Debes saber que este mes es un mes de tristeza y congoja para Ahl-ul Bait (a.s.) y sus shias. Se transmitió de Hadrat Imam Ar-Ridâ (a.s.) que: “Cuando llegaba el mes de Muharram a mi padre no se lo veía sonriente y lo invadía la tristeza y la pena constantemente hasta el día décimo. Cuando llegaba el Día de ‘Ashûra’, ese día era un día de desgracia, tristeza y llanto para él, y decía: “Hoy es el día en que Husein –la paz sea con él- fue martirizado”.

 

La Primera Noche: El Seîied (Ibn Tawûs) mencionó algunas oraciones meritorias para esta noche:

 

Primero: Cien rak‘ah o ciclos de oración (las cuales se hacen de dos en dos, como el Salât del Faÿr); en cada rak‘ah se lee la Sûra Al-Hamd y la Sûra At-Tawhîd.

 

Segundo: Dos rak‘ah. En la primera rak‘ah se lee la Sûra Al-Hamd y la Sûra Al-An‘âm, y en la segunda, la Sûra Al-Hamd y la Sûra Iâ Sîn.

 

Tercero: Dos rak‘ah. En cada rak‘ah se lee la Sûra Al-Hamd y once veces la Sûra At-Tawhîd.

Se transmitieron en las narraciones que el Enviado de Dios –que las Bendiciones y la Paz de Al·lah sean con él- dijo que: “Todo aquel que en esta noche realice estas dos rak‘ah de oración, y ayune a la mañana siguiente –que es el primer día del año-, es como aquel que todo el año permaneció en lo bueno, y queda protegido durante este año; y si muere entrará en el Paraíso”.

 

El Primer Día: Debes saber que el primer día del mes de Muharram es el primer día del año, y se transmitieron dos actos para este día:

 

Primero: El ayuno.

Se transmitió en una narración de Raîiân ibn Shabîb, que el Imam Ar-Ridâ (a.s.) dijo: “Todo aquel que ayune en este día e invoque a Al·lah, Él responderá a su súplica tal como respondió a la súplica de Zacarías (a.s.)”.

 

Segundo: Se transmitió del Imam Ar-Ridâ (a.s.) que en el primer día del Mes de Muharram el Enviado de Dios (s.a.w.) realizaba dos rak‘ah de oración, y cuando concluía elevaba sus manos y leía la siguiente súplica tres veces:

اَللّهُمَّ اَنْتَ الاِْلهُ الْقَديمُ وَهذِهِ سَنَةٌ جَديدَةٌ فَاَسْئَلُكَ فيهَا الْعِصْمَةَ مِنَ الشَّيْطانِ وَالْقُوَّةَ عَلى هذِهِ النَّفْسِ الاَْمّارَةِ بِالسّوءِ وَالاِْشْتِغالَ بِما يُقَرِّبُنى اِلَيْكَ

 al·lahumma anta-l ilâh-ul qadîm ua hâdhihi sanatun ÿadîdatun fa as’aluka fîha al-‘ismata min-ash shaitân ual quwata ‘ala hâdhihi-n nafsil ammârati bis-sû’ ual ishtigâla bimâ iuqarribunî iliaka

 

¡Dios mío! Tú eres la Divinidad sin principio, y éste es un año nuevo; te pido en el mismo la indemnidad respecto de Satanás, y el poder sobre esta alma incitadora al mal, y el ocuparme de lo que me acerca a Ti.

 

يا كَريمُ يا ذَا الْجَلالِ وَالاِْكْرامِ يا عِمادَ مَنْ لا عِمادَ لَهُ يا ذَخيرَةَ مَنْ لا ذَخيرَةَ لَهُ يا حِرْزَ مَنْ لا حِرْزَ لَهُ يا غِياثَ مَنْ لا غِياثَ لَهُ يا سَنَدَ مَنْ لا سَنَدَ لَهُ يا كَنْزَ مَنْ لا كَنْزَ لَهُ

 iâ karîmu iâ dhâl ÿalâli ual ikrâmi iâ ‘imâda man lâ ‘imâda lah iâ dhajîrata man lâ dhajîrata lah iâ hirza man lâ hirza lah iâ guiâza man lâ guiâza lah iâ sanada man la sanada lah iâ kanza man lâ kanza lah

 

¡Oh Generosísimo! ¡Oh Poseedor de la Majestuosidad y la Honra! ¡Oh Soporte de quien no tiene soporte! ¡Oh Provisión de quien no tiene provisión! ¡Oh Resguardo de quien no tiene resguardo! ¡Oh Auxilio de quien no tiene auxilio! ¡Oh Apoyo de quien no tiene apoyo! ¡Oh Tesoro de quien no tiene tesoro!

 

يا حَسَنَ الْبَلاءِ يا عَظيمِ الرَّجاءِ يا عِزَّ الضُّعَفآءِ يا مُنْقِذَ الْغَرْقى يا مُنْجِىَ الْهَلْكى يا مُنْعِمُ يا مُجْمِلُ يا مُفْضِلُ يا مُحْسِنُ

hasana-l balâ’ iâ ‘adzîm-ar raÿâ’ iâ ‘izz-ad du‘afâ’i iâ munqidhal garqâ iâ munyia-l halkâ iâ mun‘imu iâ muÿmilu iâ mufdilu iâ muhsinu

 

¡Oh Quien pone a prueba bellamente! ¡Oh Quien conforma una magnífica esperanza! ¡Oh Grandeza de los débiles! ¡Oh Rescatador de los ahogados! ¡Oh Salvador de los condenados! ¡Oh Agraciador! ¡Oh Embellecedor! ¡Oh Favorecedor! ¡Oh Bienhechor!

 

اَنْتَ الَّذى سَجَدَ لَكَ سَوادُ اللَّيْلِ وَنُورُ النَّهارِ وَضَوْءُ الْقَمَرِ وَشُعاعُ الشَّمْسِ وَدَوِىُّ الْمآءِ وَحَفيفُ الشَّجَرِ يا اَللهُ لا شَريكَ لَكَ

anta-l ladhî saÿada laka sauâd-ul laili ua nûru-n nahâri ua dau’-ul qamari ua shu‘â‘-ush shamsi ua dauîi-ul mâ’i ua hafîf-ush shaÿari iâ al·lahu lâ sharîka lak

 

Tú eres Aquel ante Quien se prosterna la negrura de la noche y la luz del día, la luminosidad de la Luna y los destellos del Sol, la onda del agua y el susurro de los árboles. ¡Oh Dios! No tienes copartícipe.

 

اَللّـهُمَّ اجْعَلْنا خَيْراً مِمّا يَظُنُّونَ وَاغْفِرْ لَنا ما لا يَعْمَلُونَ وَلا تُؤاخِذْنا بِما يَقُولُونَ حِسْبِىَ اللهُ لا اِلـهَ اِلاّ هُوَ عَلَيْهِ تَوَكَّلْتُ وَهُوَ رَبُّ الْعَرْشِ الْعَظيمِ

al·lahumma-ÿ‘alnâ jairan mimmâ iadzunnûna ua-gfir lanâ mâ lâ ia‘lamûna ua lâ tu’âjidhnâ bimâ iaqûlûna hasbia-l·lahu lâ ilâha il·la hua ‘alaihi tauakkaltu ua hua rabbul ‘arsh-il ‘azhîm

 

¡Dios mío! Disponnos mejor de lo que (las personas) suponen. Perdona lo que ellos no saben (de nosotros). Y no nos reproches por lo que dicen de nosotros (y no merecemos). Dios es mi suficiencia. No hay divinidad sino Él. A Él me encomiendo y es el Señor del Trono Excelso.

 

آمَنّا بِهِ كلٌّ مِنْ عِنْدِ رَبِّنا وَما يَذَّكَّرُ اِلاّ اُولُوا الاَْلْبابِ رَبَّنا لا تُزِغْ قُلُوبَنا بَعْدَ اِذْ هَدَيْتَنا وَهَبْ لَنا مِنْ لَدُنْكَ رَحْمَةً اِنَّكَ اَنْتَ الْوَهّابُ

âmannâ bihi kul·lun min ‘indi rabbina ua mâ iadzdzakkaru il·la ûlûl albâb rabbanâ lâ tuzig qulûbanâ ba‘da idz hadaitanâ ua hab lanâ min ladunka rahmatan innaka anta-l wahhâb

 

Creemos en ello. Todo dimana de nuestro Señor. Y no lo recapacitan sino los dotados de intelectos. ¡Señor nuestro! No desvíes nuestros corazones después de habernos guiado, y concédenos una misericordia de Tu parte. Por cierto que Tú eres el que confiere en demasía.

 

El Sheij At-Tûsî dijo: Es preferible ayunar los diez primeros días de Muharram, pero el día décimo abstenerse de la comida y la bebida hasta después de la tarde (sin poner intención de ayunar).

El Seîied transmitió que es preferible ayunar durante todo este mes, y que su ayuno mantiene indemne al ayunante de todo pecado.

 

El Tercer Día: Es el día en que el Profeta Iûsuf (José –P-) salió de prisión. Al·lah facilitará los asuntos difíciles a todo aquel que ayune en este día y apartará de él la tristeza, y según un hadîz del Profeta (s.a.w.), sus súplicas serán respondidas.

 

El Noveno Día: Es el día de Tasû’â’. Se relata del Imam As-Sâdiq (a.s.) que dijo: “Tasû’â, es el día en que rodearon al Imam Husein (a.s.) y a sus discípulos en Karbalâ’ y en el que el ejército de Sham (Damasco actual) se reuniría para luchar contra él. Ibn Marwân y ‘Umar Sa’d (comandantes del ejército de Iazîd) se contentaron por la numerosidad de su ejército y por el escaso número de fieles del Imam Husein (a.s.) y se aseguraron de que no vendría para el Imam ningún otro socorro y que los iraquíes no los socorrerían”.

Luego dijo el Imam (a.s.): “Mi vida y la de mi padre se sacrifiquen por aquel impotente y solitario”.

 

La Décima Noche: (es la noche anterior al día décimo, día de ‘Ashurâ’). Respecto a esta noche, el Seîied (Ibn Tawûs) dijo que se aconseja realizar numerosas oraciones que tienen grandes méritos:

Entre ellas existen cuatro ciclos de oración. En cada ciclo debe recitarse: Sura Al- Hamd (Nº1) y cincuenta veces la Sura Al-Ijlâs (Nº 112). Ésta era una oración que realizaba el Imam ‘Alî (a.s.) y que se conoce como la Oración del Príncipe de los Creyentes. Luego de la oración, en la medida de lo posible se debe recordar a Dios, bendecir al Profeta (s.a.w.) y a su descendencia y maldecir a sus enemigos.

Según algunos dichos, quien quedara despierto en esta noche y adorara a Dios, tal adoración equivaldrá a la adoración de todos los ángeles y su recompensa a las acciones de setenta años. Si alguien tuviera la posibilidad de permanecer en esta noche hasta el alba en el Santuario del Imam, situado en Karbalâ’, en el Día del Juicio Final, Dios lo contará entre los fieles que fueron martirizados junto al Imam (a.s.).

Esta noche es la noche que el Imam (a.s.) y sus fieles pidieron plazo para poder dedicar a Dios el rezo y la lectura del Sagrado Corán.

El Imam (a.s.) y sus fieles, durante toda esta noche adoraron a Dios. La recitación del Corán se podía oír desde todos los rincones del campamento del Imam Husein (a.s.).

 

El Décimo Día: Es el día del martirio de Abû ‘Abdil·lah Al-Husein (a.s.), día de tristeza y dolor para los Imames Inmaculados (a.s.) y sus seguidores.

Es adecuado que los seguidores del Imam (a.s.) en este día no dediquen su tiempo a trabajos del mundo ni a comprar provisiones para sus casas.

Es recompensado todo llanto y cántico que recuerde al Imam Husein (a.s.); vestir de luto por el Imam; comportarse como si se hubiese perdido a un ser querido; saludar al Imam (realizar la Ziârah de ‘Ashûrâ’, la misma se halla en el capítulo de saludos, Ziârât, en Mafâtih Al-Ÿinân); maldecir a los asesinos del Imam y darse condolencias mutuamente, a través de las siguientes palabras:

اَعْظَمَ اللّهُ اُجُورَنا وَاُجورَكُمْ بِمُصابِنا بِالْحُسَيْنِ عَلَيْهِ السَّلامُ وَجَعَلَنا وَاِيّاكُمْ مِنَ الطّالِبينَ بِثارِهِ مَعَ وَلِيِّهِ الاِْمامِ الْمَهْدِىِّ مِنْ الِ مُحَمَّدٍ عَلَيْهِمُ السَّلامُ

a‘dzama al·lahu uÿûrana wa uÿûrakum bimusâbinâ bil husain ‘alaihi-s salâm ua ÿa’alana ua iîâkum mina-t tâlibîna bizârihi ma’a ualîih-il imâm-il mahdî min âli muhammadin ‘alaihim-us salâm

 

Que Al·lah aumente nuestra recompensa y la vuestra, por nuestro duelo por Husein –que la paz sea con él- y que nos disponga y os disponga de entre quienes procuran vengar su sangre junto a su walî el Imam Al-Mahdi (a.s.), de la descendencia del Profeta (s.a.w.).

 

Es preferible en este día, recordar los sucesos de aquel acontecimiento y llorar.

Se relata que cuando Moisés (a.s.) tuvo la misión de visitar al Profeta Jidr (a.s.) y aprender de él, el primer asunto que trataron fue aquél que este Profeta sabio (Jidr) le relatara detalladamente, respecto a todos los sucesos de Karbalâ’ y los sufrimientos que el Imam, sus compañeros y familiares padecerían. Luego ambos se echaron a llorar fuertemente.

 También, se relata de Ibn ‘Abbâs que dijo: “En Dhîqâr visité al Imam ‘Alî (a.s.). El Imam me presentó un escrito con su propia letra y dictado por el Profeta (s.a.w.) y comenzó a leérmelo. En ese escrito estaban todos los sucesos de Karbalâ’, cómo y quién martirizaría al Imam Husein (a.s.), quién lo apoyaría y quiénes se martirizarían junto a él. Luego se echó a llorar fuertemente y yo también.”

Se relata que quien en este día visite la tumba del Imam Husain (a.s.) y ofrezca agua a los visitantes, es como si hubiera ofrecido agua al ejército del Imam y lo hubiera acompañado en aquel trágico día.

Es preferible en este día leer mil veces la Sûra Al-Ijlâs (nº 112).

Es preferible que los musulmanes en ese día se abstengan de comer y beber sin intención de ayuno hasta la tarde y desayunen en ese momento con comidas propias de la gente de la desgracia, tales como yogur natural o leche, y no con comidas exquisitas.

Banî Umâiiah (los Omeyas) consideraban que abastecer de provisiones su casa en este día poseía mucha misericordia, por ello dijo el Imam Ar-Ridâ (a.s.): “Quienes en este día dejen de preocuparse por los asuntos de este mundo, Dios le dará bienestar en este y el otro mundo. Para quien el día de ‘Ashurâ’ sea un día de tristeza y de lágrimas, el Día del Juicio Final, será un día de alivio y alegría para él y se contentará al vernos en el Paraíso. Quien en este día compre algo para su casa, pensando que el mismo es un día bendito, Al·lah no bendecirá dicha provisión y el Día del Juicio Final será resucitado junto a Iazîd, ‘Ubaidul·lah ibn Ziâd y ‘Umar ibn Sa‘d –que Al·lah los maldiga”.

 

Es preferible en este día, decir mil veces:

اَلّلهُمَّ الْعَنْ قَتَلَةَ الْحُسَيْنِ عليه السلام

al·lahumma-l‘an qatalatal husaini ‘ alaih-is salâm

 

¡Dios nuestro! Maldice a los asesinos de Husain –la paz sea con él.

 

De esta forma el Imam dejó en claro la falsedad de los dichos que los Banî Umaiiah falsificaron sobre la bendición de este día y que atribuyeron al Profeta (s.a.w.).

El autor de Shifâ’ As Sudûr, explica esto en profundidad cuando comenta el párrafo de la Ziârah de ‘Ashûrâ’ que dice: “¡Dios mío! por cierto que éste es un día que los Omeyas consideran bendito”. El resumen de ello es lo siguiente:

 

“La procura de bendiciones en este día por parte de los omeyas presenta varios aspectos:

El primero de ellos es que, tomaron como una tradición el hecho de abastecerse con provisiones en este día y consideraban que esas provisiones eran motivo de felicidad y abundancia hasta el año siguiente, tal como se ha mencionado repetidamente en las narraciones de Ahl-ul Bait (a.s.) donde se les recrimina y se les prohíbe hacer ello.

Otro aspecto es la realización de ceremonias festivas (‘id) y acciones propias de una festividad, como el hecho de ser dadivoso con la familia en este día, comprar ropas nuevas, recortarse el bigote y las uñas, estrecharse la mano, y otras cosas semejantes, que los Omeyas y sus seguidores realizaban.

Otro aspecto es el ayuno en dicho día, para lo cual inventaron muchas narraciones que enfatizan el ayuno (con todas sus condiciones) en este día.

El cuarto de los aspectos de tomar (indebidamente) como bendito al día de ‘Ashurâ’ es considerar que la súplica y el ruego por las necesidades son respondidas por Al·lah y para ello inventaron muchas virtudes para este día. Y enseñaban varias súplicas combinadas para confundir el asunto y sus actos se tornasen ambiguos, tal como la jutbah o disertación que ellos leían ese día respecto a que para cada profeta se menciona un honor en este día, como que, en este día se enfrió el Fuego de Nimrud (en el cual debía ser arrojado Abraham), se posó el Arca de Noé (a.s.), se ahogó el ejército del Faraón, Jesús (a.s.) fue salvado de los judíos, tal como cita el Sheij Sadûq de Ÿablah Mekkiah de que: “Escuché a Meizam Tammâr –que Al·lah esté complacido de él-, que dijo: “¡Por Dios! Que esta comunidad matará al hijo de su propio Profeta (s.a.w.), en el mes de Muharram, en el día diez, y que cada facción de los enemigos del Creador, Glorificado y Exaltado Sea, dispondrá a éste como día de bendición. ¡Es como si ese día ya hubiese llegado y ya hubiese sucedido en el conocimiento de Dios, Glorificado Sea. Yo sé eso por un secreto que me llegó de Amîr Al-Mu’minîn (a.s.)...”.

Luego Ÿablah continua diciendo: “Dije: ¿Cómo es que la gente tomaría el día del asesinato de Husein como un día de bendición?”. Entonces Meizam lloró y dijo: “Inventarán hadices sobre que ese es el día en que Dios, Glorificado Sea, aceptó el arrepentimiento de Adán, siendo que Al·lah, Glorificado Sea, aceptó el arrepentimiento de Adán en el mes de Dhûl Hiÿÿah. Supondrán que es el día en que Al·lah, Glorificado Sea, sacó a Iûnus (Jonás) del vientre de la ballena, siendo que Al·lah, Glorificado Sea, sacó a Iûnus del vientre de la ballena en el mes de Dhûl Qa‘dah. Supondrán que es el día en que el Arca de Nûh (Noé) se posó sobre el monte Ÿudî, siendo que el Arca se asentó el dieciocho de Dhul Hiÿÿah. Supondrán que es el día en que fueron abiertas las aguas del mar para Moisés, siendo que ello ocurrió en el mes de Rabî‘ Al-Auwal...”. En general, con toda esa aclaración y énfasis que se puso en la narración de Meizam, ello en realidad conforma una de las señales de la profecía y del Imamato, y un indicio de la legitimidad del Shiísmo, que haya brindado tales informaciones certeras. El contenido de ello concuerda con lo acontecido.

Lo sorprendente es que se compuso una súplica en base a esas mentiras, la cual se mencionó en un libro de alguno de entre los desatentos que no es de entre los expertos en la materia ni de entre los informados, quien distribuyó ello entre la gente común. Por supuesto que leer esa súplica se considera una bid‘ah o innovación en la religión y es algo prohibido.

No hay dudas de que esa súplica fue inventada por alguno de los nawâsib (esto es, aquellos que manifiestan rencor por Ahlul Bait) o alguno de los jawâriÿ, y ello complementa la opresión de los omeyas”.

Estas fueron las palabras del autor de Shifâ’ As-Sudûr en forma resumida.

Al final del día de Ashûrâ’ es adecuado recordar el viaje de las mujeres de la familia del Imam Husein (a.s.), sus hijas y niños, quienes en ese momento fueron hechos prisioneros por los enemigos en Karbalâ’ mientras se encontraban sumidos en la tristeza y el llanto, habiéndoles afligido una desgracia tal que no se le puede ocurrir a ninguna criatura y que la pluma no tiene la fuerza para escribir.

Entonces, levántate y envía tus saludos al Mensajero de Dios (s.a.w.), a ‘Alî Al-Murtadâ, a Fátima Az-Z­ahrâ’, a Hasan Al-Muÿtabâ y al resto de los Imanes de la descendencia de Al-Husein (a.s.). Exprésales tus condolencias por esas grandes desgracias con un corazón desazonado y los ojos llorosos, y lee la Ziârah Wâriz.

 

El día veinticinco: Según algunos sabios musulmanes, es el día del martirio del Imam Zain Al-‘Abidîn (a.s.).



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Publicado por Instituto de Cultura y Ciencias del Islam AL GADIR para ICCI Al GADIR el 12/12/2010 01:28:00 PM

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

Día 1: La Tragedia de Muslim ibn ‘Aquîl

Muslim, el hijo de ‘Aquîl ibn Abî Tâlib, fue una de las grandes personalidades de los hashemíes y primo de Abâ ‘Abdil·lâh Al-Husain. El Imam Al-Husain -con él sea la paz- había salido de la ciudad de Medina y se encontraba en La Meca cuando recibió una gran cantidad de cartas e invitaciones que le enviaba la gente de Kufa.

Cuando llegaron las últimas cartas, que en total sumaban miles, el Imam se encontraba entre el Pilar de la Ka ‘bah -o ángulo en que se encuentra la Piedra Negra- y el Sitial de Abraham. Al-Husain (a.s.) rezó dos ciclos de oración y rogó a Dios por que aconteciera lo bueno. Luego requirió la presencia de Muslim y escribió una respuesta a esas cartas, en la que expresaba:

Vosotros decís: “No tenemos Imam. ¡Ven a nosotros, de manera que Dios, por tu intermedio, nos guíe y una!”. Envío a vosotros a Muslim ibn ‘Aquîl, mi hermano y primo, quien es de mi entera confianza. Así pues, si es que él me escribe que la opinión de los lúcidos y la gente de la virtud y la consulta de entre vosotros es esa misma que he leído en vuestras cartas, entonces me dirigiré hacia vosotros.

Muslim partió de La Meca a mediados del mes de Ramadán y llegó a Medina, donde rezó en la Mezquita del Profeta (s.a.w.) y se despidió de su familia. Tras ello se dirigió a Kufa junto a unos cuantos guías y acompañantes. Las condiciones del viaje eran muy duras, al punto que Muslim y sus acompañantes perdieron el rumbo y dos de los guías perecieron por la sed. Finalmente Muslim llegó a Kufa el día 5 de Shauwâl.

Las gentes de Kufa se congregaron en grupos a su alrededor y lloraron cuando les leyó la carta del Imam. A continuación, dieciocho mil personas de Kufa dieron la bai‘ah o juramento de fidelidad a Muslim. En consecuencia, él escribió una misiva al Imam (a.s.) donde le informaba de la bai‘ah de esa cantidad de personas y le incentivaba a movilizarse en dirección a Kufa.

Cuando la noticia de este juramento llegó a oídos de Iazîd ibn Mu‘âwîiah, éste comisionó a ‘Ubaidul·lâh ibn Ziâd, el gobernador de Basora, para que asumiera también la gobernación de Kufa. ‘Ubaidul·lâh ingresó a Kufa con una treta y asumió el gobierno, amedrentando a la gente. Luego procedió a torturar y encarcelar a Hâni ibn ‘Urwah, quien se contaba entre las grandes personalidades de Kufa y había dado cobijo a Muslim ibn ‘Aquîl en su casa.

Cuando Muslim escuchó la noticia de que Hânî había sido torturado requirió a la gente que le auxiliaran. La gente se unió a él, y la mezquita, el mercado y los alrededores del palacio de la gobernación se llenó de gente, en tanto que los compañeros de ‘Ubaidul·lâh no eran más de cincuenta personas.

‘Ubaidul·lâh envió a unas cuantas personas a los diferentes clanes de Kufa para amenazarles y sobornarles, y ordenó a algunos ilustres que se encontraban en su palacio, que amedrentaran y disuadieran desde los tejados de la gobernación a la gente que sitiaba el palacio.

Cuando la gente de Kufa escuchó las palabras de sus caudillos y personas ilustres se desanimaron y poco a poco los susurros seductores se incrementaron de manera que cada uno decía a otro: “¡Volvamos! Están los demás y son suficientes”.

Paulatinamente, la multitud a favor de Muslim se dispersó y tan solo unas treinta personas permanecieron en la mezquita para asistirle.

Cuando Muslim se enfrentó a esta deslealtad, se dirigió con esas treinta personas a la zona de Abuâb Kandah. Cuando llegó allí tan solo quedaban con él diez personas, ¡y al atravesar ese lugar ya no quedaba nadie con él!

Muslim observaba solitario a uno y otro lado pero no había nadie que le guiara o que siquiera le ocultara en su casa. El enviado de Al-Husain (a.s.) caminaba desorientado por los callejones oscuros de Kufa sin saber adonde ir, hasta que llegó a una casa en la que una anciana se encontraba parada en la puerta. El nombre de esta mujer era Tau‘ah y estaba esperando a su hijo que había salido de su casa para ir con la gente. Muslim saludó a la mujer y le pidió agua. 

 

 

Tau‘ah le dio agua y entró a su casa. Al volver a salir vio que Muslim seguía sentado frente a la puerta de su casa y le dijo: “¡Oh siervo de Dios! Si ya tomaste agua vuelve a tu casa”. Muslim permaneció en silencio y la mujer repitió eso dos o tres veces. Muslim se puso de pié y le dijo: “No tengo casa ni familia en esta ciudad. Soy Muslim ibn ‘Aquîl. Esta gente me mintió, me engañó y me retiró el amparo”.

La mujer hizo ingresar a Muslim a su casa, extendió una alfombra y dispuso comida para él, pero Muslim no cenó y se durmió. En sueños vio a su tío Amîr al-Mu’minîn ‘Alî (a.s.) que le decía: “¡Apresúrate, que mañana estarás con nosotros!”.

Por otra parte, cuando ‘Ubaidul·lâh vio que la gente se dispersaba, se envalentonó y salió del palacio. Fue a la mezquita y dispuso una recompensa de mil dinares para quien encontrase a Muslim.

Cuando el hijo de Tau‘ah volvió a su casa se enteró de la presencia de Muslim , y al salir el sol informó de ello a los enemigos. ‘Ubaidul·lâh envió a un grupo compuesto por decenas de soldados para apresarle.

Muslim se encontraba ocupado en la adoración cuando los soldados llegaron a la casa de Tau ‘ah. Cuando escuchó el relincho de los caballos finalizó rápidamente su súplica, vistió su armadura y agradeció a Tau‘ah, y se dirigió a enfrentar a los soldados por temor a que el enemigo destruyera o quemara la casa de la anciana.

Muslim, que era un guerrero, mató a más de cuarenta de los traicioneros de Kufa, pero luego éstos le atacaron en grupo a la vez que le arrojaban rocas desde los tejados. Finalmente, a causa de la severidad de las heridas, la sed y por una lanza que le atravesó por la espalda, cayó y fue hecho prisionero.

(Algunas fuentes agregan que cuando vieron que no podían apresarlo, le engañaron prometiéndole salvoconducto y fue así que consiguieron llevarlo a la gobernación).

Cuando Muslim ibn ‘Aquîl fue capturado, dijo: “Por cierto que somos de Dios y a Él retornaremos”, y comenzó a llorar. Uno de los soldados se sorprendió por el hecho de que llorara siendo él tan valiente, y le preguntó por qué lo hacía. Muslim dijo: “¡Juro por Dios que no tengo miedo de morir y que no lloro por mí! sino que lloro por la familia del Profeta que se dirige hacia aquí y por Al-Husain y su familia”.

Por orden de ‘Ubaidul·lâh llevaron a Muslim al tejado del palacio de la gobernación en tanto que él glorificaba a Dios y requería Su perdón. Entonces lo decapitaron y luego arrojaron desde el tejado primero su cabeza y después su cuerpo, para que todos lo vieran. Finalmente colgaron su bendito cuerpo para dejarle expuesto a las miradas de aquéllos que quebrantaron su pacto.

También llevaron al mercado de Kufa a Hânî, que era un anciano de 89 años, y le mataron de una manera lamentable, colgándolo, mientras éste llamaba a sus compañeros, pero nadie hizo nada por auxiliarle.

Posteriormente, Ibn Ziâd envió las cabezas de Hânî y de Muslim a Siria ante Iazîd. El cuerpo de Muslim ibn ‘Aquîl fue el primer cuerpo de entre los hashemíes que fue colgado, y su cabeza la primera que fue enviada a Damasco.

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?».

«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen». 

 

 

 

 

 

 

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

Día 2: El ingreso de la Caravana del Imam Al-Husain a Karbalâ’

 

Luego de que los Omeyas presionaran al Imam Al-Husain (a.s.) para que le diera a Iazîd su bai‘ah o juramento de fidelidad, salió de Medina dirigiéndose a la sagrada ciudad de La Meca. Es así que el Imam (a.s.) pasó el resto del mes de Sha‘bân, los meses de Ramadân, Shauwâl, Dhûl Qi‘dah, y ocho días del mes de Dhûl Hiÿÿah en las vecindades de la Casa de Dios y en estado de consagración, vistiendo el Ihrâm para la Peregrinación.

 

Por otra parte, ‘Amr ibn Sa‘îd ibn ‘Âss fue comisionado por Iazîd para encarcelar o combatir al Imam, por lo que partió hacia La Meca llegando el día de Tarwiah, esto es, el 8 de Dhûl Hiÿÿah.

El Imam (a.s.), quien sabía que los enemigos no observarían el menor respeto por el Santuario de la Casa de Dios , dejó inconclusa su Peregrinación Mayor (Haÿÿ), cambiando la intención de la misma a Peregrinación Menor (‘Umrah), y abandonó La Meca.

El motivo por el cual el Imam hizo eso fue, como él mismo diría, para proteger la santidad de la Casa de Dios. Como respuesta a su hermano Muhammad ibn Hanafîiah, quien le prevenía en relación con abandonar La Meca y le incentivaba a establecerse en la misma, expresó: “¡Oh hermano! Temo que Iazîd me haga asesinar en el Santuario, y de esa manera se infrinja la santidad de esta Casa ”. Asimismo, en respuesta a otras personas como Ibn ‘Abbâs, Farazdaq y ‘Abdul·lâh ibn Zubair, quienes le requirieron eso mismo suponiendo que el enemigo respetaría la sacralidad de La Meca , el Imam expresó: “Es mejor ser muerto a un palmo más lejos de la Ka ‘bah a que la santidad de La Meca sea pisoteada por causa mía”. Posteriormente, en los sucesos vinculados al levantamiento de ‘Abdul ·lâh ibn Zubair, los omeyas atacarían la Ka ‘bah con catapultas y matarían a ‘Abdul·lâh en la Sagrada Mezquita. Entonces quedó evidenciado que Ibn ‘Abbâs, con toda su sagacidad, e Ibn Zubair, con toda su astucia, estaban equivocados, siendo el Imam (a.s.) quien veía el devenir con claridad y conocía a los enemigos del Islam.

Cuando los peregrinos se dirigían a Minâ para realizar las ceremonias correspondientes de la Peregrinación , el Imam fue a realizar el Tawâf o circunvalación a la Ka ‘bah, hizo el trote o Sa‘îi entre las colinas de Safâ y Marwah, y cortó un poco de su cabello (Taqsîr), saliendo de esa manera del estado de consagración o Ihrâm. Así, cambió la Peregrinación Mayor a Peregrinación Menor y se dirigió a Kufa.

Cuando su hermano Muhammad ibn Hanafîiah se enteró de ello, alcanzó al Imam (a.s.), tomó las riendas de su camella y le dijo: “¡Oh hermano! ¿Qué es lo que motivó que salgas con ese apuro?”. El Imam respondió: “Anoche el Mensajero de Dios vino a verme en sueños y me dijo: “¡Oh Husain! ¡Debes salir, puesto que Dios desea que seas asesinado!”. Ibn Hanafîiah dijo: “¡Por cierto que somos de Dios y a Él retornaremos! Entonces, ¿por qué llevas contigo a estas mujeres y niños?”. El Imam le respondió: “El Mensajero de Dios dijo que Dios desea verles prisioneros y encadenados.”

 

 

De esa manera fue que, para proteger el Santuario de Dios, por orden del Mensajero de Dios (s.a.w.) y para vivificar la orden de Dios, salió de La Meca junto a su gente y familia y un número de sus seguidores, dirigiéndose a Irak. Algunos historiadores transmitieron que el día de su partida fue el 8 de Dhûl Hiÿÿah (el día de Tarwiah), en tanto que Ibn Qûlûwaih transmite del Imam Al-Baqir (a.s.) que fue el día 7 de dicho mes.

El Imam se dirigió a Kufa, pero tras veinte días de marcha fue obligado por Hurr y su ejército a detenerse en las cercanías de esta ciudad (suceso que será mencionado en el tercer día).

Tuvieron lugar largas conversaciones entre Hurr y el Imam (a.s.), hasta que finalmente Hurr dijo: “Ya que desistes de ir a Kufa, elige un camino de manera que, ni vayas a Kufa ni vuelvas a Medina, para que yo le escriba al gobernador”. El Imam eligió el camino de Qadisîiah.

Los dos contingentes marcharon juntos por dos días hasta que el día 2 de Muharram, en las cercanías de Nainawah (Nínive), Hurr recibió una misiva de parte de ‘ Ubaidul·lâh en la que decía: “En el preciso momento en que recibas esta carta, detén a Husain y aprémiale. ¡Que se detenga en el desierto sin cobijo ni agua!”.

Hurr se comportó en forma ruda con el Imam y sus compañeros para obligarlo a detenerse transitoriamente en ese mismo lugar desprovisto de agua y desolado. El Imam (a.s.) le dijo: “¡Pobre de ti! ¡Deja que nos detengamos en algún poblado!”. Hurr dijo: “¡No! Por Dios que no puedo hacer eso. Este mensajero me está vigilando. Debes permanecer aquí mismo.”

Zuhair, uno de los compañeros del Imam, dijo: “¡Oh hijo del Mensajero de Dios! Combatir contra este grupo sería mucho más fácil que enfrentarse a aquéllos que después se le añadirán. ¡Permite que luchemos con ellos!”. El Imam expresó: “¡No seré yo quien comience el combate!”.

 

Entonces, preguntó el nombre de esa región. Le dijeron: “Este lugar se llama ‘Aqr”. Otra vez preguntó: “¿Acaso no tiene otro nombre?”. Dijeron: “Otro de los nombres de este territorio es Nainawah. También le llaman Karbalâ’”. Cuando Al-Husain escuchó el nombre de Karbalâ’ comenzó a llorar y dijo: “¡Dios mío! Yo me amparo en Ti del Karb (la aflicción) y el Balâ’ (la desgracia). Éste es un lugar de sufrimiento y congoja. ¡Descended aquí mismo, puesto que mi abuelo el Mensajero de Dios me informó que nuestra sangre sería vertida en esta tierra y que seríamos sepultados aquí mismo!”.

Luego ordenó que levantaran las tiendas en esa misma tierra sin agua ni forraje.

En otras narraciones se transmite que cuando le dijeron al Imam: “El nombre de este lugar es Karbalâ’”, olió el aroma de esa tierra y lloró, diciendo: “Umm Salamah (una de las esposas del Profeta) me informó que: Cierto día (el ángel) Gabriel se encontraba junto al Mensajero de Dios y yo te llevé junto a él en tanto que llorabas. El Profeta te tomó y te hizo sentar en su regazo para que te calmes. Gabriel le dijo: “¿Acaso le quieres?”. El Profeta dijo: “Así es”. Gabriel dijo: “¡Tu propia comunidad le matará!”. Luego le dio tierra de Karbalâ’.” Luego Al-Husain agregó: “¡Por Dios que esta tierra es esa misma tierra!”.

Asimismo se transmite en las narraciones que cuando ‘Alî (a.s.) se dirigía a Siffîn llegó a los alrededores de Nainawah y preguntó cómo le decían a ese territorio. Le dijeron: “Karbalâ’”. Amîr al-Mu’minîn lloró tanto que la tierra se humedeció con sus lágrimas.

 

Ahora, ¡nosotros también lloremos junto a Muhammad y ‘Alî por aquel por cuya desgracia lloran los Cielos y la Tierra!...



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Publicado por Instituto de Cultura y Ciencias del Islam AL GADIR para
ICCI Al GADIR el 12/08/2010 02:23:00 PM

 

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

Día 3: La Tragedia de Hurr – una historia de arrepentimiento y determinación

La historia de Hurr conforma uno de los sucesos de ‘Ashûrâ’ que más sorprenden y llaman a la reflexión.

Él fue un valiente caballero y un fuerte guerrero. Algunos lo consideraban “el hombre más bravo de Kufa”. Para comprender la importancia de ese apelativo debemos saber que Kufa era una ciudad militar que fue construida como la primera fortaleza del Islam frente a la principal potencia de su tiempo, esto es, el Imperio Persa. Es por eso que la mayoría de sus habitantes eran soldados y oficiales de renombre entre los árabes y los no-árabes.

 

Cuando le informaron a ‘Ubaidul·lâh que el Imam Al-Husain (a.s.) había llegado a Irak, envió a Hurr junto a 1000 soldados para cortarle el paso y llevarle al palacio de la gobernación.

Cuando Hurr salía del palacio de ‘Ubaidul·lâh, escuchó una voz detrás de él que le decía: “¡Felicitaciones Hurr! puesto que te diriges hacia lo bueno”. Hurr se volvió hacia la voz y no vio a nadie, por lo que se preguntó con sorpresa: “¿Qué albricias son esas? ¿Qué tiene de bueno el que me dirija a combatir a Husain?”.

En medio del abrasador calor del mediodía, el ejército de Hurr alcanzó a la caravana de Al-Husain (a.s.). Cuando el Imam vio que se encontraban sedientos ordenó a sus compañeros: “¡Dad de beber a este grupo y a su caballería!”. Cuando observó que uno de esos soldados no podía beber el agua sino que la derramaba fuera de la cantimplora, él mismo se levantó y le dio de beber con sus propias manos.

¡Observen esa benevolencia y compasión del Imam (a.s.) y compárenla con lo que este mismo ejército de los kufíes hizo con él! ¡Al-Husain dio de beber a sus caballos, pero ellos después negaron el agua a los hijos de Al-Husain!

Cuando todos los soldados bebieron agua, llegó el tiempo de la oración. El Imam salió de la tienda, dio una breve disertación, y agregó: “¡Oh gentes! Yo no vine hacia vosotros sino después de haber recibido vuestras cartas y después de que vuestros mensajeros vinieran a mí y me dijeran: “¡Ven, puesto que no tenemos Imam!”. Ahora bien, si es que permanecéis en vuestro pacto, decidlo, y si ya no seguís en ese pacto y no estáis satisfechos con mi llegada, yo volveré desde este mismo lugar.”

Luego dijo a Hurr: “¿Quieres ir a rezar junto a tus compañeros?”. Dijo: “¡No! Todos rezaremos contigo”.

Tras la oración el Imam ingresó a su tienda y asimismo Hurr volvió junto a su ejército. En el momento de la Oración de la Tarde, nuevamente el Imam salió y rezó; luego se dirigió a los kufíes diciendo: “¡Oh gentes! Si es que teméis a Dios y consideráis que la verdad está con su gente, Dios, Glorificado Sea, estará más satisfecho con vosotros. Nosotros somos Ahl-ul Bait, la Gente de la Casa de Muhammad (s.a.w.), y somos mucho más dignos para ocupar el Califato que aquellos que lo pretenden y no gozan de tal posición, y que se comportan con vosotros con tiranía. Pero si no soy de vuestro agrado y desconocéis mi derecho y vuestra opinión es diferente a aquello que enviasteis en las cartas y que vuestros representantes transmitieron, volveré y os dejaré.”

Hurr dijo: “¡Juro por Dios que yo no sé nada sobre esas cartas y representantes que dices!”. El Imam pidió a uno de sus acompañantes que trajera un saco que contenía las cartas de los kufíes. El Imam mostró las cartas a Hurr y éste dijo: “Yo no soy uno de aquéllos que escribieron esas cartas. A mí me han ordenado que apenas te vea no me separe de ti hasta que nos presentemos ante ‘Ubaidul·lâh en Kufa”. El Imam ordenó a sus compañeros y a las mujeres de la caravana que montaran, diciéndoles: “¡Volvamos!”, pero los soldados de Hurr les cerraron el camino de regreso. El diálogo entre el Imam y el ejército de Kufa no tuvo resultado y finalmente la caravana del Imam se vio obligada a detenerse en la tierra de Karbalâ’…

 

 

Pero el día de ‘Ashûrâ’, cuando Hurr escuchó el clamor del Imam que expresaba: “¿Acaso no habrá quien nos auxilie por la satisfacción de Dios? ¿Acaso no habrá alguien que defienda la inviolabilidad del Mensajero de Dios?”, se dirigió donde se encontraba ‘Umar ibn Sa‘d y le preguntó: “¿Acaso en verdad quieres combatir a este hombre?”. ‘Umar le respondió: “¡Así es!”. Hurr volvió a preguntar: “¿Por qué no aceptas su propuesta de volver?”. ‘Umar le dijo: “Si eso estuviera en mis manos aceptaría, pero ‘Ubaidul·lâh no se complacerá con ello.”

Fue allí que Hurr comprendió que los Iazidíes estaban decididos a matar al Imam (a.s.). Tal idea le hizo estremecerse… En un lado del campo de batalla veía al hijo del Mensajero de Dios (s.a.w.) y a la familia de la Revelación , y en el otro a los enemigos del Mensajero de Dios (s.a.w.)… En un lado del campo de batalla veía a un siervo probo de Dios, y en el otro al califa usurpador que bebía embriagantes públicamente, hacía lícitas las prohibiciones de Dios y prohibía lo que Dios había hecho lícito... En un lado del campo de batalla veía pasión y martirio y en el otro bajeza y traición… En un lado veía la ventura y en el otro lado la desdicha…

Hurr tomó su decisión final y en tanto era el comandante de miles de jinetes , le dio la espalda al mundo, y con el pretexto de dar agua a su caballo, se alejó más y más del ejército de Iazîd, aproximándose más y más al campamento de la Verdad.

Muhâÿir ibn Aws, que acompañaba a Hurr, le preguntó: “¿Qué idea tienes en mente? ¿Acaso quieres atacar a Husain?”. Hurr no le respondió y comenzó a temblar. Muhâÿir le dijo: “¡Juro por Dios que nunca te he visto así! ¡Cuando me preguntaban el nombre del más bravo de los kufíes no dejaba de mencionarte a ti!”. Hurr le respondió: “¡Juro por Dios que me veo eligiendo entre el Paraíso y el Infierno! Ya sea que me corten en pedazos o me quemen, ¡no elegiré algo que no sea el Paraíso!”. En ese momento, fustigó a su caballo y se precipitó hacia la caravana del Imam (a.s.).

Cuando Hurr llegó ante el Imam (a.s.) puso las manos en su cabeza como muestra de arrepentimiento y dijo: “¡Dios mío! He vuelto hacía Ti. ¡Acepta mi arrepentimiento! Ciertamente que he amedrentado los corazones de Tus leales seguidores y de los hijos de la hija de Tu Profeta”. Luego se dirigió hacía el Imam avergonzado y le dijo: “¡Que yo sea sacrificado por ti, oh hijo del Mensajero de Dios! Yo soy aquel que te cerró el camino de regreso y te condujo a este extremo, puesto que nunca llegué a pensar que no aceptarían tu propuesta y que las cosas llegarían a este punto. ¡Juro por Dios que si hubiera sabido que las cosas serían de esta manera nunca te habría impedido el paso! Aquí estoy, apesadumbrado, y me arrepiento ante Dios por lo que hice. ¿Acaso hay posibilidad de arrepentimiento para mí?”. El Imam dijo: “¡Sí! Que Dios acepte tu arrepentimiento. ¡Desmonta!”. Hurr dijo: “Puesto que fui el primero que llegó a enfrentarse a ti, deseo ser el primero en ser matado frente a ti. Tal vez de esa manera en el Día del Cómputo (de las acciones) pueda colocar mis manos sobre las de tu abuelo.”

El Imam le dio a Hurr el permiso para el ÿïhâd. Hurr se situó frente al Imam y gritó al ejército de Kufa: “¡Oh gente de Kufa! Habéis invitado a este siervo probo de Dios, ¡¿y cuando vino a vosotros le abandonasteis?! Le dijisteis: “Nosotros arriesgaremos nuestras vidas por ti”, ¡¿y cuando llegó desenfundasteis las espadas en su contra sin permitirle dirigirse a otra parte en esta vasta tierra de Dios?! Los judíos, los cristianos y los zoroástricos beben del río Éufrates ¡¿mientras vosotros priváis del mismo a él, y a las mujeres, niñas y a toda su familia?! ¡Que Dios no os dé de beber el Día de la Gran Sed, puesto que no observasteis la santidad de Muhammad!”.

 

El ejército enemigo, que no pudo soportar las palabras de Hurr, le lanzó flechas, entonces Hurr comenzó a recitar versos y junto a Zuhair atacó al ejército enemigo, luchando con denuedo y matando a un gran número de los enemigos hasta que le atacaron en grupo y le martirizaron.

El Imam (a.s.) mismo llegó hasta donde se encontraba el puro cuerpo de Hurr, y se dirigió a él diciéndole: “¡Oh Hurr! Por cierto que, tal como te han llamado (hurr significa “libre”) eres libre tanto en la vida mundanal como en la del Más Allá ”. Luego le ató un pañuelo en la cabeza que se desangraba.

Así es. El Imam Al-Husain (a.s.) se dirigía hacia donde se encontraba cada uno de sus compañeros que iba siendo martirizado y abrazaba sus puros cuerpos…

Pero… ¡que los corazones ardan y los ojos sollocen por el mismo Imam, que sólo y sin nadie, cayó en el foso de la muerte con el enemigo sentado sobre su pecho…!

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquéllos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

Día 4: La Tragedia de los hijos y hermanos de Zainab –la paz sea con ella–

el día de ‘ashûrâ, cuando la imposición de combatir fue indefectible, los compañeros del Imam Al-Husain (a.s.) no permitieron que mientras ellos estuviesen vivos, los hijos del Mensajero de Dios (s.a.w.) se hicieran presentes en el campo de batalla y fueran matados. Pero cuando todos los auxiliares del Imam ‘Alî (a.s.) se ofrendaron y alcanzaron el martirio, llegó el turno de la Gente de la Casa del Profeta (s.a.w.) para que se sacrificaran por la Verdad.

 

En esos duros momentos los hijos de ‘Alî (a.s.), de Ÿa‘far At-Taîiâr, de ‘Aquîl, del Imam Al-Hasan (a.s.) y del Señor de los Mártires (a.s.) se reunieron, se abrazaron y se despidieron.

Relata un hadîz que un día el Mensajero de Dios (s.a.w.) observaba a unos cuantos jóvenes de Qureish que tenían un rostro bello e iluminado. Al verlos el Profeta (s.a.w.) se acongojó. Le preguntaron: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Qué te ha sucedido?”. Dijo: “Nosotros somos una familia para la cual Dios ha preferido el Más Allá y no la vida mundanal. He recordado lo que mi comunidad le hará a mis hijos, a quienes matará o desterrará.”

Entre las personas de la Familia del Mensaje que alcanzaron el martirio en Karbalâ’ a manos del ejército de Iazîd, están tres hijos de ‘Abdul ·lâh ibn Ÿa‘far At-Taîiâr y Zainab; otros tres miembros de la familia que alcanzaron el martirio fueron los hermanos (por parte de madre) de Hadrat Abûl Fadl Al-‘Abbâs (a.s.) (esto es, hermanos de Zainab por parte de padre).

Los hijos de Zainab

‘Awn, Muhammad y ‘Ubaidul·lâh eran los tres hijos de ‘Abdul ·lâh ibn Ÿa‘far (el esposo de Zainab, la paz sea con ella) que junto a su madre habían llegado con el Imam Al-Husain (a.s.) a Karbalâ’.

Cuando ellos vieron que su tío e Imam se estaba quedando solo, uno a uno se fueron presentando en el campo de batalla y ofrendaron sus vidas por el Islam.

‘Awn cabalgó hacia el campo de batalla frente a los ojos preocupados de su madre Zainab, mientras recitaba:

 

Si es que no me conocéis, pues yo soy el hijo de Ÿa‘far

El mártir veraz que florece en los paraísos

Que vuela en los mismos con alas verdes

Siendo ello suficiente honor en el Día de la Resurrección.

 

‘Awn mató a tres jinetes y a dieciocho soldados enemigos hasta que finalmente alcanzó el martirio a manos del ejército de Iazîd.

Luego de él, sus hermanos Muhammad y ‘Ubaidul·lâh también lucharon en el camino de la Verdad y fueron martirizados.

 

 

Los hermanos de Zainab

Al-‘Abbâs, ‘Abdul·lâh, Ÿa‘far y ‘Uzmân, fueron cuatro hermanos por parte de padre del Imam Al-Husain y de Zainab, hijos de Fátima Umm Al-Banîn.

Cuando Abûl Fadl Al-‘Abbâs vio que muchos miembros de Ahl-ul Bait alcanzaron el martirio, dijo a sus tres hermanos: “¡Queridos hermanos! Deseo que os dirijáis al campo de batalla frente a mí para observar vuestra lealtad en el camino de Dios y el Mensajero.”

Los tres hermanos se dirigieron uno por uno al campo de batalla y en sus elegías se presentaron como “los hijos de ‘Alî”, y tras un heroico combate, fueron martirizados.

‘Uzmân ibn ‘Alî, respecto a quien Amîr al-Mu’minîn (a.s.) habría dicho: “Le llamé ‘Uzmân en recuerdo de mi hermano (en la fe) ‘Uzmân ibn Madz‘ûn (el leal compañero del Mensajero de Dios)”, era un joven de 21 años. Cuando vieron su heroica manera de guerrear se valieron de flechas para matarle. Jaûlî le disparó una flecha en su costado y ‘Uzmân cayó del caballo. Tras ello uno de los enemigos galopó hacia él y le martirizó, cortándole luego la cabeza.

 

Estos 6 hermanos son solo unos cuantos de entre los tantos miembros de su familia cuyo martirio vio Zainab con sus propios ojos. Ella fue una mujer valerosa que en unas cuantas horas, fue testigo del martirio de sus hijos, hermanos, sobrinos y primos; y asimismo vio cómo sus cabezas fueron puestas sobre las lanzas…

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

 

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

Día 5: La Tragedia de ‘Abdul ·lâh ibn Al-Hasan

 

‘Abdul·lâh ibn al-Hasan, hijo del Imam Al-Hasan Al-Muÿtabâ (a.s.) es uno de los jóvenes adolescentes que se dirigió a Kufa junto a su familia y su tío el Imam Al-Husain (a.s.).

Desde la mañana hasta la tarde del día de Ashûrâ, comenzando por los compañeros del Imam Al-Husain (a.s.) y luego la gente de su casa, uno por uno o bien en grupos se dirigieron al campo de batalla y alcanzaron el martirio. Finalmente llegó el momento en que el Imam (a.s.) quedó sólo en medio de miles de enemigos armados y cada tanto clamaba: “¿Acaso hay algún auxiliador que por Dios defienda la santidad del Mensajero de Dios (s.a.w.)?”.

 

Para acabar con el asunto, Shimr ibn Dhîl Ÿaushan junto a soldados de infantería atacaron al Imam (a.s.) rodeándole, y una que otra vez alcanzaban a herirle.

‘Abdul·lâh, que se encontraba en las tiendas junto a las mujeres y niños, no pudo soportar ver tan solo a su tío y de repente salió de las tiendas. Zainab -la paz sea con ella- le cogió para impedírselo y no permitir que el hijo de su hermano fuera presa de los lobos hambrientos de Iazîd, pero ‘Abdul·lâh le dijo: “¡No! ¡Juro por Dios que no dejaré solo a mi tío!”. Luego se soltó de su tía y corrió hasta el campo de batalla hasta llegar donde se encontraba el Imam (a.s.) para defenderle con su pequeño y frágil cuerpo.

En medio del tumulto que se había producido alrededor del Imam (a.s.) uno de los soldados de Iazîd batió la espada para golpear al Imam (a.s.), pero ‘Abdul·lâh interpuso su cuerpo para que la espada no le alcanzara. La espada afilada y el fuerte golpe hicieron que la mano del nieto del Profeta (s.a.w.) se separara de su cuerpo, de manera que solo quedó colgando de la piel.

Por lo intenso del dolor, ‘Abdul·lâh lanzó un quejido y evocó a su padre diciendo: “¡Oh padre mío!”…

El Imam (a.s.) lo abrazó; lo apretó contra su cuerpo y le susurró al oído: “¡Oh hijo de mi hermano! Ten paciencia e invoca a Dios Todopoderoso, de manera que te una con tus virtuosos padres”.

Luego el Imam (a.s.) elevó las manos en súplica y dijo: “¡Dios mío! Si es que has decretado que debes hacer permanecer con vida a esta gente por un tiempo, suscita una fuerte discrepancia entre ellos… puesto que nos han convocado y prometido auxilio, pero nos atacaron y asesinaron”.

En ese momento, Harmalah ibn Kâhil, el arquero del ejército enemigo, apuntó al delgado cuello de ‘Abdul ·lâh y le degolló en tanto se encontraba en brazos de su tío.        

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen». 

 

 

Día 6: La Tragedia de Qâsim

 

la noche de ‘Ashûrâ’ es una de las más magníficas de la historia del hombre. Fue la noche en que la humanidad se vio ante dos caminos: el bien y el mal. Cuántas personas hasta esa noche se encontraban en el campamento de la incredulidad pero en una noche atravesaron un camino de cien años y se unieron a la Verdad.

 

En la noche de ‘Ashûrâ’ el Imam Al-Husain (a.s.) reunió a sus compañeros a su alrededor y luego de glorificar a Dios, expresó: “En verdad que no conozco compañeros más leales ni familia más obediente que vosotros. Este ejército me busca a mí y es conmigo que son hostiles y mañana me entablaré en lucha con ellos. Es por eso que os libero de vuestra bai‘ah o juramento de fidelidad y os doy permiso para dejarme. Aprovechad la oscuridad de la noche y partid…”

Tras las palabras del Imam, primero habló Abûl Fadl Al-‘Abbâs, después los demás integrantes de los hashemíes, y luego los compañeros del Imam (a.s.), quienes dijeron: “¿Para qué queremos permanecer vivos después de ti, ¡oh hijo del Mensajero de Dios!? En verdad que si una y otra vez fuésemos matados y vueltos a la vida, jamás dejaríamos de auxiliarte”.

Al escuchar estas palabras el Imam dijo: “Mañana yo seré muerto y vosotros también lo seréis”.

Aquí fue que se manifestó la cúspide de la nobleza humana y en respuesta al anuncio de su muerte indefectible los compañeros y familia del Imam dijeron: “¡Agradecemos a Dios que nos ha concedido el éxito de ser tus auxiliares y nos ha honrado con el martirio junto a ti!”.

Luego de que el Imam (a.s.) les dejara complemente en claro el asunto y se pusiera de manifiesto la inquebrantable bai‘ah o juramento de fidelidad de aquéllos , rogó por ellos y luego dijo: “¡Levantad vuestras cabezas y observad vuestro lugar en el Jardín del Paraíso”. De esta manera, cada uno de sus compañeros percibió con su visión interior su propio lugar en el Más Allá.

Qâsim ibn Al-Hasan, el hijo mayor del Imam Hasan Al-Muÿtabâ (a.s.), que era un adolescente apenas maduro y que también se encontraba allí, contempló esa apasionada y entusiasta escena, y le preguntó a su tío: “¿Acaso yo también seré muerto junto a tus compañeros?”. El corazón del Imam (a.s.) se enterneció por el hijo de su hermano y le preguntó: “¡Oh hijito! ¿Cómo es la muerte para ti?”. Qâsim le respondió con valentía: “¡Más dulce que la miel!”.

El Imam (a.s.) le dijo con ternura y compasión: “¡Que tu tío sea sacrificado por ti! Así es. Tú también serás matado después de que te acontezca una gran aflicción”. Luego agregó: “¡Mi pequeño hijo ‘Alî Asgar también será matado!”. Un ardor y sentido de hombría brotó del adolescente Qâsim y preguntó: “¡Tío! ¿Acaso las manos de los enemigos llegarán también a las tiendas de las mujeres, que matarán incluso a ‘Alî Asgar que es un bebé?”. El Imam le respondió: “¡Que tu tío sea sacrificado por ti! Un corrupto de entre los enemigos lanzará una flecha hacia la garganta de ‘Alî Asgar, y él alcanzará el martirio estando en mis brazos llorando y su sangre correrá por mis manos…”. Luego ambos lloraron, y por su llanto también lo hicieron sus compañeros y auxiliares, elevándose a los cielos, desde las tiendas, el clamor de lamento de la familia del Mensajero de Dios (s.a.w.).

 

 

Pero, ¿cuál fue esa gran aflicción que el Imam le vaticinó a Qâsim? Tal vez, de la manera en que fue martirizado se nos manifieste el secreto de tal aflicción…

 

Algunos escritores narraron que luego de que ‘Alî Akbar se dirigiera al campo de batalla y fuera martirizado, Qâsim ibn Al-Hasan salió de la tienda proponiéndose la lucha.

Cuando el Imam Al-Husain (a.s.) vio al hijo de su hermano que había salido para combatir, le abrazó y lloraron juntos al punto de casi desfallecer. Luego de calmarse, Qâsim le solicitó a su tío permiso para el ÿihâd, pero él no se lo concedió, por lo que Qâsim cayó a sus pies besándole e implorándole, hasta que finalmente obtuvo su consentimiento y se apresuró hacia el campo de batalla.

Los documentos históricos narran de uno de los soldados del ejército enemigo que “un muchacho cuyo rostro era tan bello como un fragmento de luna, salió de las tiendas y galopó hacia nosotros”. Mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, Qâsim recitaba los siguientes versos:

Si es que no me conocéis, yo soy el hijo de Al-Hasan,

El nieto de Al-Mustafâ, el digno de fiar,

Y éste es Al-Husain, apremiado como un prisionero,

Entre personas que no gozarán de la gracia.

Es así, que a pesar de su corta edad y la pequeñez de su cuerpo, guerreó con vehemencia matando a un número de soldados de Iazîd. Los soldados le rodearon en grupo y uno de ellos galopó hacia él, infligiéndole un fuerte golpe. Qâsim cayó al suelo de bruces y clamó por ayuda diciendo “¡Oh tío!”. Entonces, el Imam levantó su cabeza y como un águila aguzó su mirada hacia el campo de batalla, y cual león enfurecido, velozmente atacó, y con un blandir de espada cortó desde el codo el brazo del que había golpeado a Qâsim. Éste dio un grito tan estrepitoso que los jinetes del enemigo lo escucharon y galoparon hacia el campo de batalla para librarle de las manos del Imam (a.s.). Bajo esas severas condiciones, se entabló una lucha entre el Imam (a.s.) y los kufíes, en tanto que Qâsim se encontraba tirado en el suelo… Y tal vez esa, fue “la gran aflicción”.

Luego de que el polvo de la batalla se asentó, vieron al Imam (a.s.) que abrazaba a Qâsim y le cargaba de regreso a la tienda mientras los pies de Qâsim arrastraban el suelo. El Imam dijo: “¡Que esta gente sea alejada de la misericordia divina, y que tu abuelo el Mensajero de Dios (s.a.w.) sea su enemigo en el Día de la Resurrección !”. Luego susurró: “¡Juro por Dios que para tu tío es muy duro que le hayas invocado pero no haya podido salvarte…!”.

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?».

«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

 

Día 7: La Tragedia de ‘Alî Asgar

 

se acercaban los momentos más amargos de la historia. La totalidad de los auxiliares y compañeros del Imam Al-Husain (a.s.) ya se habían dirigido al campo de batalla y habían sido martirizados. En el campamento de la verdad sólo quedaban dos hombres: Aba ‘Abdil·lâh Al-Husain, y ‘Alî Zain Al-‘Abidîn, quien por voluntad divina permanecería con vida tras el suceso de Karbalâ’ y asumiría el liderazgo de la comunidad luego del Imam Al-Husain (a.s.), porque el día de Ashûrâ’ se hallaba sumamente enfermo, al punto de no poder ponerse de pie y presentarse en el campo de batalla.

 

Al verse sólo y sin nadie que le auxilie, el Imam (a.s.), para dejar completamente en claro el asunto y no quedaran excusas, gritó: “¿Acaso hay alguien que defienda la santidad del Mensajero de Dios (s.a.w.)? ¿Acaso hay algún monoteísta que tema a Dios y nos defienda? ¿Acaso hay algún auxiliador que procure a Dios auxiliándonos? ¿Acaso hay alguien que nos asista procurando lo que hay ante Dios?”.

La voz del Imam requiriendo ayuda llegó a las tiendas y las mujeres entendieron que Al-Husain ya no tenía quien le asistiera, por lo que sus voces se elevaron en llantos y lamentos. El Imam (a.s.) se dirigió a las tiendas para que tal vez al verlo las mujeres se calmaran un poco, cuando de pronto escuchó a su hijo de seis meses ‘Abdul·lâh ibn Al-Husain -conocido como ‘Alî Asgar- llorando por la intensidad de la sed.

‘Alî Asgar era un pequeño bebé y no había agua en las tiendas para calmar su sed, ni tampoco su madre Rabâb tenía ya leche para amamantarle.

El Imam tomó a ‘Alî Asgar envuelto en su mantilla y se dirigió hacia el enemigo; se detuvo frente al ejército de Iazîd y dijo: “¡Oh gentes! ¡Si no tenéis ninguna compasión por mí, tened misericordia de este niño…!”.

Pero era como si la semilla de la misericordia no hubiera sido diseminada en sus corazones de piedra y toda la ignominia del mundo fluyera en lo más profundo de su ser, ya que en lugar de ofrecer un odre de agua al hijo del Mensajero de Dios (s.a.w.), uno de los arqueros del clan de los Banî Asad -que según se dice se llamaba Harmalah ibn Kâhil- colocó una flecha en el arco y apuntó a la garganta del niño, y de pronto las manos y pecho del Imam se tiñeron de sangre… La pequeña cabeza y frágil garganta del pequeño lactante se separaron de su cuerpo…

 

 

 

 

 

El Imam (a.s.) empapó sus manos con la sangre de ‘Alî Asgar y la esparció hacia el cielo diciendo: “Lo que me facilita poder soportar todo esto es que Dios está observando”. En ese momento Hassîn ibn Tamîm lanzó otra flecha que rozó los benditos labios del Imam (a.s.) y fluyó sangre por su boca. El Imam volteó hacia el cielo y expresó la siguiente letanía: “¡Dios mío! Me quejo ante Ti de lo que hacen conmigo y con mis hermanos, hijos y cercanos”…

Entonces se alejó del ejército enemigo y con su espada cavó una pequeña tumba. El cuerpo de ‘Alî estaba impregnado de sangre y Al-Husain le rezó y sepultó su pequeño cuerpo…

Según las fuentes históricas, el martirio de ‘Alî Asgar -con él sea la paz- fue una de las tragedias más duras y trágicas por las que tuvo que atravesar el Imam. ‘Aqabah ibn Bashîr Al-Asadî narró que: “El Imam Al-Bâqir (a.s.) me dijo: “¡Vosotros los del clan de Banî Asad tenéis una deuda de sangre con nosotros!”, y luego me relató la historia del degollamiento de ‘Alî Asgar.”

Asimismo se narra que luego del levantamiento de Al-Mujtâr ibn Abî ‘Ubaidah az-Zaqafî, cuando le hicieron llegar al Imam Zain Al-‘Abidîn (a.s.) las noticias sobre que los asesinos de Karbalâ’ fueron objeto de venganza, el Imam preguntó: “¿Qué sucedió con Harmalah?”, lo cual demuestra cómo permaneció ese enardecimiento en los corazones de Ahl-ul Bait (a.s.)…

Ese enardecimiento también se encuentra en nuestros corazones así como en los corazones dotados de humanidad, hasta que llegue la época del Levantamiento del Mahdî de la Familia de Muhammad (s.a.w.) y tome venganza de los tiranos…

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

 

 

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

 

Día 8: La Tragedia de ‘Alî Akbar

 

en verdad que la tierra y el tiempo no han visto Compañeros más leales que los de Al-Husain (a.s.), personas que mientras estuvieron con vida, no permitieron que la Gente de la Casa del Profeta (s.a.w.) pusiera los pies en el campo de batalla… Pero instantes después de que el último de ellos cayera, llegó el momento de que los jóvenes hashemíes también se dirigieran al degolladero de la pasión.

 

 ‘Alî ibn Al-Husain, el hijo del Imam Al-Husain (a.s.), conocido como ‘Alî Akbar, fue el primero de la familia del Imam que requirió permiso para dirigirse al campo de batalla.

Tanto por parte de padre como por parte de madre ‘Alî Akbar (a.s.) se vinculaba a las más nobles personas. Sus padres y abuelos paternos no necesitan ser presentados. Su abuelo materno, ‘Urwah ibn Mas‘ûd az-Zaqafî, fue alguien que alcanzó el martirio en el camino de la difusión de la religión. El Profeta (s.a.w.) le había descrito diciendo: “He visto a ‘Îsa ibn Mariam (Jesús, con él sea la paz), y ‘Urwah ibn Mas‘ûd es quien más se le asemeja”. Asimismo, se contaba entre los cuatro grandes señores de los árabes.

‘Alî Akbar tenía en extremo un buen comportamiento y un bello rostro, y a causa de su gran parecido con el Profeta (s.a.w.), los Compañeros le miraban a él cada vez que extrañaban al Profeta (s.a.w.).

Cierto día, cerca del mediodía, en que la Caravana de Pasión se trasladaba desde La Meca hacia Karbalâ’, hicieron un alto en una morada. Allí, el Imam (a.s.) se sumió en un ligero sueño y luego de unos momentos expresó: “He visto a alguien que clamaba: “¡Estáis marchando y la muerte se mueve tras de vosotros!”. Alî Akbar le dijo al Imam (a.s.): “¡Padre! ¿Acaso no estamos con la verdad?”. El Imam (a.s.) le respondió: “Así es, hijo mío. ¡Juro por Dios que nosotros estamos con la verdad!”. He ahí que ‘Alî Akbar dijo con bravura: “¡Entonces no tenemos miedo de la muerte!”. Al Imam Al-Husain (a.s.) le embargó un sentimiento de beneplácito y expresó: “¡Hijo mío! ¡Que Dios te brinde la mejor recompensa que un padre puede dar a su hijo!”.

En cuanto a la mañana de ‘Ashûrâ’…

El proceder del Imam (a.s.) consistía en que, por compasión y sensibilidad, a quien le requería permiso para dirigirse al campo de batalla, al principio no se lo concedía. Pero esta vez fue diferente. Ni bien ‘Alî Akbar solicitó el permiso, el Imam se lo concedió… Esa fue la tradición del Mensajero de Dios (s.a.w.), quien -a diferencia de otros líderes que mantenían a sus allegados alejados de las batallas- durante las expediciones militares enviaba a la guerra a sus allegados antes que a los demás.

Al-Husain (a.s.) echó una desesperanzada mirada al porte de su bravo hijo y seguidamente bajó su mirada, y lloró…

Luego de que enviara a ‘Alî Akbar al campo de batalla, el Imam (a.s.) elevó su mirada al cielo, y tomándose de la barba, dirigió a Dios la siguiente letanía: “¡Dios mío! Sé testigo que se ha dirigido a combatir a esa gente un joven que es el más parecido entre la gente, tanto en constitución como en carácter y habla, a Tu Mensajero, de modo que cada vez que extrañábamos al Mensajero mirábamos su rostro”.

Entonces recitó esta aleya: «Ciertamente que Dios eligió a Adán, a Noé, a la familia de Abraham y a la familia de ‘Imrân por sobre los seres del universo; descendencias unas de otras. En verdad que Dios es el que escucha, el Sabio».

 ‘Alî Akbar galopó hacia el ejército enemigo recitando versos de batalla y derribó numerosos soldados de Iazîd.

 

 

Poco a poco, la sed y las diversas heridas hicieron que el ardor y fuerzas de ‘Alî Akbar flaquearan, y uno de los enemigos logró descargarle un golpe sobre la cabeza. La sangre cubrió su rostro y le derribó. ‘Alî Akbar rodeó con sus manos el cuello de su caballo aferrándose para no caer al suelo, pero por la aglomeración del enemigo, en vez de llevarle de regreso a las tiendas, el caballo le condujo al corazón del ejército enemigo. Los sanguinarios soldados de Iazîd rodearon el caballo y asestaron golpes de espada a su cuerpo desde todas direcciones, de modo que, según se ha trasmitido, le destrozaron en pedazos.

Fue en esa situación que ‘Alî Akbar se dirigió a su padre clamando: “¡Oh padre! ¡Contigo sea la paz! ¡He aquí a mi abuelo el Mensajero de Dios (s.a.w.) que ha venido a mi lado y me hace beber de una copa llena de agua…!”.

 

El Imam (a.s.) rápidamente llegó hasta donde se encontraba su cuerpo. Puso su cara junto a la suya y dijo: “¡Que el mundo se desvanezca después de ti!”.

Según la Ziârah o salutación de visita transmitida del Imam as-Sâdiq (a.s.), en ese momento el Imam Al-Husain lanzó al cielo un puñado de su sangre y lo sorprendente es que ni una gota retornó al suelo…

Al observar esta escena, Zainab salió presurosa de la tienda mientras clamaba: “¡Oh hermano! ¡Oh hijo de mi hermano!”, y se lanzó sobre el cuerpo de ‘Alî Akbar. El Imam (a.s.) la tomó haciéndola volver a las tiendas y dijo a los jóvenes: “¡Coged a vuestro hermano y llevadle a las tiendas!”…

Así es. El Imam llevó él mismo los cuerpos de todos los mártires a las tiendas, a excepción de dos, por cuyo martirio sintió que se quebraba: su hijo ‘Alî Akbar y su hermano Abûl Fadl Al-‘Abbâs, con ambos sea la paz…

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquellos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.

 

 

Día 9: La Tragedia de Abûl Fadl Al-‘Abbâs,

 el Abrevador de los labios sedientos

 

 

abûl Fadl al-‘Abbâs, era un joven apuesto y de estatura alta y elegante, por cuya gran belleza era llamado Qamar Banî Hâshim (“ Luna de los hashemíes”). Era tan alto que al montar a caballo sus pies rozaban el suelo. A causa de la valentía y gallardía sin igual que poseía, era el portaestandarte del Imam Al-Husain (a.s.). Cuando el Imam (a.s.) preparaba para la guerra a sus escasas fuerzas, le confió el estandarte. La raíz de la valentía y bravura de Al-‘Abbâs, con él sea la paz, estaba en sus padres y abuelos; su padre fue el héroe excepcional del Islam “el León triunfante de Dios”, ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.), y por parte de madre se vinculaba a los Banî Kilâb, quienes eran los más valientes de los árabes.

 

Las fuentes históricas acreditadas mencionan que poco antes de alcanzar el martirio, Fâtima az-Zahrâ’ (a.s.) le había encomendado a Amîr al-Mu’minîn (a.s.) que se casara nuevamente después de que ella falleciera.

Luego de que Hadrat Fâtimah (a.s.) alcanzara el martirio y ‘Alî atravesara por los amargos sucesos que tras ello tuvieron lugar, le pidió a su hermano ‘Aquîl, quien conocía las genealogías y las características de los clanes de la Península Árabe, y asimismo conocía muy bien las noticias e historia de los árabes, que eligiera para él una mujer nacida en el seno de una gran y valiente familia, de manera que pudiera darle un hijo bravo y guerrero.

‘Aquîl eligió para él a Fâtima bint Hizâm ibn Jâlid del clan de los Banî Kilâb, y le dijo: “Entre los árabes no existe nadie más valiente y combativo que sus padres”. Amîr al-Mu’minîn pidió a su padre la mano de su hija y se casó con ella. Fâtimah le dio cuatro bravos hijos llamados: Al-‘Abbâs, ‘Abdul·lâh, Ÿa‘far y ‘Uzmân. Es por ello que ella pasó a ser conocida como “Umm Al-Banîn” (“La madre de los hijos”).

Tal vez en ese tiempo nadie sabía el porqué de esa decisión, pero cuando en Karbalâ’, Al-Husain (a.s.) se quedó sin auxiliar ni compañero, y esos valientes hermanos -especialmente el portaestandarte de Karbalâ’, Abûl Fadl Al-‘Abbâs, con él sea la paz- uno por uno sacrificaron con denuedo sus vidas, quedó de manifiesto la prodigiosa previsión de ‘Alî (a.s.).

El día noveno de Muharram, Shimr ibn Dhîl Ÿaushan fue comisionado por ‘Ubaidul·lâh ibn Ziâd para que, en caso de que los comandantes del ejército desobedecieran las órdenes de atacar las tiendas de Al-Husain (a.s.), él mismo asumiera la comandancia y atacara al Imam (a.s.). Éste era del mismo clan que Umm Al-Banîn y lo vinculaba un lejano parentesco a Al-‘Abbâs y sus hermanos, por lo que tomó de ‘Ubaidul·lâh una carta de salvoconducto para, según conjeturaba, poder separarlos de Al-Husain (a.s.) y, en tanto debilitaba su posición, ¡salvar a sus parientes!

En las últimas horas del día noveno de Muharram, Shimr llegó a las cercanías de las tiendas del Imam (a.s.) y gritó: “¿A dónde están mis sobrinos?”. Al-‘Abbâs, ‘Abdul·lâh, Ÿa‘far y ‘Uzmân salieron y le dijeron: “¿Qué es lo que buscas?”. Shimr les dijo: “¡Os he traído un salvoconducto! ¡Estáis a salvo!”. Los cuatro jóvenes le respondieron: “¡La maldición sea sobre ti y sobre tu salvoconducto! ¿Acaso nosotros estaremos a salvo sin que lo esté el hijo del Mensajero de Dios?”. Y Al-‘Abbâs le gritó: “¡Que tu mano sea cortada! ¡Qué pésimo salvoconducto has traído! ¡Oh enemigo de Dios! ¿Acaso pretendes que abandonemos a nuestro hermano y señor, Al-Husain, el hijo de Fátima, y nos pongamos a las órdenes de los malditos e hijos de los malditos?”. Shimr se encolerizó y volvió al ejército de los enemigos.

La tarde de ‘Ashûrâ’…

Todos los compañeros y familia del Imam (a.s.) ya habían sido martirizados y solo quedaban Al-Husain y Al-‘Abbâs -con ambos sea la paz-. Al ver la soledad de su hermano, Al-‘Abbâs se le acercó y le dijo: “¡Hermano! ¿Acaso me das permiso para dirigirme al ÿihâd?”. El Imam lloró fuertemente y dijo: “¡Hermano! Tú eres mi portaestandarte, y si tú ya no estás la caravana se disgregará”. Al-‘Abbâs le respondió: “Siento una presión en mi pecho y ya no me importa la vida. ¡Quiero tomar venganza de estos hipócritas!”. El Imam (a.s.) le dijo: “Entonces ve a traer un poco de agua para los niños”. Al-‘Abbâs fue hacia el ejército enemigo y les aconsejó y advirtió de sus acciones, pero ello no causó efecto en sus corazones de piedra, por lo que regresó a las tiendas y le informó de lo sucedido a su hermano. En ese mismo momento, escuchó el llanto desgarrador de los niños que por la sed gritaban: “Al-‘atash, al-‘atash” (“¡(Tenemos) sed! ¡(Tenemos) sed!”). Al observar tal situación montó su caballo, cogió una lanza y un odre y se dirigió hacia el Éufrates mientras recitaba los siguientes versos:

No temo a la muerte cuando ésta clama

Hasta verme sumido bajo el embate de los audaces.

¡Sacrifico mi alma en salvaguarda

de la pura alma del Profeta elegido!

Por cierto que soy Al-‘Abbâs y me dispongo a abrevar

Y no temo al mal del día del enfrentamiento.

 

 

 

Cuatro mil hombres le rodearon y le lanzaron flechas para impedirle llegar hasta el agua, pero el bravo de los hashemíes logró llegar hasta el río. Después de varias horas de estar sediento y soportar el combate, la sed se había apoderado de todo su ser. El agua corría bajo las patas del caballo invitando a Al-‘Abbâs a beber. Llenó las palmas de sus manos con agua y las acercó a su boca para beber, pero recordó la sed de Al-Husain (a.s.) y de su familia, por lo que vertió el agua de sus manos y llenó el odre; se lo colocó en su hombro derecho y fustigó su cabalgadura en dirección a las tiendas.

Para que ni siquiera esos cuantos sorbos de agua llegaran al paladar de los niños del Mensajero de Dios (s.a.w.), el ejército enemigo le cerró el camino atacándole desde todas direcciones. Al-‘Abbâs les combatió hasta que uno de los soldados le cortó la mano derecha con la espada.

Al-‘Abbâs resistió y colgó el odre en su hombro izquierdo y a su vez tomó la espada con la mano izquierda y siguió su camino en medio del enemigo, hasta que de repente, un filo golpeó su mano izquierda y también la cortó.

Al-‘Abbâs no se desesperanzó y tomó el odre con sus dientes para hacerlo llegar a las tiendas, pero otra flecha rajó el odre y el agua se derramó en la ardiente tierra de Karbalâ’. Aquí fue cuando Al-‘Abbâs perdió toda esperanza.

 

Inmediatamente, una flecha le penetró el pecho y le arrojó del caballo, terminando la tarea y dejando a Al-Husain (a.s.) sin su portaestandarte.

Finalmente, uno de los soldados del ejército enemigo atacó el cuerpo malherido de Al-‘Abbâs con una barra de hierro, partiéndole el cráneo. La cabeza de Al-‘Abbâs –así como sucedió con la de su padre ‘Alî, con él sea la paz- se partió. Al-‘Abbâs cayó al suelo mientras clamaba: “¡Oh Abâ ‘Abdil·lâh (Al-Husain)! ¡Oh hermano! ¡Que la paz sea contigo!”.

El Imam (a.s.) llegó hasta donde se encontraba el cuerpo sin manos de su hermano, y al verle martirizado exclamó: “¡Ahora se ha quebrado mi espalda y se me han terminado los recursos!”…

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquéllos que tiranizaron a qué destino se dirigen».

 

 

Preparado por: La Asamblea Mundial de Ahlul Bait (a.s.)

y el Instituto de Cultura y Ciencias del Islam “Al-Gadîr”.



 

Día 10: La Tragedia del Imam Al-Husain (a.s.)

 

   

era la tarde del día de ‘Ashûrâ’. La tierra de Karbalâ’ se encontraba repleta de lanzas, espadas y cadáveres. Ya no quedaba nada del pequeño ejército de la Verdad, pero aún así, en el ejército de Satanás decenas de miles de lobos hambrientos seguían esperando a su presa.

Al-Husain ya no tenía a nadie. Habîb, Zuhair, Barîr, Hurr y los demás compañeros, habían sido martirizados. ‘Alî Akbar, Qâsim, Ÿa‘far y el resto de los jóvenes hashemíes -incluido el pequeño ‘Alî Asgar con sus seis meses de edad- también habían sido sacrificados en el camino del Islam. Al-‘Abbâs, sin cabeza ni manos, y lejos de las tiendas, ya había partido al encuentro de su Creador.

Al-Husain (a.s.) observaba a uno y otro lado... En toda esa extensa planicie no había ni siquiera una persona que defendiera a la familia y santidad del Mensajero de Dios (s.a.w.)…

El Imam (a.s.) ingresó a las tiendas y se despidió de las mujeres de Ahl-ul Bait. Fue una escena desgarradora y dolorosa. Los niños y niñas rodearon al Imam sin saber qué últimas palabras decirle. Sukaînah, la hija del Imam (a.s.), clamaba: “¡Padre! ¿Acaso vas a morir y te preparas para partir?”. El Imam le respondió: “¿Cómo no habrá de morir alguien que ya no tiene auxiliar ni compa­ñero?”. Entonces las voces se alzaron en llanto. El Imam les pidió que hicie­ran silencio y les dio unas recomendaciones. Luego entregó los depósitos del Imamato y los legados de los profetas a su hijo ‘Alî Zain Al-‘Âbidîn (a.s.), quien se encontraba suma­mente enfermo, y seguida­mente partió hacia el campo de batalla.

A pesar de en­con­trarse sólo y se­diento, el Imam (a.s.) combatió heroicamente contra miles de soldados del enemigo. A veces dirigía su ataque al ala derecha del ejército y decía:

La muerte es mejor que vivir en la ignominia

Y la ignominia es preferible a ingresar en el Infierno.

Luego arremetía contra el ala izquierda y decía:

Yo soy Husain, el hijo de ‘Alî,

¡Me he jurado no rendirme!,

Defiendo a la familia de mi padre,

Marcho en la vía del Profeta.

            Uno de los kufíes relataría: “Nunca había visto a alguien siendo atacado por un número tan elevado de enemigos -y cuyos hijos y compañeros hubieran sido muertos- ser tan valiente y osado. Los hombres del ejército le acometían, pero él les atacaba con su espada, y éstos se dispersaban y enmarañaban cual rebaño de ovejas sobre el que arremete un feroz león, para luego él volver a su posición y decir: “¡No hay poder ni fuerza más que en Dios, el Altísimo, el Majestuoso!”.

En las fuentes históricas se transmitió que el Imam (a.s.) mató alrededor de 2000 hombres del ejército de Iazîd, hasta que ‘Umar ibn Sa‘d gritó a sus soldados: “¡Ay de vosotros! ¿Acaso sabéis a quién estáis combatiendo? ¡Éste es el hijo de ‘Alî! ¡El hijo del que mató a los campeones de los árabes! ¡Atacadle en grupos y desde todos los flancos!”. Y ordenó a 4000 arqueros que dispararan al Imam (a.s.) desde todas direcciones. Incluso había unos cuantos que le lanzaban piedras.

            En algunas narraciones se menciona que por la cantidad de las flechas que le atravesaron, el cuerpo del oprimido Imam parecía estar cubierto de espinas, de manera que después de su martirio se llegó a contar más de 1000 heridas sobre su cuerpo, de las cuales solo 32 no eran de flechas.

El Imam (a.s.), malherido y exhausto, se detuvo unos momentos para procurarse un respiro. Fue en ese momento que uno de los enemigos le lanzó una piedra que le asestó en la frente, empapándole la sangre el rostro. El Imam quiso limpiarse esa sangre, cuando de repente, una flecha envenenada de tres puntas le perforó el pecho. El Imam dijo: “¡En el Nombre de Dios. Por Dios. Y en la religión del Mensajero de Dios!”, y elevó su rostro al cielo diciendo: “¡Dios mío! Tú sabes que esta gente está matando a un hombre que, fuera de él, no hay otro hijo del Mensajero de Dios sobre la Tierra”. Entonces cogió la flecha y se la quitó, comenzando a fluir la sangre raudamente. Seguidamente, el Imam llenó su mano con esa sangre y la dispersó hacia el cielo. Los presentes dirían que ni una gota de esa sangre volvió al suelo y que a partir de ese momento el cielo de Karbalâ’ se tornó rojizo. Luego otra vez llenó su mano con esa sangre y empapó su cara y barba con la misma, y dijo: “Me encontraré con mi abuelo el Mensajero de Dios teñido de esta manera y me quejaré de esta gente ante él”.

            Algunos soldados enemigos rodearon al Imam y uno de ellos le asestó un golpe con la espada, lo que provocó que su casco se hendiera y el filo alcanzara su cabeza, brotando su sangre.

Luego Shimr ibn Dhil Ÿaushan, junto con algunos soldados, arremetió contra las tiendas. Shimr quiso incendiar las tiendas. El Imam (a.s.) volteó la cabeza y al observar esa escena, clamó gritando su histórica frase: “¡Ay de vosotros! ¡Si es que no tenéis religión y no teméis el Día de la Resurrección, por lo menos sed libres en este mundo y mostrad hombría de bien!”. Inmediatamente después dirigió sus palabras hacia el comandante del ejército de Iazîd, gritándole: “¡Protege a mi familia de las manos de tus impertinentes e insensatos hombres!”. Shabaz fue hasta donde se encontraba Shimr y le advirtió con vehemencia respecto a lo que hacía. Shimr, con vergüenza, ordenó a sus hombres que se alejaran de las mujeres y los niños y se dirigieran donde se encontraba Al-Husain, quien había demostrado ser un gran contrincante y un hombre digno.

 


 

 

Fue en ese momento que el adolescente e inmaduro ‘Abdul·lâh, el hijo del Imam Hasan Al-Muÿtabâ, salió de las tiendas para defender a su tío, pero él también terminó alcanzando el martirio de una manera desgarradora (lo cual ya mencionamos en el quinto día).

El ejército enemigo se acercó al Imam (a.s.) -quien ya no tenía fuerzas por la intensidad de las heridas y la extenuación infringida por la sed- estrechando cada vez más y más el cerco a su alrededor.

Zar‘ah ibn Sharîk se acercó al Imam y le asestó un golpe de espada en su mano izquierda. Luego otro soldado le asestó otro golpe desde atrás, ingresando el filo en el hombro del Imam (a.s.), quien cayó de bruces al suelo por la fuerza del mismo.

Estos dos malditos retrocedieron en tanto que el Imam, desfalleciente, una y otra vez se erguía con esfuerzo, pero otra vez se desplomaba…

Sinân ibn Anas atacó al Imam y le clavó una lanza por la espalda tan fuertemente que la punta de la misma salió por su pecho. El Imam había caído en el foso de la muerte… y pronunció su última letanía dirigida a su Señor. Cuanto más pasaba el tiempo lucía más bello y con mejor semblante… Uno de los narradores escribió: “¡Juro por Dios! Nunca vi a ningún moribundo empapado en sangre, tan bello y con un rostro tan luminoso como Al-Husain. Nosotros habíamos ido a matarle, pero sus facciones y la belleza de su aspecto, nos hacía olvidar la idea”.

Los ejecutores, cual lobos hambrientos, hicieron un cerco alrededor del Imam (a.s.) para, según se figuraban, terminar con él y degollar la verdad para siempre.

Al no escuchar más la voz del Imam gritando los takbîr o engrandecimientos a Dios, Zainab -con ella sea la paz- corrió fuera de la tienda en tanto clamaba: “¡Oh hermano! ¡Oh mi señor! ¡Oh Gente de la Casa! ¡Ojala el cielo cayera sobre la tierra! ¡Ojala las montañas se hicieran polvo y se dispersaran!...”, hasta que alcanzó a subir una loma desde la que pudo observar el campo de batalla y presenciar esa escena desgarradora.

Al ver a esos lobos que se habían reunido allí para matar al Imam, Zainab le gritó a ‘Umar ibn Sa‘d: “¡Ay de ti ‘Umar! ¿Acaso matan a Abâ ‘Abdul·lâh y tú sólo observas?”. Corrieron unas lágrimas por las mejillas de ‘Umar ibn Sa‘d pero no le respondió, sino que volteó su rostro. Ella (a.s.) clamó: “¡Ay de vosotros! ¿Acaso no hay un musulmán entre vosotros?”, pero nadie respondió.

Shimr le gritó a sus secuaces: “¿Por qué dejáis esperando a este hombre?”, procurando que alguno de ellos terminara la tarea. Jaûlî ibn Iazîd desmontó presuroso del caballo para cortar la bendita cabeza del Imam, pero al acercarse a él empezó a temblar y no pudo hacerlo. Shimr le dijo: “¡Que tus brazos queden incapaces! ¿Por qué tiemblas?”. Entonces él mismo tomó un cuchillo y junto con Sinân se acercó para cortar la cabeza del Imam (a.s.)…

 

«¿Acaso no es así que la maldición de Dios recae sobre la gente opresora?»…

«Y pronto sabrán aquéllos que tiranizaron a qué destino se dirigen».



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Publicado por Instituto de Cultura y Ciencias del Islam AL GADIR para ICCI Al GADIR el 12/16/2010 02:56:00 PM

 

 

 

Anexos

 

Bismillahir Rahmanir Rahim

Ashura en palabras del Imam Husain

(La paz sea con él)

Extractos del libro “Palabras del Imam Husain desde Medina a Karbalá” de Aiatollah Muhammad Sadiq Naymi.

Fundación Cultural Oriente, Sección de Mujeres

Traducido por Prof. Zohre Rabbani

Colaboración: Lic. Masuma Assad de Paz

Con la llegada del mes de Muharram y los sucesos de Ashura, la Fundación Cultural Oriente desea hacer llegar sus condolencias  a todos los musulmanes de habla hispana y los libres del mundo que entienden el sentido de la lucha y la resistencia.

Motivos para su levantamiento

Palabras del Imam Husain a Ualid Ibn Uthbah, gobernador de Medina cuando éste le pide el juramento de fidelidad a Iazid:

 “Oh gobernador, ciertamente que nosotros somos de la casa de la profecía y la mina del mensaje y lugar de ida y venida de los ángeles y el lugar de descenso de la misericordia divina. Dios, a través nuestro,  comenzó el Islam y hasta el final lo hará avanzar a través nuestro también. No obstante, Iazid, ese hombre a quien me pides que le jure fidelidad, es un hombre bebedor, y el asesino de gente inocente, es quien viola las órdenes divinas y comete pecados y corrupción en forma manifiesta. ¿Acaso es correcto que una persona como yo, con tales brillantes antecedentes y ascendencia le jure fidelidad a un hombre corrupto como él?

Tanto nosotros como vosotros debemos ver el futuro y esperar. Pronto veréis quién de nosotros merece el califato y liderazgo de la comunidad islámica y merece el juramento de la gente.

Conclusión: de estas palabras del Imam podemos deducir los siguientes puntos:

1.      El Imam Husain (la paz sea con él), en esta conversación explica su posición explícita y clara respecto al juramento al hijo de Mu’awiah y el no reconocimiento de su gobierno. Y luego de enumerar destacadas cualidades de su familia y de explicar su rango y jerarquía  -que es el argumento de la idoneidad de él y su familia para el Imamato y el liderazgo de la comunidad- enumera los puntos débiles de Iazid que es el argumento de su desaprobación a éste para el liderazgo de la comunidad y la anulación de su adjudicación…

Para ver más abre el archivo adjunto por favor

www.islamoriente.com

 

ACERCA DE LAS CUALIDADES ESPECIALES DEL DIA DE ASHURA

 

BismillahirRahmanirRahim

En el Nombre de Allâh Clemente Misericordioso

Allah (Exaltado Sea) nos ha dicho:

Inna 'iddata 'sh-shuhuri

'inda 'llahi 'thna 'asharashuhuran

fikitabi 'llahi

yawmakhalaqa 's-samawatiwa 'l-arda

min-ha arba 'atunhurum:



El número de meses, para Alá, es de doce.
Fueron inscritos en la Escritura de Alá el día que creó los cielos y la tierra. De ellos, cuatro son sagrados (9:36)

Ya hemos hablado con anterioridad del tema y hemos mencionado que Muharram es uno de esos cuatro. Como dijimos es uno de los meses que han sido declarados Sagrados (al-ashhur al-muharrama) a la vista de Allah. Este incluye el día de 'Ashura, y Allah realza enormemente la recompensa para aquellos que devotamente obedecen a El en ese día.

Como fidedignamente hemos sido informados por el Sheikh Abu Nasr Muhammad ibn al-Banna, el Mensajero de Allah (saws) dijo:

"Aquel que observa un día de ayuno durante Muharram; por tal día se le acreditara la recompensa de 30 días"

De acuerdo a otra Tradición, transmitida por MaimunibnMihran bajo la autoridad de Ibn Abbas (raa), el Mensajero de Allah también dijo:

"Si alguien ayuna el día de Ashura en Muharram, se le concederá la recompensa espiritual de diez mil ángeles (malak). Si alguien ayuna el día de Ashura en Muharram, se le concederá la recompensa espiritual de diez mil mártires (shahid), asi como también la recompensa espiritual de diez mil peregrinos (Hajj) y visitantes (mu'tamir)"

"Si alguien acaricia la cabeza de un huérfano con su mano en el día de Ashura, por cada cabello de la cabeza del huérfano, Allah lo elevara por cada uno de los niveles en el Jardín del Paraíso"

"Si alguien le provee a un creyente (mu'min) de la comida con la que rompe su ayuno en la noche de Ashura, será como su toda la Comunidad (Umma) de Muhammad (saws) hubiese roto su ayuno como sus huéspedes, y hubiesen llenado sus estómagos en toda su capacidad"

Aquellos que lo escuchaban exclamaron: "Oh Mensajero de Allah", dijeron, "da la impresión que Allah hubiese dado preferencia al Día de Ashura por sobre los demas días!". "Si", respondió el Mensajero de Allah (saws) y continuó la explicación:

"Allah creo los cielo en el día de Ashura. El creó las montañas en el día de Ashura. El creo los océanos en el día de Ashura. El creo la Pluma (Qalam) en el día de Ashura. El creo la Tabla (Lawh) en el día de Ashura. El creo a Adam (as) en el día de Ashura y le permitió entrar en el Paraíso en el día de Ashura".

"Ibrahim nacio en el día de Ashura, y Allah lo liberó del ardiente fuego en el día de Ashura, luego El redimió a su hijo de ser sacrificado en el día de Ashura. El provocó que el Faraón se ahogara el día de Ashura. Allah alivió a Job (Ayyub, as) de su prueba y tribulación en el día de Ashura"

Allah se aplacó contra Adam (as) en el día de Ashura. Allah perdonó el pecado de David (Dawud, as) en el día de Ashura. Jesús (Isa, as) nacio en el día de Ashura. El día de la Resurrección ocurrira en el día de Ashura"

De acuerdo a otra versión de esta Tradición, igualmente transmitida bajo la autoridad de Ibn 'Abbas (raa), el Mensajero de Allah dijo:

"Si alguien ayuna el día de Ashura, Allah le acreditara a su favor el devoto servicio ('ibada) de sesenta años de ayuno durante el día y de vigilia en las noches. Si alguien ayuna el Día de Ashura, se le otorgara la recompensa espiritual de mil martires (shahid). Si alguien ayuna el día de Ashura, Allah le acreditara la recompensa de los habitantes de los siete cielos".

"Si alguien le provee la comida a un creyente (mu'min) para que rompa su ayuno en la noche de Ashura, sera como si la Comunidad (Umma) de Muhammad (saws) hubiese roto el ayuno como sus huéspedes y llenado sus estómagos en su capacidad"

"Si alguien acaricia la cabeza de un huérfano con su mano el día de Ashura, por cada cabello del huérfano, Allah lo elevara por un estadio del Jardín del Paraíso"

"Oh, Mensajero de Allah!", exclamó 'Umar ibn al-Khattab (raa), "Allah nos trata con su favor especial, al concedernos el día de Ashura!". El Profeta (saws) continuo diciendo:

"Allah ha creado los cielos y la tierra en el día de Ashura. Ha creado las montañas y las estrellas en el día de Ashura. Ha creado el Trono Celestial ('Arsh) y el Pedestal (Kursi) en el día de Ashura. Ha creado la Tabla (Lawh) y la Pluma (Qalam) en el día de Ashura"

"Ha creado a Gabriel (as) y a los ángeles. El creo a Adam (as) en el día de Ashura. Ibrahim (as) ansió el día de Ashura, y Allah lo libero del Fuego en el día de Ashura, y luego redimió a su hijo de ser sacrificado en el día de Ashura. Provoco que el Faraón se ahogara en el día de Ashura"

"El elevó a Idris (as) en el día de Ashura. El removió la agonía de Job (Ayyub, as) en el día de Ashura. El elevo a Jesús (Isa, as) a los cielos en el día de Ashura, y Jesús ansió el día de Ashura. Allah mosto Su Misericordía sobre Adam (as) en el día de Ashura, y El perdonó el pecado de David (Dawud, as) en el día de Ashura. Allahconcedio el reino a Salomón (Sulaiman, as) en el día de Ashura"

"El Señor se estableció a Si Mismo sobre el Trono Celestial ('Arsh) en el día de Ashura. La Resurrección (Yawm al-Qiyama) ocurrirá el día de Ashura. La primera lluvia cayó del cielo en el día de Ashura. El primer regalo de misericordía (rahma) descendió en el día de Ashura"

"Si alguien realiza la ablución ritual mayor (ightasal) en el día de Ashura, no experimentará ninguna enfermedad aparte de la afección de la muerte. Si alguien unta sus párpados con antimonio (ithmid) en el día de Ashura, no sufrirá inflamación de los ojos a lo largo del resto del año"

"Si alguien visita una persona enferma en el día de Ashura, será como si hubiese visitado a los hijos de Adam (as). Si alguien da de beber agua a una persona sedienta en el día de Ashura, sera como si nunca hubiese desobedecido a Allah ni por un solo instante"

Abu Huraira (ra) reportó que el Mensajero de Allah (saws) una vez dijo:

"Se le ha encomendado a los Hijos de Israel (Bani Isra'il) el ayunar un día en el año, a saber, el día de Ashura, el 10 de Muharram, y lo dedican al ayuno, y en él tratan a los suyos con especial generosidad. Si alguien utiliza su riqueza para tratar a los suyos con especial generosidad en el día de Ashura, Allah tratará a esta persona con especial generosidad a lo largo del resto del año. Si alguien dedica ese día al ayuno, contará a su favor como la expiación (kaffara) de cuarenta años. Si alguien mantiene la vigilia la noche de Ashura en adoración y entra en la mañana en un estado de ayuno, morirá sin conocer la agonía de la muerte"

De acuerdo a una Tradición (hadith) reportado por 'AliibnAbiTalib (raa), el Mensajero de Allah (saws) dijo:

"Si alguien mantiene la vigilia en adoración la noche de Ashura, Allah le dejara vivir tanto como el desee"

De acuerdo a un hadith transmitido por Sufyanibn 'Uyaina, bajo la autoridad de Ja'far al-Kufi, fue Ibrahim ibn Muhammad ibn al-Muntashir - según dicen uno de los mas finos caracteres de su tiempo en el Kufa - quien dijo que el Profeta (saws) dijo:

"Si alguien trata a los que tiene a su cargo ('iyali-hi) con especial generosidad en el día de Ashura, Allah tratará a esta persona con especial generosidad el resto del año"

"Nos dio esa información 50 años atrás", dijo Sufyan (raa), "y desde ese momento hasta ahora no hemos experimentado ninguna otro cosa sino prosperidad"

Fue reportado por AbdullahibnMas'ud al-Hudhali (raa), que el Mensajero de Allah (saws) dijo:

"Si alguien trata a su familia (ahli-hi) con especial generosidad en el día de Ashura, Allah tratará a esta persona con especial generosidad el resto del año"

Uno de nuestros honorables predecesores (salaf) se dice que declaró:

"Si alguien ayuna en el día del adornamiento (yawmaz-zina), refiriéndose al día de Ashura, por consiguiente compensara todos los ayunos que no ha podido realizar en el transcurso de todo el año. Y si alguien da un donación caritativa en ese día, por consiguiente, compensara por todas las veces que ha fallado en dar caridad en el resto del año"

Fue YahyaibnKathir (raa) quien dijo:

"Si alguien unta sus párpados en el día de Ashura, usando una mezcla de alcohol (jul) y almizcle (misk), no tendrá ninguna razón para preocuparse por ningún problema con sus ojos hasta el mismo día del año próximo"

Como fue informado de digna fuente por el Sheikh Abu Nasribn Muhammad ibn al-Banna (ra), fue Abu GhalizibnUmayyaibnKhalaf al-Jamhi quien dijo: "El Profeta (saws) una vez vio un gorrion pregonero (surad) en el techo de mi casa, y dijo:

"Este es el primer pajaro en guardar el ayuno en el día de Ashura"

Fue Qaisibn Ubada quien dijo:

“Incluso las bestias salvajes suelen ayunar en el día de Ashura"

Abu Huraira (raa) reporto que el Mensajero de Allah (saws) una vez dijo:

"El mas meritorio ayuno, después del mes de Ramdan, es ayunar en el Mes de Allah el cual llaman el Mes Sagrado al Muharram. Y la mas meritoria oración ritual (salat) - después de aquella prescrita como un deber obligatorio (mafruda), y de aquella que se realiza en el medio de la noche - es la oración ritual (salat) del día de Ashura"

AliibnAbiTalib (raa) reportó que el Profeta (saws) dijo:

"En el Mes Sagrado de Allah, al Muharram, Allah se aplaca sobre cierta gente, y El también se aplacara sobre otros"

Ibn 'Abbas (ra) reporta que el Mensajero de Allah (saws), una vez dijo:

"Si alguien ayuna el ultimo día de Dhu'l-Hijjah y en el primer día de Muharram, tendrá el sello del ayuno del viejo año y será guiado en el nuevo año con el ayuno, y Allah le concederá la expiación (kaffara) de cincuenta años"

De acuerdo a un reporte de Urwa', la esposa del Profeta (saws), Aisha (ra) dijo:

"Ashura fue observado como un día de Ayuno por el Quraish en la etapa preislámica de la ignorancia (al-Jahiliyya). El Mensajero de Allah (saws) solía dedicarlo al ayuno mientras el estaba en Meca, pero cuando se trasladó a Medina, hizo del Ayuno de Ramadan un deber obligatorio. Entonces, si alguien desea hacerlo, puede guardar ayuno en el día de Ashura, y si alguien no lo desea, puede abstenerse de hacerlo"

Ibn 'Abbas (ra) se reporta que ha dicho:

"Cuando el Mensajero de Allah (saws) se trasladó a Medina, descubrió que los Judíos (al-Yahud) observaban el día de Ashura como un día de ayuno, y preguntó el motivo de dicha practica, a lo que le contestaron: "Este es el día en que Allah concedió a Moisés (Musa) y los Hijos de Israel (Bani Isra'il) la victoria sobre el Faraón, por lo cual dedicamos el ayuno en su honor". El Profeta (saws) respondió a esto diciendo:

"Nosotros somos mas merecedores de Moisés (Musa) que ustedes!".

Entonces encomendó a los Musulmanes a observarlo como un día de ayuno.

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