LA CUESTIÓN DEL YIHAD

 

En uno de sus últimos artículos, Hasan Al-Banna trató la cuestión del yihad en el Islam: para él significaba presentar las normas del Islam en materia de gestión de la guerra. Demuestra el hecho de que la paz (Al-salam) procede de la misma raíz (salama) que el nombre Islam, que quiere decir sumisión en el sentido de abandono de uno mismo a Dios en la paz: de la misma forma, toda la enseñanza del Islam apela a la paz y a la coexistencia pacífica. Sin embargo, afirma, la guerra que es un hecho objetivo en la historia de los hombres y las sociedades, aparece como “un mal necesario”. (Al-Salam fi-l-islam al-salam wa-hikma mashruiyyat al-qital fi-l-islam, op.cit., texto  publicado originalmente en la revista Al-shihab,p.25)

Por tanto, hay que abordar esta realidad y el Islam nos compromete a ello.  

Si se estudian los textos de referencia se encuentra que el Islam legitima la guerra sólo en cinco situaciones:

1. En la resistencia a la agresión y la legítima defensa para proteger a los padres, los bienes, la patria o la religión.

Hasan Al-Banna aporta, para apoyar este primer elemento, varias referencias en las que la aleya coránica:

- Combatid en el camino de Dios a quienes os combaten, pero no seáis los agresores. Dios no ama a los agresores. (Coran 2:190) y el hadiz: Quién es asesinado por haber defendido sus bienes es un mártir, quien es asesinado por haber defendido su sangre es un mártir, quien es asesinado por haber defendido su religión es un mártir, quien es asesinado por haber defendido a los suyos es un mártir.

           

2. Defensa de la libertad de fe y de práctica para los creyentes que se vean perseguidos, agredidos o exiliados a causa de su religión.           

Al-Banna también cita varias aleyas, entre ellas la de la azora  “La vaca”:

           

Matadlos hasta  que la persecución no exista y esté en su lugar la religión de Dios. Si ellos cesan en su actitud, no habrá más hostilidad si no es contra los injustos.                                                                                                                                             (Coran 2:193)

3. Defender la libre expresión del mensaje del Islam para que llegue a todos los hombres y que cada uno pueda decidirse claramente y con conocimiento de causa ante su contenido. Acompañado eso si, con la práctica del ejemplo.

           

Al enunciado de esta tercera circunstancia le sigue una larga explicación. Al-Banna precisa que para el musulmán se trata de defender su derecho a transmitir un mensaje que no puede estar limitado y que, a fortiori, se considera universal. Sin embargo, transmitir no es apremiar y Al-Banna cita la aleya. “No cabe coacción en religión” (Coran 2:256).  La buena dirección se distingue claramente del descarrío.  Precisando que el Islam recomienda la predicación  pero prohíbe la coacción.

 

4. Sancionar y castigar a aquellos que han traicionado un pacto después de haberlo firmado u oponerse a un grupo que impulsa y difunde la sedición entre los musulmanes.

           

Al-Banna cita las aleyas coránicas: “Si rompen su juramentos después de su conclusión y atacan vuestra religión, combatid a los jefes de la infidelidad. Ellos no cumplen juramentos. Quizás así desistan.

¿No combatiréis a unas gentes que rompen juramentos y procuran expulsar al Enviado? Ellos han empezado a atacaros los primeros (Coran 9:12,13) y “si dos grupos de creyentes se combatiesen, ¡Imponed la concordia entre ambos! Si  uno de ellos persistiese en contra del otro, ¡Combatid al que persiste hasta que se incline ante el mandato de Dios! Si se inclina, estableced la concordia entre ambos de acuerdo con las normas de la justicia y sed equitativos. Dios ama a los equitativos.                                         (Coran 49:9)

           

5. Salvar a los musulmanes víctimas de injusticias, sean las que sean, y ayudarles con todas las fuerzas contra los agresores.

           

En la Aleya Al-Anfal (El botín) se encuentra la aleya siguiente: Si os piden socorro a causa de la religión, debéis prestarles auxilio, a menos que sea contra gentes con las que tengáis una alianza. (Coran 8:72)

           

Tras haber presentado estos cinco puntos, Al-Banna precisa que, fuera de ellos, el Islam niega toda justificación a la guerra.

           

La guerra está prohibida fuera del cumplimiento de estos objetivos. Así, toda guerra que no esté motivada por estos objetivos humanitarios y bienhechores, y que esté movida por ambiciones materiales, personales o interesadas, está totalmente prohibida en el Islam.

           

Este hecho es de una claridad diáfana: en los estudios islámicos no se encuentra la noción de la guerra  (qital) o de yihad entendidas en el camino de Dios, si no es dentro del estrecho marco que hemos presentado (los cinco puntos ya mencionados). (Al-Salam fi l-islam, al –Salam wa-hikma mashriyat al-qital fi l-islam, op. Cit.,p.33)

           

Todavía añade otras cuatro puntualizaciones generales cuya importancia es de primer  orden.

En primer lugar, aunque el Islam ha autorizado la guerra en estas circunstancias, concede prioridad, sobre todo, a la paz. Por lo tanto, antes de entrar en guerra, debe evitarse por todos los medios posibles y si no hay otra solución, hay que intentar  restablecer la paz antes posible. Al –Banna cita la aleya:   Si se inclinan a la paz, inclínate a ella. (Coran 8:61)

Además, la guerra tiene sus normas (Churut) y sus exigencias: el Islam recomienda la misericordia y la bondad incluso en los momentos más difíciles. Así siempre, hay que preferir hacer prisioneros a matar al enemigo: si esto es imposible, sólo hay que utilizar como blanco los ejércitos contrarios preparados para entrar en combate:

- No se puede, en ningún caso, matar a los niños, las mujeres, los ancianos o los hombres de religión.

Al-Banna cita numerosos ejemplos de prácticas del Profeta y de sus compañeros.

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Tercer punto: el Islam impone una fidelidad absoluta a los pactos, lo que hace imposible traicionarlos o romperlos unilateralmente y sin razón válida (como un incumplimiento por el adversario); en esto hay una prueba de que las exigencias del derecho conceden una importancia prioritaria al mantenimiento de la paz y de la convivencia.

El análisis que hace al-Banna del yihad circunscribe el alcance de esta noción (cuando se trata de la guerra) a la legítima defensa (guerra defensiva) y a la resistencia a la injusticia (defensa del oprimido). Salvo estas circunstancias, la guerra está prohibida y, por eso mismo, el empleo de la violencia está prohibido.

Toda su acción, como, por otra parte, su oposición a la revolución brutal e incontrolada, da testimonio de que Al-Banna ha permanecido fiel a su comprensión de los principios islámicos. El Islam puro viene a llamar a la fraternidad humana y a anunciar el universalismo atajando todo sectarismo. Conduce a la realización de esta noble llamada divina por todos los medios teóricos y prácticas. (Ilan al-ujuwwat al-insaniyya,art.2,p.12,en Al-Salam fi-l-islam,op.cit.)

           

 Esta misma convicción es la que le hace decir:

-Lo mejor para la humanidad entera es que los musulmanes vuelvan a su religión; éste será uno de los más grandes apoyos para la paz sobre la tierra. Lo que nos empuja en esta dirección no es el fanatismo ciego, sino la convicción más fuerte del buen fundamento de lo que el Islam trae, así como el hecho de que su mensaje concuerda completamente con lo que el pensamiento moderno ha  revelado respecto a las reglas de compañía más sanas y a sus fundamentos intangibles. (Al-Salam fi-l-islam,op.cit.,p.12)

           

 El Islam está enormemente preocupado por pulir los corazones humanos, pues son el pilar de toda organización y el medio de toda reflexión, de toda concepción y de toda representación. Les ha prescrito los remedios eficaces que les permiten purificarse de sus pasiones y liberarse de la tentación y de los deseos y de las ambiciones para llevarles a la plenitud y a la nobleza, preservándoles de la tiranía, de las carencias y de la adversidad.

Si el ser íntimo sigue el camino recto y se purifica, entonces todo lo que produzca es a la vez bueno y sano. (Risalat al-Talim, En Machmuat al-rasail,op.cit.,p.121).  Y añade:

Por consiguiente, has sabido, querido lector, que los Hermanos Musulmanes tienen como primer objetivo la educación de los corazones,  la renovación de las almas, el refuerzo de la moral, el desarrollo de la verdadera

           

Fuerza entre los seres humanos de la nación. Considera que en esto reside el fundamento sobre el que se lleva a cabo el renacimiento de las naciones y de los pueblos.

           

 Mucha gente piensa que lo que le falta a Oriente es la fuerza material, como fondos, equipamiento y maquinaria de guerra y de combate para desarrollarse y superar a las naciones que le han robado sus derechos y han atropellado a su población.

 

Esto es cierto e importante, pero es aún más importante y necesario la fuerza espiritual que conduce a la nobleza moral, a la personalidad digna y a la fe en los propios derechos (que a de conocer) al mismo tiempo que a la voluntad de los Antiguos. Igualmente, conviene desarrollar la entrega de sí mismo, el camino del deber y de la fidelidad sobre el cual descansan la confianza y la unidad y de donde nace la fuerza.