EN EL NOMBRE DEL ALTISIMO
La etiqueta de la Oración Ruh ul.lah al-Musawi al-Jomeini (r.a.)
Traducción del original «Adab-e salat»: Raúl González Bórnez
Discurso primero: Sobre la etiqueta que es necesario observar en todas las etapas de la oración, e incluso en todas las forma de adoración y ritos. Siete capítulos
Capítulo I
CÓMO DESPOJARNOS DE LA NATURALEZA EGOÍSTA QUE NOS APRISIONA
Una de las fórmulas de cortesía del corazón en los actos de adoración y uno de los deberes internos del viajero espiritual a lo largo del camino hacia la otra vida, es «la atención hacia la majestuosidad del Señorío Divino (rubūbiiah) y la humilde condición del adorador». Esta es una de las más importantes estaciones para el sālik (viajero). La fuerza en la Vía de todo viajero es proporcional a la atención que presta a este asunto o, mejor dicho, la plenitud de la condición humana de la persona está en relación con la perfección de esa atención. Cuanto más está uno aplastado por el egoísmo, el orgullo y la vanidad, más alejado se encontrará de la perfección humana y de la Estación de Cercanía al Señorío Divino. El velo de la vanidad y el orgullo es más denso y más oscuro que todos los otros velos. Arrancar ese velo es más difícil que arrancar todos los otros velos y arrancarlo es un paso preparatorio para arrancar otros velos. De hecho, arrancar este velo es la llave maestra de lo Oculto y de lo Manifiesto, y la gran puerta de acceso a la perfección espiritual. Mientras el hombre tenga sus ojos puestos en sí mismo, en su belleza y perfección imaginada, estará velado y descartado de la belleza absoluta y la perfección pura. La primera condición para viajar hacia Al.lah es abandonar esa casa. Este es el criterio para la lucha entre la Verdad y la falsedad.. Así, el viajero que hace el viaje dando pasos de egoísmo y vanidad, y está envuelto en los velos del orgullo, sufrirá en vano y su viaje no será hacia Al.lah sino más bien hacia sí mismo: «La madre de los ídolos es el ídolo de ti mismo» Rūmī.
Al.lah Todopoderoso, dice: «Quien emigre por Al.lah, encontrará en la tierra mucho refugio y espacio. La recompensa de aquel a quien sorprenda la muerte, después de dejar su casa para emigrar a Al.lah y a Su enviado, incumbe a Al.lah. Al.lah es indulgente, misericordioso. (Corán, 4:100)
La emigración formal, o la forma de la emigración, es la emigración corpórea desde la casa formal a la Ka’bah o a los sepulcros de los hombres santos (auliya), pero la emigración espiritual es salir de la casa del alma y la casa de este mundo hacia Al.lah y Su Mensajero. Emigrar hacia el Mensajero y el wali es también una emigración hacia Al.lah. Mientras el alma tiene una inclinación hacia uno mismo y el orgullo, no se está viajando. Y mientras haya residuos del Yo en los ojos del viajero, y mientras las paredes de su propia ciudad del ego estén levantadas y la llamada del amor al ego no haya desaparecido todavía, él permanece inmóvil y no es un viajero o un emigrante.
Está recogido en Mişbaĥ uš-Šari‘ah que el Imam aş-Şādiq (a.s.) dijo: «La adoración es una gema cuyo corazón es el Señorío Divino (rububiyat). Todo lo que se pierde en la adoración es encontrado en el Señorío Divino y todo lo que es ocultado del Señorío Divino es obtenido en la adoración».
Aquel que viaje a los pies de la adoración y queme su frente con la marca de la humildad de la adoración alcanzará la Gloria del Señorío Divino. La conexión con las verdades del Señorío Divino reside en viajar siguiendo los grados de la adoración, y lo que carece de egoísmo nos sitúa bajo la sombra protectora del Señorío, hasta alcanzar ese estado en el cual la Verdad Altísima es el oído, la vista, las manos y los pies, como está recogido en el bien conocido Hadiz verdadero y aceptado por las dos Escuelas.
Hadiz Qudsi ... Y ciertamente el siervo se acerca a Mí mediante sus actos de adoración no obligatorios, hasta que Yo lo amo y cuando lo amo Yo soy los oídos con los cuales oye y la vista con la cual ve y la lengua con la cual habla y la mano con la cual ase; si Me invoca le respondo y si Me pide le doy. Usul ul-Kafi, tomo IV, p.. 53
Cuando el viajero abandone su conducta (tasarrufat) y someta completamente el reino de su existencia a la Verdad Altísima, abandonando todos los asuntos de la casa al Dueño de la misma, aniquilándose en la Gloria del Señorío Divino, el Dueño de la casa dirigirá Él mismo los asuntos. Así la conducta del viajero espiritual se convertirá en divina y sus ojos serán divinos y verá con los ojos de la Verdad, sus oídos serán divinos y él podrá oír con los oídos de la Verdad. Y lo contrario también es cierto, cuanto más completo sea el señorío del ego y más apreciada sea su gloria, menor será, en la misma proporción, la Gloria del Señorío Divino, en esa misma proporción pues ambos son contradictorios: «Este mundo y el próximo son como dos esposas enfrentadas».
Nahyul Balagha, Dichos breves nº 103 «La Dunia y el Ajira son dos enemigos enfrentados y dos caminos que difieren así que quien ama la Dunia odia la otra vida y es enemigo de ella y ambas son como el Este y el Oeste y el caminar entre ellos, todo lo que te acerca a uno te aleja del otro y ambas son como las dos esposas enfrentadas de un hombre».
Así, el viajero hacia Al.lah tiene que reconocer obligatoriamente su posición de humildad y colocar la humildad de la adoración y la Gloria del Señorío ante sus ojos. Cuanto más fuerte sea este criterio, más espiritual será su adoración, -hasta que, con la ayuda de la Verdad Altísima y de los hombres santos (P)-, alcance la verdad de la adoración y su núcleo, y podrá tener un destello del secreto de la adoración.
En todas las formas de adoración, especialmente en el salat (oración) la cual tiene una posición de comprensibilidad globalizadora (yami’iyat), y posee, entre las formas de adoración, la posición del Hombre Perfecto, y la del Nombre Más Grande ( Al.lah), o incluso es el Nombre Más Grande mismo, estas dos posiciones - es decir, la posición de la Gloria del Señorío Divino, que es la Verdad y la posición de la humildad de la adoración, que es la sirvienta de esta Verdad y su atributo- están ocultas. Entre los actos recomendados, el QUNUT, y entre los actos obligatorios el SUYUD, tienen particularidades especiales a las que nos referiremos más tarde, insha’ Al.lah. Debe ser observado, sin embargo, que la adoración absoluta está en los más altos grados de perfección y en las más grandiosas posiciones de humanidad, en las que nadie tiene ninguna participación excepto la más perfecta de las criaturas de Al.lah, Muhammad (s.), en la cima, seguido por los walis perfectos. En el resto de la gente los pasos de su adoración son incompletos y sus actos de adoración y humildad son producto de otras causas. Solamente a través de la adoración uno puede alcanzar el verdadero viaje celestial pleno (mi’raj). Así vemos que la adoración y la atracción del Señorío Divino es la que llevó a esta santa persona hacia el viaje celestial (mi’raj), a la cercanía divina y a la unión con Él. Y por eso la noble aleya dice:
«Gloria a quien hizo viajar a Su siervo por la noche desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita lejana...» (17:11)
Y también por ello, hay un énfasis sobre la adoración antes que sobre la Profecía en el tashahud (testimonio de fe) de la oración, el cual representa un retorno de la aniquilación completa alcanzada en el suyud. Y por ello también hay en eso una indicación de la estación de la Profecía como fruto resultante de la adoración. Y sobre este punto existe un largo debate que está fuera de los objetivos de estas páginas.
Capítulo II
LAS ETAPAS SUCESIVAS DE LA GENTE de la BÚSQUEDA ESPIRITUAL (Ahl us-sulūk):Conocimiento, fe, tranquilidad y visión
Sabe que, en esta etapa y en el resto de las etapas, la gente buscadora se encuentra con innumerables niveles y grados y nos ocuparemos de algunos de estos grados, de manera general. Porque el conocimiento de todos sus aspectos y el recuento de todas las etapas, está más allá de la capacidad de este humilde servidor: “LOS CAMINOS QUE LLEVAN A DIOS SON TAN NUMEROSOS COMO LAS RESPIRACIONES DE SUS CRIATURAS”[1]
Una de esas etapas es la etapa de la sabiduría (‘ilm), que consiste en establecer mediante el camino del conocimiento científico y de la argumentación lógica “La nimiedad de la adoración y la Grandeza del Señorío Divino”. Es un punto crucial de las enseñanzas, claramente expuesto en las ciencias superiores y en la filosofía (Al-Hikma al-Muta’aliah), que el conjunto de las certezas y todo el ciclo de la existencia son pura apariencia y apega y nada más que miseria y carencia. El poder y el Reino y la Soberanía, pertenecen en exclusiva a la Esencia Santificada de la Grandeza. Nadie puede compartir Su Majestad y Grandeza. La insignificancia de la adoración y la carencia de todo están gravadas en la frente de todas las criaturas y en su esencia más íntima. La verdad de la gnosis y de la visión y el resultado del esfuerzo y de la búsqueda, consisten en eliminar el velo que cubre el rostro de la realidad y mostrar la insignificancia de la adoración y la base de nuestra carencia e insignificancia esenciales; de uno mismo y de todas las criaturas. La súplica atribuida al señor de todas las criaturas, las bendiciones y la paz sean con él y con su familia purificada, : ¡Oh, Dios! Muéstrame las cosas como son! (Al lahum ma, arinil ashi’a kama hia), puede que se refiera a esta misma etapa del camino espiritual. Es decir, expresa el deseo de contemplar la insignificancia de la adoración, condición necesaria para poder contemplar la Grandeza del Señorío Divino. Así pues, si el buscador en el camino de la Verdad, el viajero en la senda de la adoración, alcanza esta etapa por el camino de la ciencia y del progreso intelectual, , caerá entre los velos del conocimiento y alcanzará la primera etapa de la condición humana, pero este velo es uno de los velos más densos, del cual ha sido dicho: “El conocimiento es el mayor de los velos” (Al ‘ilmu hual hiyâb al-akbar). El buscador no debe permanecer atrapado en este velo, al contrario, debe desgarrarlo. Si se complace en esta etapa y su corazón se queda enganchado en esta trampa, caerá en Istidrach. Istidrach en esta etapa, significa ocuparse en exceso de las múltiples ramificaciones de las ciencias, manejando argumentos abundantes para demostrar las tesis, imposibilitándose con ello para llegar a las siguientes etapas y permitir que el corazón se quede enganchado en ella, distrayéndose del objetivo deseado, que es la aniquilación en Al.lah (fana fil lah) y malgastando su vida en el velo de la argumentación lógica y sus ramificaciones. Y cuanto más sean esas ramificaciones, mayores serán el velo y el alejamiento de la Verdad. Así pues, el buscador no debe caer en esta etapa en la trampa demoníaca, ni quedar velado de la Verdad y de la realidad, por culpa de la mucha erudición y el poder de la argumentación y regresará con seriedad a la búsqueda del verdadero asunto, llevándose a sí mismo al otra etapa, que es la etapa segunda.
La segunda etapa consiste en escribir con la pluma del intelecto en la página del corazón, aquello que el intelecto descubrió mediante el poder de la argumentación y del camino científico, permitiendo que la verdad contenida en el enunciado: “La insignificancia de la adoración y la Grandeza del Señorio Divino” llegue a él y escapando de los velos y las cadenas de la erudición. Así que, el resultado de la segunda etapa es la adquisición de fe en la realidad. Nos ocuparemos pronto de esta etapa, si Dios quiere.
La tercera etapa es la ce “Certeza y tranquilidad del Alma” que es, en realidad, el grado perfecto de la fe. Dijo Dios Altísimo, dirigiéndose a Su amigo (Abraham): ¿Acaso no crees? Dijo (Abraham) Sí, pero es para que mi corazón adquiera certeza y tranquilidad. (A wa lam tu’min? Qâla: balâ wa lakin li iatmain na qalbî. 2:260 Quizás volvamos a hablar de esta etapa más adelante.
La cuarta etapa es la de la Visión (Mushâhadah), que consiste en una luz divina y en una manifestación del Misericordioso en la cual, al buscador le son mostradas en la intimidad la manifestación continua de los nombres y de los atributos y su corazón se ilumina de los pies a la cabeza con la luz de la visión. En esta etapa, existen muchos grados, que exceden la capacidad de estas páginas. En esta etapa se produce una muestra de acercamiento a las palabras contenidas en el hadiz llamado Qurba Nawafil: “hasta que yo soy su oído y su vista y su mano”[2] y en ella, el buscador ve como se sumerge en un océano sin fin, más allá del cual hay otro océano más profundo, dentro del cual son desvelados parcialmente los secretos del “Destino” (Qadr).
Cada una de estas etapas posee su propio Istidrach (quedarse colgado de otra cosa distinta de Dios) que supone para el buscador un gran peligro de quedarse colgado. Por eso mismo, éste deberá estar limpio de vanidad y ego en cada etapa y libre del orgullo y el egoísmo, que son el origen de la mayoría de los males, especialmente para el buscador. Más adelante nos ocuparemos de este tema, si Dios quiere.
Capítulo III
REALIDAD Y EFECTOS DE LA HUMILDAD que es parte de la disciplina necesaria en todos los actos de adoración, especialmente en la oración.
Acerca de la Humildad.- La humildad es uno de los elementos necesarios para el Sālik (el buscador espiritual) en todos los actos de adoración, especialmente en la oración, que es la cima de todos ellos y que posee una posición que los abarca a todos. Y su realidad está compuesta de una completa sumisión mezclada con amor o temor. Y esto se produce al comprender o percibir la Grandeza, el Poder y la Majestad de la Hermosura y la Gloria. Y el beneficio de esta Hermosura es que los corazones de la gente del camino, según su naturaleza y disposición natural difieren: Un grupo de los corazones están enamorados de las manifestaciones de la belleza y debido a su naturaleza se sienten atraídos por la belleza del Amado. Y, cuando, en el camino, perciben la Sombra de la Hermosura o son testigos de la Fuente de la Belleza, la inmensidad escondida en el Secreto de la Belleza les sale al paso y pierden la conciencia de sí mismos.
Igual que en toda hermosura existe una majestuosidad escondida en cada Majestuosidad hay una hermosura oculta. Puede que sea a esto a lo que se refiere Hadrat Maulá de los gnósticos y Emir de los Creyentes y los Caminantes, (as-Salekin) la paz sobre él y sobre su familia, cuando dice: «Glorificado sea Quien manifiesta Su Misericordia sobre Sus amigos en medio de la dureza de Su castigo y endurece Su castigo sobre sus enemigos en medio de la manifestación de Su Misericordia. (1) Así pues, la Majestad y el Poder de la Hermosura le envuelven y le hacen caer en un estado de humildad frente a la Belleza del Amado. Y este estado, al principio provoca temblor en el corazón y una agitación. Posteriormente, tras la aceptación da paso al estado de Cercanía y el estado de temor y agitación producidos por la Inmensidad y Poder se transforman en Cercanía y tranquilidad y deviene un estado de reposo y certeza, tal como era el estado del corazón del Amigo de Dios (Abraham) sobre él la Paz. Otro grupo de corazones están sobrecogidos ante la Manifestación de la Majestuosidad. Ellos perciben continuamente la Inmensidad, Grandeza y Hermosura y su humildad es producto de su temor y en sus corazones se manifiesta la realidad de los atributos de Poder y Majestad, tal como le sucedía al Profeta Iahia, sobre nuestro Profeta y su familia y sobre él sean la paz. Así pues, la humildad, a veces viene mezclada con amor y, a veces, viene mezclada con miedo y sobrecogimiento, aunque en todo amor hay sobrecogimiento y en todo temor hay amor. El progreso en el estado de humildad es proporcional al progreso en la percepción de la Inmensidad, Majestuosidad, Bondad y Belleza. Y, como sucede en nuestro caso, cuando se esta privado de la luz de la visión, estaremos obligados a adquirir la humildad por el camino del conocimiento o de la fe. Dice el Altísimo: «Habrán triunfado aquellos creyentes que son humildes en sus oraciones» (Corán, sura ul-Muminun, 1 y 2)
Con ello ha establecido que la humildad en la oración es una de los signos de la fe. Por lo tanto, quien no sea humilde en su oración, en palabras de la Esencia Sagrada, está lejos de la gente de fe. Nuestras oraciones, cuando no van acompañadas de humildad, evidencian falta de fe o ausencia total de ella. Y, puesto que la creencia y el conocimiento son diferentes a la fe, ese conocimiento que se encuentra en nosotros sobre la Verdad y Sus atributos así como el resto de los conocimientos relativos a la divinidad, no pueden considerarse fe. Satanás, según el testimonio de la Esencia Sagrada de la Verdad, conoce la existencia del Origen y de la Resurrección y, a pesar de ello, descree. «Me has creado de fuego y le has creado de barro» (Al’araf, 12) dirá, luego, conoce a Dios y Su condición de Creador. Más adelante, le suplicará: «Dame tiempo hasta el día en que sean levantados de sus tumbas» (Al-’araf 12) luego, tiene certeza de la Resurrección. Tiene conocimiento de los Libros Sagrados, de los profetas y de los ángeles y, a pesar de ello, Al.lah le ha llamado incrédulo (kāfer) y lo ha considerado excluido de la categoría de los creyentes.
Por tanto, la gente de conocimiento, es diferente a la gente de fe. No toda persona de conocimiento tiene fe. Así pues, tras reconocer el camino del conocimiento, uno debe adentrarse en el camino de los creyentes y hacer llegar al corazón la Inmensidad, Majestuosidad, Calidad y Belleza de la Verdad Altísima, para que el corazón se vuelva humilde, pues solo el ignorante, no siente humildad. Tal como podéis ver vosotros mismos, a pesar de vuestra creencia en el Origen y en la Resurrección y en la Inmensidad y Majestuosidad, de la Verdad Altísima, nuestro corazón no se ha hecho humilde. En cuanto a lo dicho por Al.lah Altísimo: «¿No es hora ya de que los corazones de los que han llegado a creer se sometan por entero al recuerdo de Dios y a toda la verdad que se ha hecho descender (para ellos)...» (Corán, 57:16) quizá la fe formal, que es esa misma creencia en lo que trajo el Mensajero (BP), es a la que aquí se refiere, ya que la verdadera fe va acompañada de un grado de humildad, o puede que, cuando la noble aleya dice «humildad», se refiera a una humildad absoluta, de la misma manera en que a veces se le dice A’lim a alguien que ha llegado desde los límites del conocimiento a los límites de la fe. Y es posible que a eso se refiera la noble aleya que dice: «Ciertamente, sólo los sabios de entre Sus siervos, son humildes ante Al.lah». ( En términos del Libro y la Sunna; conocimiento, fe e Islam, son tres conceptos diferentes y extendernos en comentar esta afirmación, excede la obligación de estas páginas. Hablando en general, el viajero en su camino hacia la otra vida -especialmente cuando está preparándose para elevarse en la oración, necesita hacer humilde su corazón por la luz del conocimiento y la fe. Este regalo divino y este destello beneficioso, es posible que lo pueda guardar en su corazón pero tiene que hacer que perdure a lo largo de toda la oración. Este estado de consolidación y armonía, aunque un poco difícil al principio para la mayoría de nosotros, llega a ser posible con la práctica y ejercitando el corazón. Queridos: Adquirir perfección y la provisión para el Más Allá requiere solicitud y seriedad, y cuanto más grande es la demanda, más merecerá actuar con seriedad. Ciertamente, en el estado de debilidad, negligencia y descuido, uno no puede ascender a la proximidad divina y estar en un lugar cercano al Señor. Uno tiene que levantarse con determinación para alcanzar lo que aspira. Vosotros que tenéis fe en la otra vida, sabéis que no tiene punto de comparación el otro mundo con éste. Tanto por lo que se refiere a la felicidad y la perfección, como en los sufrimientos y calamidades. Tanto si es en el mundo eterno e infinito como en éste donde existe la muerte y la extinción...
Ninguno de los actos de adoración y sumisión puede estar a la misma altura que el de la oración, la cual es una unión divina comprehensiva y cumpliría la función de ser guardián de la felicidad del ser humano. Si esto es aceptado, todos los demás actos de adoración serán aceptados... Por esta razón se tiene que desear con mucha seriedad y no flaquear en este esfuerzo y perseverar en este camino.
Tan sólo teniendo un poco de cuidado y familiarizando el corazón con ello, se consigue, en este mundo, disfrutar de nuestra intimidad con Al.lah -como no disfrutamos de ninguna otra cosa en este mundo, esto es algo que nos han enseñado los que ya anteriormente lo han experimentado. En resumen, en este capítulo, lo que queremos decir es que antes de tener una comprehensión de Su Grandeza, Belleza y Majestad, a través del razonamiento y pruebas, o por medio de explicaciones de los profetas, uno debe recordar en su corazón y entonces gradualmente, gracias al recuerdo y esa atención interior hacia la Grandeza de Al.lah y Su Majestad, irá introduciéndose en el corazón más humildad hasta alcanzar el resultado deseado. De ninguna manera el salek debe contentarse con su estado presente, comparado con la gente de conocimiento, no es nada. El salek debe, en toda situación, recordar sus propias faltas y deficiencias, para poder encontrar un camino hacia su felicidad. Y las alabanzas pertenecen a Al.lah.
Capítulo IV
Taman’nînah (Tranquilidad interior)
Uno de los aspectos importantes a observar en la adoración, especialmente en aquellas formas de adoración que tienen que ver con el recuerdo de Al.lah, es Taman’nînah,(tranquilidad). Pero esta tranquilidad no es la que los doctores de la ley (fuqahā) (que Al.lah esté complacido con todos ellos) consideran necesaria al rezar. Consiste en que el sálik realice su adoración con un corazón en calma y certeza en su mente, ya que si la adoración se realiza con el corazón afectado por un estado de ansiedad e inquietud, este no se beneficiará de tal adoración y los efectos de tal tipo de adoración no dejarán huella en el corazón y la práctica de la adoración no generará una imagen interna en el corazón. Uno de los efectos que produce la repetición de los actos de adoración y el incremento del recuerdo de Al.lah y de las súplicas es el de provocar en el corazón un estado de actividad espiritual que, poco apoco hace que el corazón del sālik se identifique con la verdad inherente en la adoración y el recuerdo, hasta hacerse uno con ellas. Mientras el corazón no adquiere certeza, reposo, tranquilidad interior (Taman’nînah) y gravedad, el recuerdo y la práctica espiritual no producen su efecto y no van más allá de una manifestación exterior y puramente física, sin afectar al mundo interior del espíritu y no consiguen provocar placer al corazón ni la satisfacción que reside en la verdad esencial de la adoración. Este es un asunto tan evidente que no necesita de mayor explicación y con un poco de reflexión se puede percibir claramente. Si la adoración fuera de tal clase que el corazón no llegara a percibir tales estados de ninguna manera y no tuviera efecto alguno en el interior de la persona, eso afectará otros aspectos del individuo y no le permitirá ascender del reino de lo material al reino de la espiritualidad y es posible que, en el difícil momento de la muerte y en los estados y dificultades posteriores a ella, todos los aspectos de su adoración desaparezcan y queden destruidas de las páginas de su corazón, Dios no lo quiera, y la persona se encuentre ante la Sagrada Presencia con las manos vacías. Por ejemplo, si alguien pronuncia las sagradas palabras “La ilaha il lal lah, muhammadar rasul lul lah”(No hay mas dios que Al.lah, Muhammad es el Mensajero de Al.lah) la paz y las bendiciones de Al.lah sean con él y con su familia purificada, con presencia de corazón y con certeza interior y enseña a su corazón este noble dikr (recuerdo), poco apoco la lengua de su corazón se desbloqueará y la lengua de su boca será el reflejo de lo que pronuncie su corazón y, de esa manera, primero será el corazón el que evoque el recuerdo y la lengua irá tras él. Dijo el Imam Yafar as-Sádiq (a.s.), tal como podemos leer en la obra Mişbaĥ uš-Šari‘ah (La lámpara de la Ley):
Fay’al qalbaka qiblatan li lisánika. Lá tuhar.rik hu il.la bi isháratil qalbi wa muwafáqatil ‘aqli wa ridail imán
Haz que tu corazón sea la referencia (qiblah) de tu lengua. No la muevas excepto por indicación del corazón, conformidad de la razón y beneplácito de la fe.
Mientras la lengua del corazón no aprenda a hablar, el sālik en camino a la otra vida, deberá dedicarse a educarle por medio de la tranquilidad y el reposo interior (Taman’nīnah) que procura el dikr. Cuando la lengua del corazón se desbloquea, el corazón se convertirá en la referencia que orienta su lengua física y el resto de los órganos de su cuerpo. Cuando el corazón inicie el recuerdo de Al.lah, todo el ser de la persona se involucrará en el recuerdo. Pero, si este noble recuerdo se realiza sin tranquilidad y reposo del corazón (Taman’nīnah), prisas, agitación interior y alteración de los sentidos, no ejerce efecto alguno sobre el corazón y no pasa de la lengua y del oído físicos y exteriores y no es capaz de llegar al interior del la persona y su verdad inherente no impregna el corazón y no consigue producir una imagen o reflejo de plenitud en él y, por tanto, no establece en el corazón una imagen perfecta y permanente. Así pues, cuando sobrevienen estados de dificultad, especialmente las dificultades y agonía propias de la muerte, el corazón se olvida de aferrarse al noble recuerdo de Al.lah y éste desaparece de su registro interior y llegan a olvidarse incluso el nombre de la Verdad Altísima y del Sello de los Profetas (s.), el noble Dīn del Islam, el sagrado Libro divino y los Imames de la Guía (a.s.) y el resto de las enseñanzas que no llegaron al corazón; de esa manera, cuando llega el momento de ser interrogado en la tumba, no se puede responder ya que no se encontrará en el interior rastro alguno de la verdad del Señorío Divino (Rubûbiiah), ni de la profecía, ni de las verdades espirituales y aquello que solía repetir con su lengua, pero que no dejó impresa su huella en el corazón, desaparecerá de su memoria.
Leemos en un hadiz que un grupo de la comunidad del Más Noble Mensajero de los que entrarán en el Fuego, olvidarán el nombre del Profeta (s) al contemplar el impresionante aspecto del Ángel Guardián del Infierno, a pesar de que en el mismo hadiz se dice que son gente de fe y que sus corazones y su rostros resplandecen con la luz de su fe.[3] El noble narrador de hadices, el fallecido Maylisi, la misericordia de Al.lah sea con él, en su obra Mir’at ul-Uqûl, al comentar el noble hadiz: Kuntu sam’a hu wa basara hu... (Soy sus oidos y su vista..) Dice: “Quien no pone sus ojos, sus oídos y el resto de sus miembros a disposición de la Verdad Altísima, no posee ojos y oídos en su espíritu y sus ojos y oídos corporales no llegarán al otro mundo y en la tumba y en la Resurrección no poseerá ojos ni oídos y la balanza en la que se pesan las preguntas y respuestas de la tumba son precisamente estos miembros espirituales.”[4] En resumen, existen muchos nobles hadices de este tipo, acerca de la tranquilidad interior y sus efectos y el noble Corán nos ordena su recitación y lectura continua. En un noble hadiz leemos: “Quien olvida una sura del noble Corán vera aparecérsele esta sura en el Paraíso con un bellísimo aspecto. El le preguntará: -¿Quién eres? ¡Que hermosa eres! ¡Ojalá fueses mía! Y ella le responderá: - Soy tal sura. Si no me hubieses olvidado, te habría transportado a esta elevada posición.[5]
Y, en otro hadiz, leemos: Quien lee el Corán en su juventud, este se hace uno con su sangre y su carne.[6] Y esto es debido a que el corazón de un joven está menos saturado y oscurecido y por ello es más fácil llegar a él y rápido el efecto que la lectura del Corán tiene en él y sus efectos son mucho más permanentes. Y sobre este tema existen muchos hadices que recordaremos en el capítulo dedicado a “la recitación”, si Dios quiere.
En un noble hadiz leemos: No hay nada que Al.lah ame más que los actos que se realizan con perseverancia, por muy pequeños e insignificantes que sean.[7]
Y es posible que la grandeza de ello resida en el hecho de que estos actos conforman la imagen interior del corazón, tal como se ha mencionado.
Capítulo V
PROTEJER LOS ACTOS DE ADORACIÓN DE LA INTROMISIÓN DE SATANÁS
Uno de los actos de cortesía más importantes del núcleo de la oración y del resto de los actos de adoración y que es parte de los actos más necesarios de la cortesía del corazón, es proteger la oración de la intromisión de Satanás. Representa uno de los actos mayores y supone uno de los más delicados problemas. Puede que el noble versículo (aleya) que, refiriéndose a los atributos de los creyentes, establece: “Aquellos que protegen sus oraciones” (Mi’ray:34; Mu’min:9) indique el conjunto de los niveles de protección, uno de los cuales, y puede que el más importante, sea la protección frente a la intromisión de Satanás.
Y la explicación de ello, brevemente, es que, para la gente de la gnosis y los señores de los corazones, es evidente que, de la misma manera en que los cuerpos necesitan de alimentos para sus nutrición y que estos alimentos deben ser adecuados para proporcionar al cuerpo el crecimiento necesario, los corazones y las almas requieren de una alimentación apropiada para su formación y educación, de manera que produzcan en ambos el crecimiento espiritual y el progreso interior deseable. Y el alimento adecuado para el crecimiento de las almas, es el conocimiento divino del origen del ser y la finalidad del orden de la existencia, tal y como los grandes maestros, al definir la filosofía han expresado: “Es la atención que el ser humano presta al modelo general mental, para ajustarlo al mundo exterior en su forma y perfección”[8] y eso es una indicación a esa misma alimentación espiritual, ya que el alimento de los corazones procede de las virtudes espirituales y de los rituales divinos. Y se debe saber que, cada uno de estos alimentos, si permanece libre de la intromisión de Satanás y se obtiene de las manos protectoras del Sello de los Profetas y del Amigo más Grande de Al.lah, la bendición de Al.lah sea con ambos y con la familia de ambos, alimentan el alma y el corazón y proporcionan una perfecta y completa realización de la condición humana y el ascenso a la proximidad de Al.lah. Y la liberación de la intromisión satánica, que es el principio de la pureza, no tiene lugar en realidad, a no ser que el buscador (Sālek), en su camino espiritual, busque y desee sinceramente a Al.lah y ponga a sus pies el amor propio y la adoración al ego, que son el origen de todos los males y la madre de todas las enfermedades espirituales y esto no es posible de ninguna manera más que en el Hombre Perfecto (Insán ul-Kámil) o, a imitación suya, para los Santos Purificados (sobre ellos la paz). Pero el sālek, el buscador espiritual, no debe desesperar de la amabilidad espiritual de Al.lah, ya que desesperar de la misericordia divina es causa de toda debilidad y del mayor pecado. Y esto, que es posible para la gente común, es la alegría de la gente de la gnosis (Ahl ul-Ma’arifat).
Así pues, es necesario y terminante que el buscador, el caminante espiritual, en su viaje a la otra vida, purifique su conocimiento y sus ritos de las intromisiones de Satanás y del ego (Nafs ul-Ammárah) y profundice en su análisis con total atención en sus movimientos y en su quietud y en su búsqueda y en lo buscado, para que, de esa manera, alcance el objetivo final de su viaje y su formación y los fundamentos de su movimiento interno y de su alimentación espiritual y no ignore las trampas astutas del ego y de Satanás y las trampas del alma que ordena el mal (Nafs ul-Ammárah) y de Iblís. Y en todos los movimientos y actos malvados, deberá desconfiar totalmente de sí mismo y no relajarse en su atención en ningún caso.
Es muy posible que, por una pequeña negligencia, la persona sea vencida y destruida, ya que si los alimentos espirituales no estuviesen libres de la intromisión de Satanás y su mano se entrometiese en la obtención de los mismos, además de que las almas y los corazones no conseguirán la educación que pretenden y no se alcanzará la perfección anhelada, sufrirán una notoria pérdida y puede que, el sujeto ingrese en el camino de los demonios o de las bestias o las fieras y lo que supone una causa de alegría y el capital de la perfección humana y la conexión con los grados elevados de la perfección espiritual, produzca el resultado inverso, dirigiendo a la persona a los oscuros abismos de la desgracia y la adversidad. Así, entre la gente de la gnosis, hemos observado algunas personas a las que el uso erróneo de determinados conceptos y su profundización en ellos, les ha llevado al extravío y sus corazones se han negativizado y su interior se ha oscurecido y la práctica de la gnosis ha provocado en ellos el fortalecimiento de su egoísmo y egolatría, provocando en ellos manifestaciones inadecuadas y heréticas. También entre las gentes del ascetismo y entre los devotos existen personas a las que sus prácticas y ejercicios sólo sirven para agravar la impureza de sus corazones y su oscuridad interior. Son aquellos que no han protegido su viaje espiritual de carácter divino y su emigración hacia Dios y su búsqueda de conocimiento y su ascetismo se vio afectado por la intromisión de Satanás y del ego y, en definitiva, fue par el beneficio de Satanás y del ego. De la misma manera, entre los que estudian las ciencias religiosas transmitidas, existen gentes a quienes el conocimiento ha producido en ellos un efecto negativo y ha incrementado su corrupción moral y a los que el conocimiento, que debería ser causa de su éxito, les ha llevado a la destrucción, a la ignorancia, la hipocresía, la arrogancia y la decepción. Y lo mismo entre la gente de la adoración y de los ritos, que perseveran en la observancia del buen comportamiento y de la tradición, existen algunos cuya adoración y sacrificios, que son el capital necesario para reformar el carácter y el ego, han enturbiado sus corazones, provocando en ellos la aparición del orgullo, la arrogancia, el mal temperamento y la mala opinión de los siervos de Dios. Y esto también tiene lugar por falta de atención en estas sagradas combinaciones (Ma’ayin). Por supuesto, una mezcla de prácticas de adoración preparada con la sucia mano de Satanás y la participación del ego rebelde, sólo puede generar un carácter satánico y, al alimentar con ella los corazones y convertirse estos en la imagen del alma, tras un tiempo en el que la persona continúa así, se convierte en un producto de Satanás y permanece bajo su influjo y, cuando sus ojos terrenales se cierran y sus ojos del otro mundo se abren, tras su muerte, se verá a sí mismo como un demonio y en ese estado no obtendrá más que perjuicio y de nada le servirá su arrepentimiento. Así pues, el viajero hacia la otra vida (Sālek), en cada etapa de las etapas del Din y en cada senda de las sendas divinas en la que se encuentre, deberá Primero: prestar plena atención a su estado y analizar los defectos de su conducta espiritual con el mismo amor y amable atención llena de misericordia con que el buen médico trata a su paciente y Segundo: Al mismo tiempo, no dejar de buscar refugio en la Sagrada Esencia de la Verdad Altísima y Glorificada, cuando se encuentre en soledad y suplicar ante la Presencia de Su Santidad y Majestad: ¡Oh Señor! ¡Tú estás bien informado de mi debilidad y mi indefensión! ¡Tú sabes bien que si no tomamos la mano de Tu Esencia Sagrada no podremos encontrar nuestro camino y caeremos en las manos de ese enemigo poderoso que acecha a los Grandes Profetas y a Tus Amigos Perfectos y no encontraremos la manera de escapar. Y que si no fuera por una chispa de Tu Favor y Misericordia, este enemigo poderoso nos destruiría y arrastraría al desierto de las tinieblas y la desgracia, la depresión y el abatimiento!
¡Te suplicamos por el derecho de Tus Selectos Distinguidos y de Tus Confidentes Íntimos que extiendas Tu mano auxiliadora hacia nosotros para que no vaguemos confusos y aturdidos por el valle del error y del extravío, sumidos en el desierto de la seducción! ¡Purifica nuestros corazones del rencor, la deshonestidad, la idolatría y la duda! ¡Ciertamente, Tú eres el Señor de la Guía!
[1] Hadiz atribuido al Profeta Muhammad (s.). Yâmi’ul Asrâr wa minba’ul anwar, de Seied Heidar Amulí, pág. 8, 95, 121. [2] Ciertamente se esfuerza (el siervo) en acercarse a Mí, mediante sus actos voluntarios (nāfilah) hasta que Yo le amo, y cuando Yo le amo, Yo soy su oído con el cual oye y la vista con la cual ve y la lengua con la que habla. Si me suplica le respondo y si me pide le doy.” Usul ul-Kafi, t. IV, pág. 53. Kitab ul-Iman wal Kufr. [3] ‘Ilm ul Iaqín, t. II, pág. 1039 [4] Mira’at ul-Uqûl, t.X, pág. 392 [5] Uşūl ul-Kafi, t.IV,pág. 410, Libro de Los Beneficios del Corán, cap. “Quien memoriza el Corán y luego lo olvida” [6] Uşūl ul-Kafi, t.IV, pág 405, Libro de los beneficios del Corán. Cap. Los beneficios de memorizar el Corán, hadiz 4. [7] Uşūl ul-Kafi, t.III, pág137, Libro del Imam y el Kufr, Cap. Al Iqtisod fil ‘Ibâdah. Hadiz 2. [8] Mula Sadra y sus seguidores han definido así la filosofía y algunos han añadido la frase “en su forma y perfección”.
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