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Tormento en la Tumba
Infundiremos el terror en los corazones de
los que no creen, por haber asociado a Dios algo a lo que él
no ha conferido autoridad. Su morada será el fuego. ¡Qué
mala es la mansión de los impíos! (sura 3-151)
Este sura habla del terror en los corazones
de los incrédulos cuando se den cuenta realmente que todo
era verdad y que los dos Ángeles Nakir y Munkar se acercaran
para preguntarle su creencia en esta vida y como la pasaron.
Entonces desde ese momento será el tormento en la tumba.
Según lo que Dios Altísimo afirma en su última palabra del
sura 3:151: “¡Que mala es la Mansión de los Impíos!.
Dios todo poderoso nos atemoriza y nos pone a
pensar diciéndonos: “¿se imaginan cómo será la mansión – la
tumba- de los Impíos? Un pequeño ejemplo como la pasaremos
después de que seamos enterrados lo podemos observar en este
relato: “Tortura en la Tumba”.
Tortura en la Tumba
En esta imagen, se aprecia a un chico de 18 años quien murió
en un hospital de Omán. El cuerpo del chico fue exhumado de
su tumba luego de tres horas de su funeral, bajo la
insistencia de su Padre. El muchacho, quien falleció en un
hospital, fue enterrado acorde a la Ley Islámica el mismo
día con la ablución del cadáver. Sin embargo, después del
funeral, el Padre duda respecto al diagnóstico de los
médicos y quiso identificar el verdadero motivo de su
muerte.
Sus parientes y amigos quedaron choqueados al
ver el cadáver: se encontraba completamente transformado
luego de 3 horas. Quedó gris como un anciano; con huellas
evidentes de torturas y de haber recibido una fuerte paliza;
con los huesos roto de manos y piernas, con sus Comisuras
rotas y apretones en su cuerpo. Toda su fisonomía y la cara
estaban repletas de magulladuras. Sus ojos estaban abiertos
con una expresión de terror hacia como de desesperación. El
sangramiento se atribuye a que el chico fue presa del
tormento más severo.
Sus parientes cercanos se reunieron con
científicos musulmanes, quienes
Inequívocamente han declarado que esto forma
parte de los resultados del Ajuste de Cuentas en la Tumba
que Dios advirtiera y enseñara a través del Hadiz del
Profeta Muhammad (PBED).
El Padre del joven, afirma consternado que
su hijo fue estropeado a causa que no hizo sus Salat
(Oración) y tuvo un estilo de vida despreocupado,
implicándose en distintos pecados.
Cada difunto pasa una prueba en el más
allá, a diferencia de los Shahids (Mártires) quienes caen en
el Yihad para buscar el camino de Allah. Esta primera prueba
es terrible, la que se encuentra antes del Día del Juicio
Final.
En el Hadiz del Profeta (BPED) se Indica:
"Después de muerto, su espíritu vuelve al
cuerpo donde dos Ángeles vienen: Munkar y Nakir, quienes
preguntarán al difunto: "¿Quién es tu Señor?"; al
contestará: "Mi Señor es Dios". Entonces ellos preguntaron:
" ¿Cuál es tu Religión?"; el contestará: "mi Religión es el
Islam". Luego ellos preguntaran:"¿Quién fue la persona que
te fue enviada?"; el contestará: " El Profeta de Dios".
Entonces ellos preguntaran: " ¿Cómo lo sabes?"; el
contestará: "Lo leí en el Libro de Dios y creí en ello. A
continuación una voz desde los cielos dirá: " Mi Siervo ha
dicho la verdad, colóquenlo en el aposento del Paraíso y
abran la Puerta del Paraíso". Entonces estará lleno de gozo
y comenzará a ingresar en el Paraíso, llegando su tumba a
expandirse pudiendo verlo.
El Profeta de Dios, Muhammad (PBED) dijo
respecto de los pecadores: “Después de la muerte, el
espíritu del muerto volverá al cuerpo, entonces dos Ángeles
vendrán y preguntaran: "¿Quién es tu Señor?"; el responderá:
"No sé". Entonces ellos preguntaran: "¿Quiénes te fue
enviado?"; el nuevamente contestará: "Yo no sé" y entonces
del cielo saldrá¡ una voz diciendo: "¡se equivoca, Colocaló
en una jaula de fuego y abran la puerta del infierno!.
Entonces será encerrado con todo el calor del infierno,
llegando su tumba a estrecharse, en la cual los bordes
comenzaran a comprimirse.
En el Hadiz se expresa también que los ángeles golpearan
severamente a los pecadores durante el interrogatorio en la
tumba, llegando a ser los tormentos, extremos. Se informa
también que nuestro Mensajero suplica a Dios para
protegernos de los tormentos de la tumba y pidiera por las
demás personas.
La historia del joven de 18 años es un
signo para los creyentes, siendo un cuento de hadas
solamente para quienes tienen sus corazones sellados para
Dios. ¿Miran y no ven; escuchan y no oyen?
Este relato fue traducido de dos idiomas
previos al castellano. Pido disculpas antes por los errores
cometidos en la misma.
¡Dios mío, bendice al Profeta Muhammad y a la
Familia del Profeta Muhammad!
"Se dijo que el National
Geographic hizo una investigación sobre este típico, pero no
he leído respecto de este, ni de lo que muestra. Si alguien
puede validar la autenticidad de este artículo, por favor,
háganmelo saber.
(18 Mayo, 2006 Traducción: Mahdi Arismendi
Poblete Periodismo Islámico)
www.PeriodismosIslamico.BlogSpot.com
De este relato
de la “Tortura en la Tumba” resalte tres aspectos:
el primero el Ajuste de cuentas, será en la Tumba.
Muchos creen que asesinando a una persona se están cobrando
una gran venganza y creen llamarlo ajuste de cuenta, pero no
es así, la muerte nadie la adelanta o la atrasa con esa
acción solo suman más sus pecados para el verdadero ajuste
de cuenta en la Tumba, el segundo punto, el
tormento de la tumba se da por la opresión que nos hacemos
así mismo, uno mismo busca excusa para que nos atormente,
uno mismo solo uno mismo. El tercer aspecto es cuando
seremos interrogado responderemos con la verdad sin titubear
y no se dirá mentiras, no habrá posibilidad de mentir
simplemente nos equivocamos o tartamudeamos al hablar y
diremos una verdad llena de certeza, pero esa palabra para
Dios la contabilizará como cuento de hadas dice el incrédulo
atormentado en la Tumba “ojala fuera yo tierra”>> (sura
78:40) muchos creen que al incinerar su cuerpo se convierten
en verdadera ceniza o tierra y eso es mentira, sus cenizas
les dolerá peor que su mismo cuerpo.
Hermanos y
Hermanas debemos aprender el idioma de los muertos, es decir
¿que se le debe decir a un difunto? ¿Que desea escuchar un
difunto? ¿Qué es lo que realmente quiere saber el difunto?
Cuando empecemos a estudiar el idioma de los muertos,
entenderemos la misericordia que hay en morir tal como la
hay en vivir. Un vivo jamás entenderá los dichos de los
Grandes Profetas que decían: “cuando yo nací todos reían y
yo lloraba y cuando yo muera todos lloraran y yo reiré”.
El primer eslabón
que conduce a la Última Vida es el paso por la tumba (Qabr).
A través de la muerte se penetra en ese espacio, en una
oscuridad sin esperanza de retorno. La propia oscuridad es
el retorno, oscuridad de los sentidos y acabamiento de los
proyectos y de las proyecciones. Ya no hay otro, nada que
hacer en el afuera, todo está contenido en uno. En la tumba
todavía no se saborea plenamente el retorno, es un lugar
intermedio (Barzaj) entre el mundo de las apariencias (El
Dunia) y la Última Vida (El Ájira).
La muerte (Al
Mâut) forma parte de la actividad de Dios, es una
misericordia hacia las criaturas. Del mismo modo que Él es
el Dador de Vida, (al-Muhyî), es el Dador de Muerte,
(Al-Mumît). Estos Nombres – Muerte y Vida son
complementarios, es imposible pensar lo uno sin lo otro. La
muerte delimita la vida, según un plazo fijado de antemano,
pero también actúa dentro de la propia vida. La idea de que
la muerte es un accidente, sujeto a la casualidad, y que por
tanto puede prevenirse, es del todo ajena a la cosmovisión
Islámica. (El Qur’án insiste): todo lo existente tiene un
plazo, viene de la inexistencia y permanece abocado a la
muerte. Las montañas, los árboles, el mundo, las galaxias:
todo está destinado a perecer. Sólo la Faz de Dios
permanece más allá de las destrucciones y la muerte:
“Todo perece
salvo la Faz de Dios.”
El lugar de
reposo del cuerpo físico es la tumba. Allí se dirigen todos
los anhelos, todas las construcciones, creencias o
esperanzas. Allí se depositarán nuestros miembros y órganos
vitales. Todo aquello que parece hacer funcionar la
maquinaria de nuestro cuerpo será depositado en la tumba
como un despojo de nosotros mismos. Si seguimos siendo, ya
no somos eso. La posibilidad de la muerte, su presencia en
nuestras vidas, es una constante. Nadie puede prever o
conocer el plazo que le ha sido concedido. Sólo Dios tiene
el poder de decidir sobre la vida y la muerte:
“Y ningún ser
humano muere sino es con el permiso de Dios, en un plazo
prefijado.” (3:
145) Esto no quiere decir que el creyente tenga que vivir de
un modo descuidado, exponiéndose innecesariamente a
peligros, jugando con el don de la vida. Tener cuidado, ser
juicioso y moderado, forma parte del camino del Islam. El
creyente no se presta a adoptar una actitud extravagante,
pues ella es el signo de un ego que quiere destacar, que
quiere señalar su arrojo. (El Qur’án dice): “Y que vuestras
manos no os arrojen a la
destrucción.”
(2:195).
Hermanos y
Hermanas el cuidado del mundo es el resultado de la
conciencia del valor de cada instante como Teofanía (es una
manifestación local como una aparición visible de una deidad
a seres humanos). Cuidar el mundo incluye, por supuesto,
cuidar y desarrollar la propia vida, desarrollar la
potencialidad de vida que hay en uno. El temor a la muerte
es el temor a fuego, a no haber realizado en vida la tarea
que nos ha sido destinada, a no habernos realizado como
criaturas. La amenaza de la muerte es un aliciente, ha sido
inspirada en el hombre por algo y para algo. No para
hacernos timoratos y cobardes, sino conscientes de la
brevedad del tiempo, de la importancia de cada decisión y
cada instante. Ahora mismo debemos escoger: hacer la salat
(oración) o ver la tele, dejarse llevar por la pereza o
lanzarse a la búsqueda del conocimiento. Sin la muerte
estaríamos aplazando constantemente el cumplimiento de lo
que somos, no tendríamos una presión que nos invita a
realizarnos, conscientes de que el plazo que nos ha sido
dado no es eterno. El Qur’án también menciona la ilusión de
que alguien pueda protegerse ante el destino o retardar el
momento de su muerte:
“Dondequiera que
os halléis, La muerte os alcanzará aunque estéis en torres
elevadas.” (Qur’án
4: 78)
No hay
protección o escape posible ante el decreto de Al-lâh, Él
supera todas las barreras. Las torres elevadas son el sueño
de protección de una sociedad enferma, que ha puesto la
seguridad por encima de toda otra consideración. Es una
sociedad basada en la acumulación de la riqueza, que no han
de servir de nada ante la Verdad que nos sigue y nos
precede. La muerte es inevitable, y nadie puede saber el
cómo, el cuándo, el donde:
“En verdad, sólo
Al-lâh conoce cuando ha de llegar la Última Hora; y Él hace
caer la lluvia; y Él conoce lo que hay en los úteros:
mientras que nadie sabe lo que adquirirá mañana, y nadie
sabe en qué tierra morirá.” (Qur’án 31: 34)
----Esta idea es
desarrollada por una tradición referente al califa y profeta
Suleiman, que la paz sea con él. En una ocasión en que
charlaba con un amigo, el visir de Suleiman entró para
anunciar la llegada de Azrael, el ángel de la muerte.
Suleiman lo hizo pasar y discutió con él sobre el orden
universal y sobre las realidades profética y angélica. Tan
pronto como Azrael hubo partido, su amigo le pidió ser
enviado a una misión en la India. Suleiman le preguntó por
semejante ocurrencia, a lo que el amigo respondió que al
entrar Azrael en la sala, lo había mirado de una forma
extraña, de modo que temía que volviese para llevárselo.
Suleiman estaba seguro de que se trataba de una fantasía,
pero le concedió lo que pedía. Inmediatamente, el amigo
partió hacia la India. Unos días después, cuando Azrael le
hizo otra visita, Suleiman le contó los temores de su amigo
y le preguntó si verdaderamente lo miró con extrañeza.
Azrael replicó: “Es cierto, estaba sorprendido de
encontrarlo en tú casa. Esa misma mañana había recibido
órdenes de tomar su alma al día siguiente en la
India.”------
La tumba es
nuestra compañera inseparable, nuestra sombra, que permanece
como algo ineludible en nuestro horizonte vital. Los hombres
tratan de distraerse de la inminencia de la muerte, dirigir
sus pasos hacia lo cambiante. Sin embargo, la tumba se abre
en nuestra mente. Nada puede detenerla, nada puede ocultar
lo inevitable. La tumba es la soledad absoluta de las
criaturas ante su Señor, es el espacio donde ya no hay
escapatoria. En la soledad de la tumba, será segado con
fuerza lo que hay en los corazones, “cuando sean revueltas
las tumbas...” (Qur’án).
La tumba es,
pues, la propia soledad sin paliativo, la ausencia de
proyectos y de proyecciones, el cara a cara inevitable de
cada uno con un plazo fijado de antemano. Para la
comprensión interior, la tumba significa la naturaleza de la
persona, su vida, su deseo más íntimo. “Dios hace oír su voz
a quien desea pero tú no puedes hacer escuchar la tuya más
que aquellos que están en las tumbas” (Qur’án 35:21).
Esto quiere
decir que para escuchar la revelación hay que morir primero
al dunia y haber penetrado en el mundo intermedio, en el
barçaj. Allí se abre el terreno virgen donde Al-lâh se
manifiesta, como un desgarro de luz en la conciencia. Este
desgarro es precedido por un oscurecimiento: at-takwîr. Este
es el título de una azora del Qur’án, que habla del yawm
al-qiyama (día de la resurrección) y del fenómeno de la
Revelación (wahy): (Qur’án 81, 1-14)
---La muerte es
una prueba. En la tumba, los difuntos están expuestos a una
terrible tortura (‘adzâb). El tema del ‘adzâb al-qabr, el
Tormento de la Tumba aparece en numerosos hadices. Esta idea
se basa en la concepción de que el muerto tiene una especie
de existencia consciente en su tumba, de que la muerte no es
lo que parece. El Qur’án se refiere a la muerte como un
barçaj. Esta palabra designa un intervalo, un intermundo,
algo que separa dos espacios. El Qur’án afirma que los que
parecen físicamente muertos no están definitivamente
muertos, sino que están en un estadio intermedio que no
implica un fin, ni mucho menos. Cualquier estado intermedio
entre dos grados de existencia es un barçaj, especialmente
el mundo de las formas sutiles que hay entre el mundo físico
y supraformal. Tras la muerte se decide el verdadero destino
de las criaturas.---
En la tumba, los
cuerpos se disuelven mientras la conciencia se prepara para
la Última Vida. Los sucesos que siguen a la muerte son
estremecedores. Ni los justos se verán libres de los
sufrimientos en la tumba: un sentimiento de opresión y de
estrechamiento, de ausencia de espacio y de nula capacidad
de movimiento. En la tumba, no existe escapatoria. En primer
lugar, los muertos son torturados por las lamentaciones de
sus parientes. Este dolor hace referencia al recuerdo de los
seres amados. El muerto recuerda su vida con nostalgia,
sigue apegado a las imágenes del dunia (mundo de las
apariencias). Las almas de los sinceros salen fácilmente de
sus cuerpos, pero la de los cafres (crueles e ignorantes)
son arrancadas a la fuerza por ángeles terribles causándoles
así tormentos severos. Poco a poco, el dolor se disipa y el
muerto asume su nueva situación. El creyente, a partir de
entonces, se siente en un lugar espacioso, mientras el cruel
se encuentra oprimido por las paredes de su tumba, y siente
como una serpiente lo devora.
Dos ángeles de
aspecto terrible (según algunos relatos, dos criaturas
negras con los ojos azules), llamados Múnkar y Nakîr,
interrogan al muerto sobre sus creencias. El sincero
responde con palabra clara, y entonces los ángeles le
muestran el lugar del que se ha librado en el infierno y el
que le aguarda en el paraíso, y entonces se le deja
descansar hasta el Día de la Resurrección. La visión de su
lugar designado en el Jardín del Edén hace que la espera sea
venturosa. Pero el ignorante no puede responder y tartamudea
y los ángeles intentan arrancarle respuestas azotándolo con
un látigo metálico que lanza llamas: sus gritos son oídos
por todas las criaturas, salvo por los hombres. El
interrogatorio en la tumba dura siete días en el caso de los
sinceros, y cuarenta en el caso de los cafres. Solo los
mártires, los niños y los que han cumplido ciertos actos
surerogatorios son dispensados del interrogatorio. Los
ángeles de la misericordia descienden a buscar al espíritu
del creyente sincero, y los ángeles del castigo acuden a por
el espíritu del ignorante. Las almas de los creyentes se
transforman en pájaros del paraíso y se unirán a sus cuerpos
el día de la resurrección. Estas consideraciones dieron
origen a la noción de los dos juicios: el primero implica
castigo o felicidad en la tumba, y el siguiente, el del Día
de la Resurrección, marca el destino de la persona en la
eternidad de al-âjira.
Hermanos,
Hermanas, Simpatizantes e invitados a leer este sermón, si
el escrito de la “Tortura en la Tumba”, y el estudio de
National Geografic no sean verídicos nuestro máximo
argumento es el Sagrado Corán y los dichos del Santo Profeta
(P) que ratifica que el Tormento de la Tumba es una
realidad.
Bibliografías de
algunos textos que me sirvieron para hacer este sermón.
www.webislam.com
la estancia en la tumba;
www.periodismoislamico.blogspot.com
tortura en la tumba.
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