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HABLEMOS EL LENGUAJE DE LOS
JÓVENES
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Me dirijo a todos/as /los
/las hermanos/as de las diferentes congregaciones de fieles
regidas por un líder religioso, ya sea Abraham, Moisés,
Jesús o Muhammad e invito a los del templo, las iglesias,
las sinagogas, las mezquitas, a que aprendamos el lenguaje
de los jóvenes, aprendamos a dirigirnos a la juventud.
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¿Cómo podemos comunicarnos con los/as jóvenes
a través del lenguaje?
Primero debemos despojarnos de los perjuicios
procedentes del moralismo y el colonialismo. Pues sí nuestra
carta de presentación ante los jóvenes, sigue siendo el
moralismo cómo caja de resonancia del colonialismo, difícil,
lenta e improductiva será la comunicación con nuestra
juventud.
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Analizando el significado de
moral, entendida cómo todo aquello que no cabe bajo la
jurisdicción de los sentidos; en ciencia, la moral trata del
bien y de las acciones humanas en orden a su bondad o
malicia. Su contrario es ser inmoral y ello es, atribuido,
de manera insana, a los jóvenes: “le fascina ser inmorales,
les gusta que todo caiga bajo la jurisdicción de los
sentidos y piensan que el bien es algo relativo”. En alguna
ocasión escuché a un joven musulmán que decía: “creen que
no soy un buen musulmán porque tengo gorra y aretes, yo
puedo ser mejor que cualquiera de esos moralistas”: Ese
es el lenguaje de un joven, ese es su punto de vista, la
competencia, el desafío mientras reina el prejuicio de la
iglesia, que es en sí colonizador.
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Ese colonialismo de la Roma
antigua, en su afán de acaparar, de reclutar la mayor parte
del mundo a través del conocido “espíritu de conquista”, ha
estado al servicio de la seguridad militar y de las
ambiciones de dominio del mundo occidental. Hoy nos
encontramos frente a grandes congregaciones religiosas, cómo
método “renovador” en su afán de continuar colonizando o
“conquistando” adeptos de manera masiva a sus instituciones.
Eso pone en confrontación al joven, pues le hacen sentirse
instrumento de carnada u objeto de dominio.
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Las religiones o las
diferentes instituciones religiosas deben asumir los nuevos
tiempos con sus nuevos retos, deben dejar de lado la
competencia bárbara de los siglos pasados de reclutar y
hacer creyentes bajo estigmas o manipulaciones del bien y
del mal, de lo moral y lo inmoral. Los tiempos en que la
religión era entendida y asumida cómo cárceles colonizadoras
quedaron atrás, o debemos desprenderla de nuestras
sociedades en general y de nuestra niñez y juventud en
particular: “tú eres protestante, católico, cristiano,
budista, musulmán, judío o evangélico” a mutuo propio, con
decisión libre y soberana, y cómo escenario para ser un buen
ser humano integral en beneficio de sí, de su entorno y de
la sociedad en que está inmerso.
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El moralismo es exceder o
manipular de manera maliciosa el concepto de moral, mientras
el concepto de libertad, en estos “nuevos tiempos”, también
está siendo manipulado con intención perversa por parte de
poderes ilegítimos con efectos de reproducción por parte de
quienes dicen “confrontarles”. Este fenómeno, en su gran
mayoría se está viviendo en el ámbito de la cultura
occidental.
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El joven, en estas sociedades
occidentalizadas hasta los tuétanos, quiere ser “él mismo” y
el confrontar el moralismo y el colonialismo religioso hace
parte de su vivir diario, de su lenguaje, de su “rebeldía”.
Escuché en el celular de mi hijo menor de 17 años la canción
“yo fumo” “De la Guetto y Willie Cultura” que me
sorprendió muchísimo ya que entendí por los dichos de
Nuestro Profeta Muhammad (P) que todo eso mi hijo lo hace
por “rebeldía juvenil”: “yo fumo marihuana desde los 14”,
“fumo marihuana como tu tomas el café”; “marihuana para
volar por los aires”, “fumo marihuana para inspirarme y
cantarte”, “llamo la hierba buena pero se controlarme”,
“marihuana”. La referencia de este disco es “I love
marihuana”. Mi hijo menor, hijo del Sheij Munir, mi hijo que
nació en Irán, mi hijo que nació en la Ciudad Sagrada de Qom,
mi hijo que tiene una mamá y un papá que le ha enseñado los
valores éticos y morales desde que nació, pero el por
sentirse liberado nos reta diciéndonos:
“escuchar esta canción no me hace un fumador
de marihuana ni mucho menos un drogadito, simplemente la
escucho porque me gusta el son”.
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El lenguaje no está limitado
por los términos lingüísticos que ellos usan, sino por lo
que sienten, por lo que buscan, por lo que rechazan, por lo
que quieren o no quieren ser y hacer.
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Mis preguntas a los señores
que dirigen todas esas masivas congregaciones e
instituciones religiosas son las siguientes: ¿hablar este
lenguaje nos vuelve menos creyentes? ¿Aprender a
comunicarnos con nuestra juventud a través de su simbología
nos aparta de lo que hablaron en otrora los Profetas y
Mesías? ¿Despojarnos de estereotipos y de terminología
manipuladora, nos alejará de nuestras creencias religiosas?,
¿Por permitirnos avanzar en una comunicación con nuestra
juventud sin subordinarla, sin mentirle, sin asustarla,
dejaremos de ser buenos seres humanos y referentes de una
sociedad ética, humana, justa? “Los mayores hacemos lo mismo
cuando por sentirnos “hombres alfas” decimos a los cuatro
vientos que consumimos mero macho o sangre de toro u otras
bebidas que me hacen recuperar lo mal que me comporte en la
juventud”
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No olvidemos, hermanos y
hermanas que el lenguaje que usaron todos los profetas
–enviados por Dios- en todos los escenarios y en todos los
momentos fue el lenguaje del ejemplo, del buen actuar, el de
la guía, de la amonestación, y no del sometimiento a lo
terrenal, ni de impregnar temor al poder institucional, nada
de barreras lingüísticas para desprestigiar, degradar o
discriminar; era un lenguaje renovador, liberador, para el
reconocimiento, era un lenguaje para el conocimiento, era
revolucionario, de cambio social.
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Nuestro primer padre Adam (P)
hablaba el idioma revolucionario de los jóvenes. Vio a una
hermosa mujer “Eva” y rápidamente la vio cómo un regalo y la
hizo su esposa, vio la manzana y se la comieron. Siempre que
vean algo que lo invite al conocimiento, a la búsqueda, se
la comerán; pero con un principio de humano pedir perdón y
arrepentirse con sinceridad por el exceso. Ese es el idioma
de los jóvenes: un lenguaje que invita al movimiento, a la
transformación y al cambio de la humanidad.
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Abraham (P) el amigo de Dios
habló el idioma revolucionario de los jóvenes; viajo a
Egipto en busca de un buen porvenir, sin importarle el
mezclarse con otras culturas, puso su único hijo en
sacrificio y, hoy en día, el patriarca Abraham (P) se
expande por el mundo entero con sus dos hijos Ismael (P) e
Isaac (P).
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“Dios no cambia la situación de un pueblo si
este no cambia”,
Moisés uso cómo lenguaje, su forma de pensar revolucionario
a los jóvenes, se enfrentó al faraón y, por orden de Dios,
lideró y liberó a su pueblo, sabiendo que sus primeros y
mejores creyentes eran sus rivales en la brujería y
hechicería.
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Eso es hablar el lenguaje de
los jóvenes: hablar sin esperar nada material ni individual
a cambio. El Gran Salvador Jesús (P) hablaba el idioma
revolucionario de los jóvenes, destruía templos y sinagogas
en donde hacían de la fe un instrumento mercantil, pues
ello va en contravía de los mandatos de Dios, único y
verdadero.
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El Mesías no juraba en falso, cumplía su
palabra empeñada, amaba a sus enemigos y hacia el bien a los
que lo aborrecían, curaba leprosos, paralíticos, ciegos y
hasta resucitó, todo con el poder de Dios. Fue tentado por
Satanás, caminaba sobre las aguas, multiplicaba los panes
con los poderes que el Creador le había conferido; se le
acercaron sus discípulos y le preguntaron: ¿Quién será el
mayor en el reino de los cielos? No dijo nada, simplemente
trajo a un niño y les respondió: “en verdad os digo que,
si no os volvéis y hacéis semejantes a los niños, no
entrareis en el reino de los cielos”.
Deben aprender a humillarse ante El Más
Misericordioso, por tanto, el que hablara el idioma de los
jóvenes será el mayor en el reino de los cielos. Y quien no
hablara el idioma de un joven y escandalice a uno de ellos
que creen en mí, mejor le sería que le colgasen del cuello
una de esas piedras de molino que mueve un asno y así fuese
sumergido en el profundo del mar”.
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Continua diciendo: “…qué
se escandalizan al escuchar el idioma de los jóvenes ¡ay de
aquel hombre que causa el escandalo! Si tu mano o tu pie es
ocasión de escándalo o pecado, córtalos y arrójalos lejos de
ti. Pues más te vale entrar en la vida eterna manco o cojo,
que con dos manos o dos pies y ser precipitado al fuego
eterno. Y si tu ojo es para ti ocasión de escándalo, sácalo
y arrójalo lejos de ti: mejor te es entrar a la vida eterna
con un solo ojo, que tener dos ojos y ser arrojado al fuego
del infierno”.
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“Mirad que no despreciéis
a algunos de estos pequeñitos: porque os hago saber que sus
ángeles en los cielos están siempre viendo la cara de mi
Padre Celestial” (San Mateo 18: 1-11)
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Jesús (P) nos pedía que
aprendiéramos el lenguaje de los jóvenes y aún no hemos
entendido; hasta los mismos discípulos les costó entenderlo:
Un día le presentaron a unos niños para que pusiesen sobre
ellos las manos y orasen. Y los discípulos les reñían. El
profeta Jesús (P), por el contrario, les dijo: “Dejad en
paz a los niños y no les estorbéis, venir a mí; porque de
los que son como ellos es el reino de los cielos” (San
Mateo 19: 13-15).
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¿Cuál fue el secreto de Jesús
(P) para hablar el lenguaje de los jóvenes? El amor. Sin
amor no podríamos hablar el lenguaje o idioma de los
jóvenes. Jesús (P) curaba sin exigencia al leproso, lo
curaba y no le pedía dinero ni muchos menos que aceptara su
credo.
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El idioma de los jóvenes con
el Salvador Jesús (P), se basaba en el amor. Cuando las
iglesias, templos, sinagogas y mezquitas y sus llamados
“lideres” aprendan a hablar con el lenguaje del amor a los
jóvenes y a la niñez, entenderán a los niños, a los jóvenes,
a las prostitutas, al desamparado, al explotado, al
marginado, al desplazado. Y cuándo lleguen a sanar, a curar
y hasta a caminar sobre el agua, no esperen ser reconocidos,
no busquen que los miren y traten cómo ídolos, cómo seres
superiores que necesitan un gran permio o recompensa
terrenal. Hermanos/as, ningún Profeta o Mesías hacía
milagros o curaba a enfermos bajo la condición de
convertirlos a su religión; ellos simplemente sanaban y
enseñaban a todos sin esperar que o quiénes fueran. Ese es
el lenguaje del amor, y con ese lenguaje, ningún idioma,
ningún territorio, ningún color, ni etnia, ni género, ni
condición social será barrera para esta clase de
comunicación. Una mujer le dijo a la Madre Teresa de
Calcuta: “yo ni por un millón de dólares le pondría la mano
a un leproso para curarlo” y la Madre Teresa le respondió:
“eso no se cura con dinero, sino con amor”
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El lenguaje de los jóvenes se
enfatiza en tres puntos:
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1.
En el amor al prójimo.
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2.
En el amor a la naturaleza.
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3.
En el amor incondicional.
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Nuestro Profeta Muhammad (P)
hablaba el idioma de los jóvenes, nos enseñaba cómo
tratarlos y aprender sus características.
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Hay personas que se exceden y
han elevado a los jóvenes por encima de la posición y valor
que les son pertinentes, en tanto otros, en contraposición,
se han ido al otro extremo, rebajando a los jóvenes por
debajo de su real posición a causa de la ingenuidad y la
falta de no hablar el idioma de los jóvenes.
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El Profeta del Islam
consideró a la juventud como una de las inapreciables
bendiciones de Dios Altísimo y cómo un gran capital en la
vida de la humanidad.
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Dijo el Mensajero de Dios
(PB): “os encomiendo ser benevolentes con los adolescentes y
jóvenes puesto que ellos poseen un alma más sensible y un
corazón que acepta más fácilmente las virtudes”. “Dios me
envió cómo Profeta para dar albricias a la gente de la
Misericordia Divina y advertirla respecto de su castigo. Los
jóvenes aceptaron mis palabras y sellaron pacto conmigo,
pero los mayores se abstuvieron de aceptar mi convocatoria y
se levantaron en mi contra”.
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Dijo el Imam Ali (P): “hay
dos cosas cuya medida y precio solo conoce aquel que haya
perdido a ambas: una es la juventud, la salud y el
bienestar”.
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Hay un dicho muy fuerte de
Imam As-Sadiq (P) que pone al joven por encima de los
ancianos, él dice “debes hacerte de la compañía de los
jóvenes y alejar de ti a los ancianos”. Esta recomendación
del Imam As-Sadiq (P) recuerda el valor e importancia de los
jóvenes y dirige la atención hacia esta Gran Bendición
Divina. De aquí que el Mensajero de Dios (P) le dijera a Abu
Dharr: “valora cinco cosas antes de que las pierdas: una de
ellas es la juventud, a la que debes valorar antes de llegar
a la vejez…” A los ancianos no les gustan los cambios, las
revoluciones, a los jóvenes les fascina.
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Dijo el Imam Sadiq (P) a Abu
Yafar Ahwal: <<“tu, concreta tu atención en la difusión
entre la generación joven; emplea tus fuerzas en el camino
de guiarles a ellos, puesto que los jóvenes aceptan más
rápido la verdad y tienden más rápido hacia todo bien y
rectitud”>>
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El Imam As-Sadiq también habló sobre los
hermanos del Profeta José (P) diciendo: “el
Profeta José (P) perdonó a sus hermanos y suplicó para que
fuesen perdonados, debido a que los corazones de los jóvenes
aceptan la verdad más rápido que el corazón de los ancianos”
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Dijo el Mensajero de Dios (PB): “en
el día de la resurrección ningún siervo dará un paso sin que
deba responder a las siguientes preguntas”:
-
1.
¿en qué actividades ocupó su vida?
-
2.
¿cómo y en qué camino culminó su juventud?”
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Estas palabras del Profeta
(PB) muestran perfectamente hasta qué punto el islam otorga
valor y resta atención a la fuerza de la juventud, puesto
que derrochar este preciado capital es tan grave que en el
día de la resurrección se le preguntará a su dueño
especialmente al respecto.
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Así es, la valía de los
jóvenes poseedores de valores morales y cualidades humanas,
son como una flor que posee un perfume inspirador, que
además de su frescura, belleza y hermosura natural, tiene
una fragancia agradable y placentera.
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Pero si un joven no posee
valores divinos, es cómo una espina que jamás es objeto del
amor de los demás.
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El Profeta Muhammad (PB)
también dijo: “cada noche un Ángel de Dios clama a los
jóvenes veinteañeros: ¡esforzaos, afanaos y bregad por
lograr vuestra perfección y felicidad!” , por lo tanto,
la etapa de la juventud conforma los días de la
responsabilidad individual, el momento del despertar, de la
reflexión y la época del trabajo y el esfuerzo y quienes no
utilicen esta fuerza divina serán recriminados.
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Dijo Dios Altísimo: <
¿acaso no prolongamos vuestra vida a tal punto que quién
quisiera reflexionar, lo hiciera?>, (35:37- Sura al Fatir).
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Dijo el Imam Sadiq (P): “esta
aleya contiene un reproche y una reprimida a los jóvenes
negligentes que llegaron a los 18 y no aprovechan la
oportunidad que les brinda su juventud”.
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INSPIRADO EN LAS ENSEÑANZAS
ISLAMICAS DEL PROFETA MUHAMMAD (P) CON LOS NIÑOS Y JOVENES;
Y LA ENTREVISTA DEL PERIODISTA DOSSIER AL GANADOR DEL PREMIO
INTERNACIONAL JOSÉ MARTI DE LA UNESCO FREI BETTO (CARLOS
ALBERTO LIBÂNIO CHRISTO)
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SERMON DEL VIERNES
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POR EL TEOLOGO Y SOCIOLOGO:
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SHEIJ MUNIR VALENCIA POTES
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