CÓMO DESPOJARNOS DE LA NATURALEZA EGOÍSTA QUE NOS APRISIONA «Adab-e salat» Imam Ruh ul-lah Al-Musawí al-Jomeiní Traducción del original : Raúl González Bórnez Una de las fórmulas de cortesía del corazón en los actos de adoración y uno de los deberes internos del viajero espiritual a lo largo del camino hacia la otra vida, es «la atención hacia la majestuosidad del Señorío Divino (rubūbiiah) y la humilde condición del adorador». Esta es una de las más importantes estaciones para el sālik (viajero). La fuerza en la Vía de todo viajero es proporcional a la atención que presta a este asunto o, mejor dicho, la plenitud de la condición humana de la persona está en relación con la perfección de esa atención. Cuanto más está uno aplastado por el egoísmo, el orgullo y la vanidad, más alejado se encontrará de la perfección humana y de la Estación de Cercanía al Señorío Divino. El velo de la vanidad y el orgullo es más denso y más oscuro que todos los otros velos. Arrancar ese velo es más difícil que arrancar todos los otros velos y arrancarlo es un paso preparatorio para arrancar otros velos. De hecho, arrancar este velo es la llave maestra de lo Oculto y de lo Manifiesto, y la gran puerta de acceso a la perfección espiritual. Mientras el hombre tenga sus ojos puestos en sí mismo, en su belleza y perfección imaginada, estará velado y descartado de la belleza absoluta y la perfección pura. La primera condición para viajar hacia Al.lah es abandonar esa casa. Este es el criterio para la lucha entre la Verdad y la falsedad. Así, el viajero que hace el viaje dando pasos de egoísmo y vanidad, y está envuelto en los velos del orgullo, sufrirá en vano y su viaje no será hacia Al.lah sino más bien hacia sí mismo: «La madre de los ídolos es el ídolo de ti mismo» Rūmī. Al.lah Todopoderoso, dice: «Quien emigre por Al.lah, encontrará en la tierra mucho refugio y espacio. La recompensa de aquel a quien sorprenda la muerte, después de dejar su casa para emigrar a Al.lah y a Su enviado, incumbe a Al.lah. Al.lah es indulgente, misericordioso. (Corán, 4:100) La emigración formal, o la forma de la emigración, es la emigración corpórea desde la casa formal a la Ka’bah o a los sepulcros de los hombres santos (auliya), pero la emigración espiritual es salir de la casa del alma y la casa de este mundo hacia Al.lah y Su Mensajero. Emigrar hacia el Mensajero y el wali es también una emigración hacia Al.lah. Mientras el alma tiene una inclinación hacia uno mismo y el orgullo, no se está viajando. Y mientras haya residuos del Yo en los ojos del viajero, y mientras las paredes de su propia ciudad del ego estén levantadas y la llamada del amor al ego no haya desaparecido todavía, él permanece inmóvil y no es un viajero o un emigrante. Está recogido en Mişbaĥ uš-Šari‘ah que el Imam aş-Şādiq (a.s.) dijo: «La adoración es una gema cuyo corazón es el Señorío Divino (rububiyat). Todo lo que se pierde en la adoración es encontrado en el Señorío Divino y todo lo que es ocultado del Señorío Divino es obtenido en la adoración». Aquel que viaje a los pies de la adoración y queme su frente con la marca de la humildad de la adoración alcanzará la Gloria del Señorío Divino. La conexión con las verdades del Señorío Divino reside en viajar siguiendo los grados de la adoración, y lo que carece de egoísmo nos sitúa bajo la sombra protectora del Señorío, hasta alcanzar ese estado en el cual la Verdad Altísima es el oído, la vista, las manos y los pies, como está recogido en el bien conocido Hadiz verdadero y aceptado por las dos Escuelas. Hadiz Qudsi ... Y ciertamente el siervo se acerca a Mí mediante sus actos de adoración no obligatorios, hasta que Yo lo amo y cuando lo amo Yo soy los oídos con los cuales oye y la vista con la cual ve y la lengua con la cual habla y la mano con la cual ase; si Me invoca le respondo y si Me pide le doy. Usul ul-Kafi, tomo IV, p.. 53 Cuando el viajero abandone su conducta (tasarrufat) y someta completamente el reino de su existencia a la Verdad Altísima, abandonando todos los asuntos de la casa al Dueño de la misma, aniquilándose en la Gloria del Señorío Divino, el Dueño de la casa dirigirá Él mismo los asuntos. Así la conducta del viajero espiritual se convertirá en divina y sus ojos serán divinos y verá con los ojos de la Verdad, sus oídos serán divinos y él podrá oír con los oídos de la Verdad. Y lo contrario también es cierto, cuanto más completo sea el señorío del ego y más apreciada sea su gloria, menor será, en la misma proporción, la Gloria del Señorío Divino, en esa misma proporción, pues ambos son contradictorios: «Este mundo y el próximo son como dos esposas enfrentadas». Nahyul Balagha, Dichos breves nº 103 «La Dunia y el Ajira son dos enemigos enfrentados y dos caminos que difieren así que quien ama la Dunia odia la otra vida y es enemigo de ella y ambas son como el Este y el Oeste y el caminar entre ellos, todo lo que te acerca a uno te aleja del otro y ambas son como las dos esposas enfrentadas de un hombre». Así, el viajero hacia Al.lah tiene que reconocer obligatoriamente su posición de humildad y colocar la humildad de la adoración y la Gloria del Señorío ante sus ojos. Cuanto más fuerte sea este criterio, más espiritual será su adoración, -hasta que, con la ayuda de la Verdad Altísima y de los hombres santos (P)-, alcance la verdad de la adoración y su núcleo, y podrá tener un destello del secreto de la adoración. En todas las formas de adoración, especialmente en el salat (oración) la cual tiene una posición de comprensibilidad globalizadora (yami’iyat), y posee, entre las formas de adoración, la posición del Hombre Perfecto, y la del Nombre Más Grande ( Al.lah), o incluso es el Nombre Más Grande mismo, estas dos posiciones -es decir, la posición de la Gloria del Señorío Divino, que es la Verdad y la posición de la humildad de la adoración, que es la sirvienta de esta Verdad y su atributo- están ocultas. Entre los actos recomendados, el QUNUT, y entre los actos obligatorios el SUYUD, tienen particularidades especiales a las que nos referiremos más tarde, insha’ Al.lah. Debe ser observado, sin embargo, que la adoración absoluta está en los más altos grados de perfección y en las más grandiosas posiciones de humanidad, en las que nadie tiene ninguna participación excepto la más perfecta de las criaturas de Al.lah, Muhammad (s.), en la cima, seguido por los walis perfectos. En el resto de la gente los pasos de su adoración son incompletos y sus actos de adoración y humildad son producto de otras causas. Solamente a través de la adoración uno puede alcanzar el verdadero viaje celestial pleno (mi’raj). Así vemos que la adoración y la atracción del Señorío Divino es la que llevó a esta santa persona hacia el viaje celestial (mi’raj), a la cercanía divina y a la unión con Él. Y por eso la noble aleya dice: «Gloria a quien hizo viajar a Su siervo por la noche desde la Mezquita Sagrada a la Mezquita lejana...» (17:11) Y también por ello, hay un énfasis sobre la adoración antes que sobre la Profecía en el tashahud (testimonio de fe) de la oración, el cual representa un retorno de la aniquilación completa alcanzada en el suyud. Y por ello también hay en eso una indicación de la estación de la Profecía como fruto resultante de la adoración. Y sobre este punto existe un largo debate que está fuera de los objetivos de estas páginas. |