِ وَالأَرْضَ وَمَا بَيْنَهُمَا فِي سِتَّةِ أَيَّامٍ ﴾
«Creamos los cielos, la tierra y lo que entre ellos está en seis días...» (50: 38)
- El hombre: ¿Quieres algo de comer?
- La mujer:
﴿ وَمَا جَعَلْنَاهُمْ جَسَداً لاَّ يَأْكُلُونَ الطَّعَام َوَمَا كَانُوا خَالِدِينَ ﴾
«No les dimos un cuerpo que no necesitara alimentarse. Y no eran mortales.» (21: 8)
El hombre le dio algo de alimento. Luego le dijo que se apresurara. Ella dijo:
﴿ لا يُكَلِّفُ اللّهُ نَفْساً إِلاَّ وُسْعَهَا ﴾
«Dios no pide nada a nadie mas allá de sus posibilidades...» (2: 286)
Él le pidió que se sentara sobre su camello detrás de él. Ella respondió:
﴿ لَوْ كَانَ فِيهِمَآ ءَالِهَةٌ إِلاَّ اللَّهُ لَفَسَدَتَا ﴾
«Si hubiera habido en ellos otros dioses distintos a Dios, se habrían corrompido.» (21: 22)
Al escuchar esto el hombre se bajó del camello y le pidió que ella cabalgara. Cuando ella se sentó, recitó:
﴿ وَتَقُولُوا سُبْحَانَ الَّذِي سَخَّرَ لَنَا هَذَا وَمَا كُنَّا لَهُ مُقْرِنِينَ ﴾
«… Y digáis: ¡Gloria a Quien ha sometido esto a nuestro servicio sin que seamos sus copartícipes!» (43: 13)
Después de un tiempo alcanzaron la caravana. Él le preguntó si tenía algún pariente en esa caravana. Ella respondió con las aleyas 38: 26, 3: 144, 19: 12, 20: 11-12, respectivamente:
﴿ يَا دَاوُدُ إِنَّا جَعَلْنَاكَ خَلِيفَةً فِي الأَرْضِ ﴾
«¡Oh David!, te hemos hecho vicegerente en la tierra»;
﴿ وَمَا مُحَمَّدٌ إِلاَّ رَسُولٌ ﴾
«Muhammad no es sino un Profeta»;
﴿ يَا يَحْيَى خُذِ الْكِتَابَ بِقُوَّةٍ ﴾
«¡Oh Juan! toma la Escritura con poder»;
﴿ يَامُوسَى * إِنِّي أَنَاْ رَبُّكَ ﴾
«¡Oh Moisés!, ciertamente que Yo soy tu Señor...»
Él llamó a estos nombres, y vio a cuatro jóvenes corriendo hacia él. Le preguntó a la mujer qué relación tenía con estos jóvenes. Ella recitó:
الْمَالُ وَالْبَنُونَ زِينَةُ الْحَيَاةِ الدُّنْيَا
«La hacienda y los hijos varones son el ornato de la vida de acá.» (18: 46)
En ese momento sus hijos se acercaron a ella y la madre les dijo:
﴿ يَآ أَبَتِ اسْتَأْجِرْهُ إِنَّ خَيْرَ مَنِ اسْتَأْجَرْتَ الْقَوِيُّ الأَمِينُ ﴾
«… ¡Padre! Dale un empleo. No podrás emplear a nadie mejor que este hombre, fuerte, de confianza.» (28: 26)
Los hijos le dieron una remuneración por el servicio prestado a su madre. Pero ella pensó que no era suficiente y dijo:
﴿ وَاللّهُ يُضَاعِفُ لِمَن يَشَآءُ وَاللّهُ وَاسِعٌ عَلِيمٌ ﴾
«… Y Dios concede doblemente a quien Él quiere. Dios es Inmenso, Omnisciente.» (2: 261)
Y le dieron un poco más de dinero.
Esa persona preguntó a los hijos quién era ella. Le dijeron que era Fiddah, la sirvienta de Fátima, la hija del Profeta, y que hacía veinte años que no pronunciaba palabra alguna diferente a las aleyas del Corán.[30]
El nombre de Qambar se ha mencionado muchas veces en las narraciones islámicas y lo han inmortalizado en fragmentos de poseía dedicadas al Imam ‘Alî (a.s.):
Cuando veía algo ilícito,
Encendía una vela y llamaba a Qambar.
Alguien le pregunto a Qambar quién era su amo, y Qambar describió las virtudes del Imam ‘Alî de una manera tan clara y sorprendente que ha sido registrado en las narraciones. Ya he mencionado con cuánto amor trataba el Imam ‘Alî a Qambar. Después de la muerte del Imam ‘Alî (a.s.), Qambar solía narrar que en muy pocas ocasiones tuvo que realizar alguna tarea para el Imam ‘Alî porque éste mismo realizaba todas sus ocupaciones; solía lavar sus propias ropas, también las remendaba, retiraba agua del pozo para su uso diario, les proporcionaba buen alimento y ropas decentes en tanto que el vestía y comía como el hombre más pobre. Se dirigía hacia ellos diciéndoles: “¡Ve en paz hijo…!”
Qambar solía contar que solamente una vez el Imam ‘Alî (a.s.) se había enojado con él. Qambar dijo: “Esto fue cuando le mostré el dinero que había acumulado. Era de mi ganancia y de algunos obsequios que había recibido de parte de los miembros de su familia. Había reunido cien dirhams. Cuando se los enseñé se enojó y lo que más me entristeció fue que se tornó afligido. Qambar le preguntó por qué estaba triste. Dijo: “¡Qambar! si no necesitas este dinero ¿acaso no hay gente a tu alrededor que sí lo necesite? Algunos de ellos pueden estar padeciendo hambre, otros pueden estar enfermos. ¿No pudiste haberlos ayudado? Nunca pensé que podrías ser tan insensible, y que amaras tanto al dinero. ¡Qambar!, temo que no quieras adquirir más del Islam; esfuérzate con seriedad y sinceridad. Saca esas monedas de mi casa”. Inmediatamente las repartí entre los pobres y necesitados”.
Podemos decir que Qambar había sido liberado hacia mucho tiempo por el Imam ‘Alî pero aún permanecía a su lado.
Haÿÿâÿ ibn Iûsuf az-Zaqafî, gobernador designado por ‘Abdul Mâlik ibn Marwân en Irak, era un tirano el cual se jactaba de que lo que más le gustaba era derramar la sangre de otros. Su nombre se había hecho proverbial en cuanto a tiranía se trata. Asesinó a 120.000 personas cuyo único crimen fue profesar amor y fidelidad a ‘Alî (a.s.) y a la Familia del Profeta (s.a.w.). Este número no incluye aquéllos que fueron asesinados con sus propias manos durante las batallas. Se esforzó por eliminar a los shias de ‘Alî en Irak. Sa‘îd ibn Ÿubair y Kumail ibn Ziâd fueron dos de sus víctimas.
Una vez Haÿÿâÿ preguntó: “¿Hay alguien que quede de entre los seguidores de Abû Turâb (‘Alî) para darle el honor de matarlo?”. Le informaron que estaba Qambar, el esclavo de ‘Alî.
Siendo Qambar un anciano, fue capturado y llevado ante su presencia. Luego tuvo lugar la siguiente conversación entre los dos:
- Haÿÿâÿ: ¿Eres el esclavo de ‘Alî?
- Qambar: Al·lâh es mi Amo y ‘Alî es mi benefactor.
- Haÿÿâÿ: ¿Cuál era tu oficio al servicio de ‘Alî?
- Qambar: Solía traerle agua para la ablución.
- Haÿÿâÿ: ¿Qué decía ‘Alî después de terminar la ablución?
- Qambar: Solía recitar esta aleya: «Y cuando hubieron olvidado lo que se les había recordado, les abrimos las puertas de todo. Cuando hubieron disfrutado de lo que se les había concedido, Nos apoderamos de ellos de repente y fueron presa de la desesperación.» (6: 44)
- Haÿÿâÿ: Supongo que se refería a nosotros cuando recitaba este versículo.
- Qambar: Sí.
- Haÿÿâÿ: Es mejor que abandones la religión de ‘Alî.
- Qambar: Antes de abandonarla dime cuál religión es mejor que la de ‘Alî.
- Haÿÿâÿ: ¿Qué harás si decido cortar tu cabeza?
- Qambar: Será buena suerte para mí y mala suerte para ti.
En otra narración, esta última pregunta se registra de una manera diferente:
- Haÿÿâÿ: ¡Voy a matarte, escoge como quieres ser asesinado!
- Qambar: Tú decides. Mátame como quieras, porque yo te mataré de la misma forma el Día del Juicio Final. Ya mi señor me había informado que tú me decapitarías.
Haÿÿâÿ ordenó que fuera decapitado. Qambar fue martirizado por perseverar en su fe y amor al Imam ‘Alî (a.s.). Hoy su tumba se encuentra en Bagdad y es lugar de visita para miles de peregrinos.[31]
Otro esclavo del Imam ‘Alî, dice que una vez, en un día muy caluroso, ‘Alî se encontraba ocupado escribiendo unas cartas. Quería enviar a Sa‘îd a llamar a uno de sus subordinados. Lo llamó una vez, dos y tres veces, y cada vez, intencionalmente Sa‘îd se quedaba en silencio y no contestaba. Imam ‘Alî se puso de pie y vio que Sa‘îd estaba sentado no muy lejos. Le preguntó por qué no respondía a su llamado. Sa‘îd contestó: “¡Señor! Quería saber cuándo y cómo te enojas”. El Imam ‘Alî (a.s.) sonrió ligeramente y le dijo que no podría hacerlo caer en el enojo con esos trucos infantiles. El Imam lo liberó, pero lo siguió apoyando hasta su muerte.
Después de que el Profeta del Islam (s.a.w.) trajo consigo el mensaje de hermandad, era inevitable que este mensaje de liberación del ser humano atrajera a los pueblos, razas y credos de todo el mundo, especialmente a los grupos oprimidos. Era natural que la mayoría de sus primeros seguidores fueran esclavos.
Los enemigos del Islam se asustaron y en su desesperación comenzaron a atacar y perseguir a los nuevos adeptos del Islam. Vale la pena mencionar a algunos de ellos:
Suhaib ibn Sinan, de Roma. Era un esclavo convertido al Islam en los primeros años de la llegada de este Mensaje divino.[32] Era un herrero muy hábil, fabricaba armaduras y espadas, de esta forma acumuló una gran fortuna. Después de su conversión al Islam fue torturado brutalmente a manos de los incrédulos.[33] Cuando quería emigrar a Medina, los incrédulos arremetieron contra él y le arrebataron hasta el último dirham. De esta forma llegó a Medina sin riqueza alguna. Fue designado por ‘Umar (segundo Califa) para guiar a la gente en las oraciones después de su muerte, hasta que el tercer califa llegó al poder.[34]
Jabbâb ibn Al-Arrat. Fue un muy conocido compañero del Profeta. Fue la sexta persona en convertirse al Islam; era africano y sufrió por apoyar la verdad.[35] Ha sido mencionado entre los shias reconocidos de Imam ‘Alî (a.s.). Su hijo ‘Abdul·lâh fue martirizado junto a toda su familia a manos de los Jariyitas en el año 40 de la Hégira.[36]
El mayor sacrifico en la causa del Islam fue realizado en Karbalâ’ en el año 61 por el Imam Husein y sus fieles compañeros. Un grupo de aproximadamente 70 personas enfrentaron a las huestes de Iazîd ibn Mu‘âwîiah (más de 30.000 combatientes). Es bueno recordar que de estos 70 creyentes, 16 fueron esclavos. Algunos de ellos fueron:
Shawdab. Mártir africano; uno de los sabios más respetados en el campo de la Jurisprudencia Islámica y las narraciones. Mucha gente acostumbraba viajar desde lugares muy lejanos para escuchar sus disertaciones.[37] Al escuchar el llamado del Imam Husein, Shawdab junto a quien había sido antes su amo se unieron y cayeron en el campo de batalla en Karbalâ’.
John ibn Huwai, de Etiopia. Posiblemente cristiano convertido al Islam debido a su nombre de origen latino. Era esclavo de Abû Dharr al-Ghifarî, famoso compañero del Profeta. Después de la muerte de Abû Dharr se unió a la Familia del Profeta. Acompañó al Imam Husein a Karbalâ’ y aunque en ese entonces ya era un anciano, trató de ir al campo de batalla. Al comienzo el Imam Husein se rehusó a dejarlo combatir debido a su edad, pero éste insistió y al final el Imam le permitió ir al campo de batalla. Cuando cayó, el Imam Husein se acercó a su cadáver, colocó su rostro sobre su regazo, y le pidió a Dios que iluminara el rostro de John. Cuando la gente de la tribu de Asad llegó después de tres días para enterrar a los mártires, se sorprendieron al encontrar un cadáver que brillaba con luz celestial y del cual emanaba un perfume inigualable. Era el cuerpo de John.
Salîm, Dzahîr ibn ‘Amr, Qarîb ibn ‘Abdul·lâh Du’alî, Munhiy ibn Sahm, Sa’d ibn Harz, Nasr ibn Abî Nazair, Aslam ibn ‘Amr y Sulaimân, todos fueron víctimas del primer ataque, atentado hecho por la caballería de Iazîd para exterminar al pequeño grupo del Imam Husein, arrollándolos con todo su poderío, sorpresivamente. Los Iazîditas fracasaron en su intento debido a la superioridad en la técnica de defensa de los Huseinitas y su gran fidelidad a Imam Husein. La caballería de Iazîd tuvo que retirarse, dejando atrás un gran número de hombres caídos en combate.
Los seguidores de Husein obtuvieron la victoria pagando un alto precio. Más de 50 compañeros del Imam Husein fueron martirizados en el campo de batalla, entre ellos, los seis mencionados, todos fueron esclavos. Hubo otros seis esclavos martirizados en Karbalâ’; sus nombres son: Harz ibn Naban, Said, Nafi, Salim, Shabib y Wadih.[38]
Aqabah ibn Sam’an. También fue esclavo, uno de los más fieles compañeros del Imam Husein. El Imam (a.s.) lo dejó a cargo de documentos muy importantes; en la terminología de este tiempo podemos decir que era el secretario del Imam Husein. Fue herido en la batalla de Karbalâ’ y hecho prisionero junto a la familia del Imam Husein. Fue testigo ocular de la masacre de Karbalâ’; sus memorias son una fuente de mucho valor en la historia. Ibn Safari at-Tabarî, el famoso historiador del Islam, ha citado las memorias de Aqabah en su libro Ta’rîj al-Umam wal Muluk. Estas memorias fueron separadas de Ta’rîj de At-Tabarî y publicadas en la India con notas hechas por el difunto Muÿtabâ Husein Kamunpuri de la Universidad Islámica de Aligarh.
Los musulmanes siempre se han enorgullecido del sacrificio realizado por sus mártires de Karbalâ’, martirio éste en la causa de Dios. Los descendientes del Imam Husein nunca dejaron de enviar sus saludos a estas grandes personas, muchas veces individualmente, otras veces a todos en conjunto. Los shias duodecimanos suelen saludar a estos mártires de la siguiente manera:
¡Que la paz sea con vosotros, oh Santos de Dios y Sus amados! ¡Que la paz sea con vosotros, oh escogidos de Dios y de Sus preferidos! ¡Que la paz sea con vosotros, oh colaboradores de la fe! Que mis padres tengan el privilegio de dar sus vidas por vosotros. Vosotros fuisteis infalibles y pura se tornó la tierra en la que fuisteis enterrados; habéis alcanzado el Gran Éxito. Desearía haber tenido el favor de Dios de haber compartido vuestro triunfo.[39]
Desde los comienzos del Islam hasta el surgimiento de la Dinastía de los Omeyas, había alcanzado el Islam un éxito muy encumbrado en su lucha contra la esclavitud. Los esclavos ya no eran considerados animales de carga, sino hombres o mujeres que tenían dignidad y respeto. Muchos de los esclavos liberados llegaron a alcanzar grandes posiciones en la sociedad islámica. Los descendientes del Profeta y sus seguidores conservaron esta actitud en cuanto a la esclavitud concernía. Varios Imames Purificados de la Familia del Profeta (s.a.w.) se casaron con mujeres esclavas y éstas a su vez se convirtieron en madres de Imames.
La secta Kîsanîiah creía que Muhammad al-Hanafîah (hijo del Imam ‘Alî) era el Imam designado por Dios para reemplazar al Imam Husein (a.s.). La madre de Muhammad al-Hanafîiah, Jawla bint Ÿa‘far Ibn Qais, era una esclava desposada por Imam ‘Alî, pero nunca nadie llegó a sugerir que haber nacido de una joven esclava era un obstáculo en la creencia de los Kîsanîiah. De igual manera la secta Zaidîiah cree que el Imam designado por Dios después del Imam Zain al-‘Abidîn fue su hijo Zaid, también nacido de una esclava de la región de Sind, de nombre Hurîia.
Shahr Banû, la hija de Iazd Yurd (emperador persa) contrajo matrimonio con el Imam Husein y fue la madre del Imam Zain al-‘Abidîn. Ella había llegado a Arabia en cautiverio. Es recordada como una dama de muchas virtudes, conocida como “la líder de las Mujeres”.
Hamîdah Jatûn, la madre del Imam Mûsâ al-Kâdzim fue una joven esclava de la región del Ber Ber. Es recordada por su vasto conocimiento y su elevada piedad. Fue llamada Hamîdah, lo que significa “enaltecida”. El Imam Ÿa‘far as-Sâdiq solía enviar donde ella a las demás mujeres a que aprendieran los fundamentos de la Religión del Islam y decía que Hamîdah era libre de impureza alguna, así como el más puro lingote de oro.
La madre del Imam ‘Alî ar-Ridâ fue también una joven esclava del Magrib (Norte de África). Su nombre era Taktum (o Naÿmah) y era conocida como Tâhira, “la purificada”. Es recordada por su piedad y conocimiento.
El Imam Muhammad at-Taqî, fue hijo de Sabikah, conocida como Jaizuran, una joven esclava de la región de Nubia (actual Sudán). El Imam Mûsâ al Kâdzim le había dicho a Iazîd ibn Sabt que le hiciera llegar sus saludos a Sabikah. Es recordada en las narraciones como Taîibah.
La madre del Imam ‘Alî al-Naqî, Sammanah, del Magrib, era una esclava, conocida como Saîidah. Nadie la igualaba en su piedad, amor y temor a Dios. Ayunaba casi todo el año y el Imam ‘Alî an-Naqî le dijo que estaba protegida por Dios y resaltaba entre las madres de los veraces, los bienhechores y la gente de la piedad.
El Imam Hasan Al-‘Askarî también nació de una joven esclava, Hudaiz (o Salîl). Para demostrar su gran estatus entre los shias, es suficiente con decir que después de la muerte del Imam Hasan al-‘Askarî se convirtió en la figura central del Shiísmo y toda la comunidad recurría a ella, a quienes guiaba de la mejor forma posible. Los shias la recuerdan como Ÿaddah, “la abuela”.
Narÿis Jâtûn, la madre del 12º Imam, el Imam de esta Época, quien está oculto, era una princesa del Imperio Bizantino. También llegó a manos del Imam Hasan al-‘Askarî en condición de esclava.
Esto con respecto al aspecto espiritual. En el lado de la política, vemos innumerables esclavos en grandes posiciones, incluyendo comandantes de ejércitos, gobernadores y jueces. No solamente en la administración, sino que hallamos a teólogos, comentadores del Corán, de las narraciones, jurisconsultos y autores que fueron esclavos o hijos de esclavos o ex esclavos. Con excepción del primer, tercer, cuarto y quinto califas, todos los demás califas ‘Abbasíes fueron hijos de mujeres esclavas. El famoso Mansûr (segundo Califa de la dinastía ‘Abbâsí), fue hijo de Salamah, una esclava del Ber Ber. Luego, comenzando con Ma’mûn al-Rashîd (el sexto Califa) hasta el último, todos fueron hijos de esclavas.
A continuación citamos los nombres de aquellos califas y los nombres de sus madres:
1. Ma’mun ar-Rashid: su madre, Murayil, una esclava negra.
2. Mu‘tasim Bil·lah: hijo de una esclava de Kufa, de nombre Maridah.
3. Waziq Bil·lah: hijo de una romana llamada Qaratis.
4. Mutawakil ‘Alal·lah: hijo de Shuya.
5. Muntasir Bil·lah: hijo de una romana llamada Habashîiah.
6. Musta‘in Bil·lah: hijo de Mujariq.
7. Mu‘tazz Bil·lah: hijo de una romana llamada Cabía.
8. Muhtadi Bil·lah: hijo de Wards, o Qurb.
9. Mu‘tamiz ‘Alal·lah: hijo de una romana llamada Fitian.
10. Mu‘tazid Bil·lah: Sawab, (Hirz o Dhirar).
11. Muktafi Bil·lah: hijo de una esclava turca llamada Yiyaq.
12. Muqtadir Bil·lah: una romana o turca llamada Gharib o Shaghab.
13. Qâhir Bil·lah: hijo de Fitnah.
14. Radi Bil·lah: hijo de una romana, Zalum.
15. Muttaqi Lil·lah: hijo de Jalub o Zuhra.
16. Mustakfi Bil·lah: Awyan Naa o Ghusn.
17. Muti Lil·lah: Mashalah.
18. Attai Lil·lah: Hazar o Atab.
19. Qadir Bil·lah: Dumanah o Tamanni.
20. Qaim Bil·lah: una Armenia llamada Badr ad-Duya o Qatr an-Nada.
21. Muqtadi Bi Amril·lah: Aryan.
22. Mustazhir Bil·lah: una esclava, su nombre no ha sido mencionado.
23. Mustarshid Bil·lah: esclava, su nombre no ha sido mencionado.
24. Rashid Bil·lah: esclava, nombre no mencionado.
25. Muqtafi Li Amril·lah: una esclava Etíope.
26. Mustanyid Bil·lah: esclava Karyiyya llamada Taus.
27. Mustadi Bi Amril·lah: una armenia llamada Ghaddha.
28. Nasir Li Dinil·lah: esclava turca, Zamurrad.
29. Zahir Bi Amril·lah: nombre no registrado.
30. Munstansir Bil·lah: esclava turca, nombre no registrado.
31. Mustasim Bil·lah: Hayir.[40]
Inclusive llegando hasta el Imperio Turco Otomano, la familia real debe incluirse en una descendencia de esclavos porque las madres de los hijos de los sultanes eran esclavas. El mismo Sultán era hijo de un esclavo. Antes de la época de Sulaimân, prácticamente el Sultán había dejado de obtener esposas del rango de la realeza o de dar título de esposa a las madres de sus hijos. El sistema Otomano, de una manera normal, tomaba esclavos y los convertía en funcionarios del estado. Tomaba jóvenes pastores o agricultores y los convertía en cortesanos o en esposos de princesas. A lo largo de toda la historia islámica, podemos ver esclavos que escalaron no solo a elevadas posiciones administrativas sino hasta el lugar de la realeza. Como lo mencionó Will Durant, “Es sorprendente ver cuántos hijos de esclavos escalaron hasta tan elevadas posiciones en el mundo político e intelectual del Islam; cuántos, como Mahmûd y los primeros Mamelucos, se convirtieron en reyes”.[41] Subuktagin de Ghazni y su hijo, Mahmûd (famoso rey guerrero que atacó a La India en 17 oportunidades), fueron esclavo e hijo de esclavo respectivamente. Se sabe también que la primera dinastía de La India, fue de esclavos y hasta el momento es conocida como la dinastía de los esclavos.
Antes de concluir este capítulo debo recalcar en un punto: Todos estos esclavos o hijos de esclavos que llegaron a ocupar estas posiciones de prestigio espiritual y político no lo lograron por su condición de ser esclavos o hijos de esclavos; lo lograron porque eran musulmanes con muchas aptitudes. Su condición de esclavos o ex esclavos no maximizó ni minimizó sus posibilidades de llegar al éxito. La sociedad islámica, gracias a las estrictas enseñanzas del Islam y del Profeta, se convirtió en una sociedad ciega a los colores de la piel y ciega a los colores de la clase social. Lo único que importaba eran las aptitudes que poseían un hombre o una mujer.
Este logro, alcanzado hace 1400 años, dista mucho del vergonzoso fracaso del Cristianismo en occidente, donde por ejemplo, en Estados Unidos si un hombre de raza negra llega a ocupar la alcaldía de una ciudad, esto es una gran noticia y algo de asombrarse y donde recién en 1971 un hombre de raza negra obtuvo el rango de Almirante, el capitán Samuel Lee Gravely.
Es obvia la repercusión de estas noticias, un hombre de raza negra es seleccionado en el ámbito político porque es un Negro. Si fuera únicamente por sus capacidades, su nombre no sería motivo de comentario. Esto no se aprecia en el Islam. De esta forma queda claro que el Islam triunfó en donde las demás religiones fracasaron. El Islam absorbió a los esclavos dentro de la sociedad islámica sin tener en cuenta el color de piel ni su origen. Realmente debemos reconocer este gran triunfo del Islam en este aspecto. q
[1] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 179; Ibn Azîr, Usud al-Ghâbah fi Ma‘rifat as-Sahâbah, vol. 4 (Egipto), p. 461; Ibn Kazîr, At-Ta’rîj, vol. 7 (Egipto), p. 311.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd., vol. 3: 1, p. 176.
[4] Ibíd., vol. 3: 1, p. 177; Abu Na‘îm, op. cit., vol. 1, p. 140.
[5] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 178; Abu Na‘îm, op. cit., vol. 1, p. 140; Ibn Haÿar, op, cit., vol. 3, p. 1219.
[6] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 178; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 3, p. 1220.
[7] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, pp. 177, 180; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 3, p. 1220; Al-Bujâri, As-Sahîh, vol. 8 (edición de Egipto), pp. 185-186; At-Tirmidhî, Al-Ÿâmi‘ as-Sahîh, vol. 5 (edición de Egipto), p. 669; Ahmad ibn Hanbal, Al-Musnad, vol. 2 (edición de Egipto), pp. 161, 164, 206, vol. 3, pp. 5, 22, 28, 91, vol. 4, pp. 197, 199, vol. 5, pp. 215, 306, 307, vol. 6, pp. 289, 300, 311, 315; Ibn ‘Abdil Birr, Al-Isti‘âb fîi Ma‘rifat al-As·hâb, vol. 3, p. 1140.
[8] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3;1, p. 187; Al-Hâkim, Al-Mustadrak ‘ala-s Sahihain, vol. 3 (ed. Haidar Abâd), p. 392; Ibn Hishâm, As-Sîrah, vol. 2 (edición de Egipto), p. 143; Ibn Kazîr, At-Ta’rîj, vol. 7, pp. 268, 270.
[9] Abu Na‘îm, op. cit., vol. 1, p. 139.
[10] Al-Balâdhurî, Ansâb Al-Ashrâf, vol. 5, pp. 48, 54, 88; Ibn Abî-l Hadîd, Sharh Nahÿ al-Balâghah, vol. 3, p. 47; Ibn Qutaibah, Al-Imâmah wa-s Siîasah, vol. 1, pp. 35-6; Ibn ‘Abdu Rabî’, Al-‘Aqdu-l Farîd, vol. 4 (edición de Egipto), p. 307; Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 185; Al-Diârbakrî; Ta’rîj al-Jamîs, vol. 2, p. 271.
[11] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, pp. 184-185; Abû Na‘îm, op. cit., vol. 1, p. 141.
[12] Qummî, ‘Abbâs, Muntahâ al-A‘mâl, vol. 1 (Teherán: 1381 Hégira), p. 92.
[13] At-Tabarî, At-Ta’rîj, vol. 1, pp. 3316-3322; vol. 3, pp. 2314-2319; Ibn Azîr, Al-Kâmil, vol. 3, pp. 308-312; Ibn Kazîr, At-Ta’rîj, vol. 7, pp. 267-272.
[14] Al-Mufîd, Kitâb al-Irshâd, traducido por I.K.A. Howard (Londres: Muhammadî Trust), pp. 243-244.
[15] Qummî, op. cit., vol. 1, p. 157.
[16] Al-Kashshî, Riÿâl, como ha sido citado por Qummî, op. cit., vol. 1, pp. 143-4.
[17] Qummî, op. cit., vol. 1, p. 157; Al-Mufîd, op. cit., p. 244.
[18] Ibíd.
[19] Ibíd.
[20] Ibíd.
[21] Ibíd.
[22] Ibíd., pp. 158-9.
[23] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 170; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 1, p. 336.
[24] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 166; Abû Na‘îm, op. cit, vol. 1, p. 148; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 1.
[25] Ibíd., p. 167.
[26] Shushtarî, Nurul·lâh, Maÿâlis al-Mu’minîn (Teherán, 1268 de la Hégira), p. 54; y también ver Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 169.
[27] Shushstarî, op. cit.; también ver Abu Na‘îm, op. cit., vol. 1, p. 150.
[28] Shushstarî, op. cit., p. 54; y ver Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 170; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 1, pp. 336-337.
[29] Shubbar, S. Abdul·lâh, Masâbîh al-Anwâr, vol. 2 (Nayaf: Matba‘ah al-‘Ilmîiah, 1952), pp. 425-6, citando de Al-Manâqib de Ibn Shahr Ashûb.
[30] Maÿlisî, Bihâr, vol. 43 (Beirut, 1983), pp. 86-7; Ibn Shahr Ashûb, Manâqib Aal Abî Tâlib, vol. 4 (Bombay, 1313 de la Hégira), p. 15.
[31] Al-Kashshî, Riÿâl, como lo cita Qummî, op. cit., vol. 1, p. 153.
[32] Abu Na‘îm, op. cit, vol. 1, p. 153; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 3, p. 154.
[33] Ibn Haÿar, op. cit., vol. 3, p. 514.
[34] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, pp. 161-4: Ibn Haÿar, op. cit., vol. 3, p. 516.
[35] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 116-7; Abû Na’îm, op. cit., vol. 1, p. 144.
[36] Ibn Sa‘d, op. cit., vol. 3:1, p. 21; Ibn Haÿar, op. cit., vol. 4, p. 739.
[37] Qummî, op. cit., vol. 1, p. 266.
[38] Para más información sobre Karbalâ’, ver: El Imam Husein, el Salvador del Islam (Vancouver 1984).
[39] Qummî, Mafâtîh al-Ÿinân (Teherán), p. 427.
[40] Ver los capítulos relevantes de Rawdat as-Safâ de Muhammad Jawind Shah; también ver: Ibn ‘Abd Tabbih al-Andalusî, Al-‘Aqd al-Farîd, vol. 5 (Beirut: 1983), pp. 113-131.
[41] Durant, W., The Story of Civilization, vol. 4, p. 209.